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Les doy la bienvenida a mi blog y les solicito encarecidamente que me dejen sus comentarios a mis entradas, pues su opinión es de gran valor para mí.



domingo, 29 de julio de 2018

AYER ES HOY.

Esa tarde, al volver del trabajo, Laura logró conseguir un asiento en el Metro. Eso era bastante inusual, porque siempre le tocaba viajar de pie.
En mitad del túnel, el tren frenó violentamente y Laura se azotó la frente contra el vidrio. Fue un golpe tan violento, que vio todo negro y sintió que perdía el conocimiento.
Aún mareada, se bajó del tren y notó que lo había hecho por error en la estación del barrio donde vivía su mamá.
Después de todo-pensó- hace días que tenía ganas de ir a visitarla.
Era un antiguo edificio de cuatro pisos, sin ascensor.
En la escala se encontró con Zulema, la señora que hacía el aseo en los departamentos.
Alcanzó a extrañarse, porque le parecía que había jubilado ya hacía un tiempo. Pero ella la miró como si se vieran todos los días y le dijo:
-¡ Apúrese, Laurita!   Su mamá está en cama con dolor de cabeza y sería bien bueno que le preparara un té.
Sin demorarse más, Laura corrió escaleras arriba. Maquinalmente, buscó las llaves en su bolsillo y vio que iba vestida con su chaqueta escolar.
Su mamá la recibió quejumbrosa:
-¡ Ay, Laura!  ¿ Por qué no te vienes directo cuando terminan las clases?
Laura no entendía...¿ Como era posible que hubiera retrocedido en el tiempo y fuera de nuevo una estudiante?
Se echó en los brazos de su mamá y empezó a besarla en la cara y en el pelo, sofocándola con sus caricias.
-¡ Laurita!  Déjame, que me duele la cabeza...Anda mejor al salón, porque hace rato que te está esperando un muchacho.
Corrió, sabiendo que se encontraría con René.
Ahí estaba, sentado en el sillón bajo la ventana, con cara de malhumor.
Pero, al verla, se paró de un salto y sonrió aliviado.
-¡ Creí que no llegabas nunca...!
Ella contempló con avidez su figura delgada, el mechón de pelo oscuro que le caía sobre la frente.  Sabía que, en el presente, él  era un hombre canoso, de mediana edad, que de vez en cuando aparecía en el diario, promocionando su nuevo libro.
René buscó en su bolsillo y le entregó una barra de chocolate.  En el tiempo en que era un estudiante, seguramente ese gasto era un verdadero desangramiento de su escaso presupuesto.
Laura lo miraba sonriendo, pero sentía un secreto dolor en el corazón.  Sabía que pronto iba a dejar de quererlo.
¡ René!- pensaba- ¿ Por qué no supe amarte?  ¿ Por qué te cambié por alguien que a tu lado valía tan poco?   Y ahora...¡ Ahora eres tan solo un recuerdo  añorado de mi juventud!
Abrumada por la tristeza, cerró los ojos.
Cuando los abrió, vio al pasajero que viajaba a su lado en el Metro y que la miraba preocupado.
-¡ Señorita!  ¿ Se siente bien?  Se golpeó muy fuerte en la frente...
- Me siento bien, gracias- respondió Laura, confundida- ¿ Estuve inconsciente mucho rato?
-¡ No !  Apenas unos segundos.
El tren estaba aún detenido en el túnel, pero enseguida se encendieron las luces y se reanudó la marcha.
-¿ No ve ?- le preguntó el pasajero- No fue nada...Ya todo vuelve a la normalidad.

-¡ Sí! -suspiró Laura- Todo parece que vuelve...pero, nada vuelve en realidad. 


domingo, 22 de julio de 2018

BETTY ENAMORADA.

