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lunes, 25 de julio de 2011

ELEGIA.

El lápiz a pasta, después de donar hasta la última gota de su sangre azul a la Literatura, o en palabras más corrientes, después de haber vomitado una notable cantidad de cuentos, falleció.
Anemia aguda, fue el diagnóstico.
Al funeral asistieron el corrector, que derramó abundantes lágrimas blancas y el block de papel roneo, al cual la emoción lo llevó a comportarse más rayado que nunca. No en vano habían compartido una vida.
El notebook, en cambio, se reportó enfermo. Una jaqueca en el disco duro.
Pero, se comentó que nunca lo había estimado, que los celos lo corroían.
Por otra parte, el lápiz de pasta siempre se había mostrado altivo con él. No sólo por su sangre azul sino porque se consideraba el verdadero autor de los cuentos. Mal que mal, era él quién los ponía en el papel. El notebook sólo actuaba como copista.
Nunca se conmovió con la música y las luces de colores que él desplegaba para encandilarlo con su magia casi galáctica.
-Un advenedizo sin historia. Mi trayectoria, en cambio, viene desde el siglo pasado, con mi ilustre antecesor, el Birome. Además, yo pertenezco al mundo del arte. La Literatura es la razón de mi vida.
Todo esto lo comentaba en voz baja, pero con suficiente volumen para que lo escuchara su adversario.
El lápiz de mina y la goma de borrar trataron de pasarse al bando del noteboock, pero éste los rechazó con desprecio.
-Somos de distintas épocas-les dijo-Yo estoy en plena juventud y Ud.  ya no tienen futuro.
Así es que los dos, para demostrarle su resentimiento al orgulloso y su aprecio sin rencores al fallecido, mandaron una corona de virutas.
Cuando lo enterramos, no lloré, lo confieso. ¡He perdido tantos! Pero me alegré de haberlo dejado creer que era él quién inventaba los cuentos. Al fin y al cabo, los escribía con la sangre de su corazón. Murió creyendo que yo sólo cumplía el humilde papel de sostenerlo en mi mano. . .
Dulce mentira que lo acompañó hasta su muerte.
Y nunca sabrá, tampoco, que ya tiene un sucesor.
Pero, en mi apuro, he cogido un lápiz a pasta verde.
¿Escribiré con él cuentos cargados de esperanza o amargados de bilis?
El tiempo lo dirá.

1 comentario:

  1. Muy original, simpático, teñido de suave filosofía.

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