En estos días, estoy a veces triste y otros, me siento tan oscura como un faro apagado.
Lo peor es que pasan barcos a lo lejos y no tengo ni una luz para mandarles señales.
Entonces me pongo a pensar en ti.
Me imagino que vas camino al trabajo y que la niebla te puso un sombrero gris calado hasta los ojos.
Y te quedaste medio perdido, medio sonámbulo. El pedernal de tu alma no da ni media chispa. Como yo, estás mojado por dentro y por fuera, en este día lluvioso. Se me ocurre que si abro la ventana, te voy a encontrar volando en una ráfaga de viento y voy a meterte a viva fuerza en mi casa,
Y contigo va a entrar música. Porque tú eres como el flautista de Hamelín. Pero a ti te siguen notas, notas, notas. . . Creo que andas con piedras en los bolsillos, porque si no saldrías volando agarrado a una llave de sol.
Y cosas así se me ocurren en estas tardes de Invierno, en que la niebla cae como pestañas mojadas de terciopelo gris.
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