A media mañana llegó Nora a casa de Betty. Venía roja y sudorosa porque había estado trotando.
-Te ves muy tonificada- le dijo Betty- En cambio yo, estoy blanda como un spaguetti recocido.
-¿ Qué te pasa, amiga?  Te noto triste. ¿ Será que te enamoraste otra vez?
-¿ Como que otra vez?- se engrifó Betty.
-Sí, pues. Si hace un mes atrás me dijiste que estabas enamorada sin esperanzas y yo no te podía hablar sin que soltaras el llanto...
 -¡ No me acuerdo!
-Yo sí, pues Betty, y no te enojes...Pero creo de que ya es tiempo de que madures un poco.
-¡ Claro, Nora!  A tí no te cuesta nada hablar, como tienes pareja...En cambio yo, estoy sola como una boya en alta mar.
Y se le llenaron los ojos de lágrimas, como si a su lado estuviera alguien picando cebolla.
Nora, compadecida, la abrazó.
-Mira, Betty, cuando rompiste con Alfredo andabas como zombi. No sabía qué hacer para subirte el ánimo...¡Y a la semana ya andabas entusiasmada con otros dos !
-¿ Y qué tiene de malo?  Necesitaba enamorarme de nuevo para que no se me apolillara el corazón.
-¡ Claro!   Y actuaste como si el Amor tuviera una oferta:  Lleve dos y pague uno"
-Es cierto...Y descubrí que las ofertas, o son falsificadas o vienen  falladas de fábrica.
Betty suspiró y clavó los ojos en la ventana abierta, como si esperara ver entrar volando una nueva ilusión.
-¡ No te desanimes, Betty!  Una chica como tú no puede estar sola mucho tiempo.
-¿ Una chica, dices? ¡ Ay, Nora!  A mí, de chica solo me queda la esperanza.

-¡ Tonterías, amiga!  Pero te aconcejo que no busques el Amor con tanta insistencia. Cuando dejes de buscarlo, él vendrá a buscarte a tí. No hay que sacudir el árbol para que caiga la fruta. Cuando está madura, solita cae...Es cosa de estar ahí para recibirla.


domingo, 15 de julio de 2018

LA MAGIA DE UN CUADRO.

Cuando Marcos rompió con Graciela, no quiso llevarse aquel cuadro.
Al verlo salir con su maleta, ella le recordó débilmente:
-¡ Se te queda la pintura!
El la miró fríamente y le contestó:
-¡ Quédate con ella!  Después de todo, la pinté para ti.
Graciela pensó que se la dejaba simplemente porque la hallaba fea.
Representaba un paisaje marino. Un promontorio de rocas se adentraba en el mar y en la cima había un faro. Algunas gaviotas revoloteaban en un cielo gris.
A Graciela le gustaba y lo colgó en la pared. Después de todo, era lo único que le quedaba de Marcos...
Una mañana, notó un charco de agua en la alfombra, bajo el cuadro. Pensó que había sido su gato y lo amonestó severamente. El la miró herido y le hizo un mohín de desprecio, castigándola con su indiferencia.
Al otro día, el charco era más grande y esta vez comprobó que el agua había fluido desde el borde del cuadro, como si el mar se estuviera rebalsando.
Tenía tantas preocupaciones sobre su trabajo y su vida en general, que lo pasó de largo. No tenía tiempo para reflexionar sobre el misterio.
Esa noche se desveló.  Pasadas las doce, escuchó un batir de olas y vio claramente a una gaviota salirse de la pintura y revolotear por su habitación.
- ¡Bah, qué raro!- exclamó Graciela- Después de todo estoy durmiendo...
Sin embargo, al otro día encontró  una pluma blanca caída sobre la alfombra.
A la noche siguiente, decidió no dormirse por ningún motivo. Se sentó muy derecha en la cama después de haber consumido medio litro de café.
Le pesaban los párpados y ya empezaba a cabecear, cuando le llegó nítido el rumor del mar y una bocanada de aire frío terminó de despertarla.
Se levantó y se paró frente a la pintura. Vio que en lo alto del faro había un hombre que le hacía señas.
Adelantó un pie desnudo y se encontró pisando sobre arena. De un salto se puso a trepar por las rocas del promontorio. No tenía miedo. La magia de esa hora la había atrapado y todo le parecía natural.
Con curiosidad, miró hacia atrás y se observó a sí misma en la cama, durmiendo plácidamente.
Siguió trepando por las rocas y llegó al faro. La puerta estaba abierta y una escalera de caracol conducía a la cúspide.  En lo alto vio al hombre que sonreía y le tendía la mano, para ayudarla a subir.
-¡ Ven!- la urgió- ¡ Desde arriba se ve un paisaje estupendo!
Era cierto. Una preciosa playa de arena blanco se extendía hasta perderse de vista y en la línea del horizonte, en la que un barco pesquero permanecía inmóvil.
-¡ Mira tú hacia allá!- le dijo Mariela- ¿ Ves mi cama y a mí misma durmiendo?  Se nota que todo esto no es más que un sueño.
-Te equivocas- le respondió él- Soy tan real como tú. Solo que mi mundo es paralelo al tuyo y para entrar en él sólo debes soltarte y dejarte ir, como si flotaras sobre las olas.
Mariela lo miró y vio que sus ojos eran verdes como el mar y que su pelo estaba descolorido por el sol. El le sonrió en silencio y le señaló una bandada de gaviotas que se había posado sobre el agua.
Desde lejos les llegó el sonido de una campanilla.
 -¡ Es mi despertador! exclamó Mariela, pesarosa  -  Me tengo que ir   ¡Pero tú, por favor no te vayas... ¡ ¡Volveré apenas pueda!
- Mi mundo es éste- contestó él sonriendo-¿ A donde más podría ir?
Esa tarde, al volver de su trabajo, la detuvo el conserje.
-Señorita Mariela, vio su amigo Marcos a buscar un cuadro que se le había quedado. Le dejó las llaves y un mensaje.
Mariela leyó las breves líneas, consternada : " Me llevo el cuadro porque lo necesito para completar mi exposición. Después te lo devuelvo".
Días después de la inauguración, se decidió a ir a ver  la muestra que se exhibía  en una conocida galería.
Vio que había bastante gente y comprendió que Marcos había tenido éxito. 
En un lugar destacado estaba el cuadro con el faro. Lucía un cartel que decía " vendido".
-¡ Perdona, Mariela!- le dijo Marcos, que se paseaba envanecido entre sus admiradores- ¡ No creí que se vendiera!  Pero, te pintaré otro igual, no te preocupes...

Por supuesto, jamás lo hizo...Y Mariela terminó por olvidar el breve sueño que le había brindado la magia de aquel cuadro.


domingo, 8 de julio de 2018

DUDAS.

Rubén se había subido a ese bus, sin un propósito determinado, viajando hacia ninguna parte.
Llevaba unos audífonos puestos y en la radio, Fito Paéz cantaba:  " A donde va mi vida, a dónde va mi amor"
Rubén no sabía a donde iría su vida, pero su amor se había ido hacía tiempo. Al olvido, a la nada misma.
Se sentía deprimido, incapaz de mirar a su alrededor. Viajaba con la cabeza baja, absorto en su melancolía,  como  lanzando guijarros al agua estancada de su corazón.
Hacía un mes que Natalia había terminado con él.
-¡ No soporto más tus indecisiones y tu abulia!- le había dicho con desprecio.
Una semana después de la ruptura, lo despidieron del trabajo.  Mejor dicho, no le renovaron el contrato.
-Lo tendremos en cuenta si la situación cambia- le dijeron.
¡ Ojalá Natalia le hubiera dicho eso también !  " Te tendré en cuenta si la situación cambia..." Pero no. Lo había mirado con frialdad y le había asegurado que esa vez era la definitiva.
Y así estaba su vida: sin trabajo y sin amor.
Mataba las horas arriba de un bus y viajaba hasta el terminal, donde tomaba otro de vuelta.
Por un momento hizo contacto con la realidad y notó que al bus  había subido una niña.
Era delgada y llevaba una melena oscura que ondeaba sobre sus hombros, mientras caminaba por el pasillo.
Al mirarla, a Rubén se le ocurrió pensar:  Si pudiera olvidar a Natalia, sería por alguien como esta chica.
La vio sentarse cerca de la puerta y apartó los ojos, cohibido. Pero siguió consciente de su presencia.
  Cerró los ojos y se puso a fantasear con acercarse a hablarle.
Se le ocurrieron varias frases ingeniosas y las respuestas que ella le daba lo hacían sonreír.  ¡Qué simpática !  ¡ Qué ocurrente!
Eran almas gemelas, no cabía duda...
Pero su sueño pareció hacerse trizas cuando lo asaltó un temor:
-¿ Y si le hablo y no me contesta?  ¿ Si me mira con desprecio y se hace la desentendida?
- ¿O me contesta y me da esperanzas para luego destrozarme el corazón?
En sus audífonos seguía cantando Fito Paéz, pero esta vez decía: Fuimos juntos, solos en la ciudad.
-¡ Basta de vacilaciones!- exclamó, recordando que Natalia lo había llamado indeciso y abúlico- Tengo que arriesgarme...Quizás al otro lado del pasillo va viajando mi destino.
De un manotón se arrancó los auriculares y abrió los ojos, levantándose del asiento con determinación.

Pero la niña ya se había bajado. Casi no quedaban pasajeros y el bus iba entrando al terminal.


domingo, 1 de julio de 2018

LA FOTOGRAFIA.

Mariela se trasladó a la capital para empezar sus estudios universitarios y llegó de pensionista a casa de un matrimonio ya maduro.  Habitaban una casa antigua y algo fría, en un barrio que había visto tiempos mejores.
Muebles pesados, cortinas gruesas, todo contribuía a crear un aire de melancolía.
Sobre el piano, llamaba la atención la fotografía, ya amarillenta, de una joven muy linda.
Le preguntó a la dueña de la casa quién era esa niña y ella le dijo que era su hermana Camila, que había muerto a temprana edad.
-Pero ¿ de qué murió?- preguntó Mariela, impresionada.
-Tú te vas a reír si te lo digo. Los jóvenes de ahora se ríen de los sentimientos románticos..Pero la verdad es que Camila se murió de amor.
-¡ Ay!  Pero, nadie se muere de eso, pues, señora Amalia.
-¡ Sabía que te ibas a burlar!  En realidad, estaba enferma del pecho. En los años cuarenta, la tuberculosis todavía se llevaba muchas vidas. Pero un amor contrariado hizo que ella no se cuidara...
-¡ Cuénteme, por favor!  ¡Quiero saber la historia!
-Bueno, no pudo casarse con el hombre que quería. A mi papá no le gustaba, porque era pobre. Y ella, por no contrariar la autoridad de nuestro padre, rompió con él.
-¿ Y qué pasó?
- Pasó que no quiso cuidarse, a pesar de las advertencias del médico. Adrede  salía a mojarse en la lluvia y un día que nevó, la vi en el jardín frotándose el pecho con puñados de nieve...
Mariela quedó muy impresionada con la historia. Le parecía increíble que en  el siglo pasado pasaran cosas así.  Que a una no le dejaran casarse con el hombre que quería y que la gente se muriera de tuberculosis...
Cada vez que pasaba junto a la fotografía se quedaba mirándola. Le parecía que Camila la seguía con los ojos, como si quisiera decirle algo...Estaba segura de que se había creado un lazo invisible entre las dos.
Una noche, despertó sobresaltada. Sintió que no estaba sola. Abrió los ojos y vio a Camila sentada a los pies de su cama. ¡ Se veía igual que en la fotografía!   Sencillamente, como si se hubiera escapado del marco...
-¡ Camila!- exclamó Mariela, sin asombrarse mucho, tal vez creyendo que todavía soñaba-  ¿Viniste a decirme algo?
-Sí, que me voy. Que no puedo quedarme más.
-¿ Y a donde piensas ir?
-¡ A buscarlo a él!  Voy a romper con todo...Sé que él me quiere todavía.
-Pero, Camila...Si eso pasó hace tantos años...Estamos en otro siglo. El tiene que haber muerto hace ya mucho tiempo.
-No, te equivocas. ¡Esta noche es mágica! Cuando sean las doce, todo volverá a ser lo de antes y podremos encontrarnos los dos... ¡ Voy a la Estación Mapocho, a tomar el tren.  ¡Acompáñame!
- Es que por esa estación ya no pasan trenes... Hace años que la transformaron en un Centro cultural...
-Te digo que esta noche el pasado volverá y todo será como antes.
Llegaron a la Estación y Mariela la vio iluminada y llena de gente. Un tren iba ingresando al andén con un lento rechinar de ruedas.
Camila se soltó de su mano y de un salto se subió a un vagón. Había varios pasajeros sentados y Mariela pensó que serían otras fotografías escapadas de sus marcos que viajaban al encuentro del pasado, aprovechando la magia de esa noche especial.
A la mañana siguiente,  la despertó un grito angustiado de la señora Amalia.
-¡ Braulio, Braulio! ¡Ven a ver lo que ha pasado!
Cuando llegó al salón, todavía en piyama, vio a los dos viejitos abrazados mirando el marco. En lugar de la fotografía,  había solo una cartulina descolorida.
-Pero ¡ no entiendo!  ¿ Como pudo ser?
- ¡Pero, mi hija! - decía don Braulio, consolándola- La humedad y el tiempo la fueron borrando. ¡ Acuérdate de lo amarillenta que estaba!  ¡ Ya no podía durar más !
Mariela subió despacito a vestirse y partió a la Universidad sin hacer comentarios.