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miércoles, 1 de junio de 2011

DIA DE NIEVE.

Ese día, en el cielo, los ángeles estaban peinando sus alas. Suaves plumillas blancas se desprendían de las peinetas y en la tierra empezó a nevar.
El aire era diáfano y crujiente como si el mundo estuviera envuelto en papel celofán.
Sonaron las campanas llamando a la misa de ocho. Graciela se vistió en silencio, bién envuelta en su abrigo y con el gorro de lana cubriéndole las orejas. ¡Quería salir a ver la nieve!
Se asomó a la habitación de su madre y notó que dormía profundamente. A los pies de su cama estaba ovillado Muchi. Al escuchar el sonido de la puerta abrió apenas una rendija de sus ojos verdes y luego, con despectiva indiferencia, acomodó mejor su cola en torno a su cuerpo y siguió durmiendo.
-No molestes, es muy temprano para mi leche-pareció decir.
Muchi creía que el mundo empezaba a girar sólo a la hora de su leche. Otra cosa que parecía creer era que los gatos eran dueños de las personas, quienes estaban ahí sólo para servirlos y llenaban el resto del tiempo con toda clase de tonterías.
Graciela salió a la vereda y respiró a bocanadas el aire helado de la mañana. La calle estaba desierta y silenciosa. Era como si la ciudad entera durmiera arrebujada en la frazada blanca de la nieve.
Las campanas de la Iglesia tocaron la tercera señal para la misa y los repiques sonaban como vivaces reproches:
-¡Levántense, flojos! ¡Es Domingo! ¡No olviden que es el día del Señor!
Pero, la nieve con su manto lo envolvía todo, acallando los sonidos y la calle permaneció desierta.
Graciela dobló la esquina y vio que en el paradero de buses había alguien. A medida que se acercaba, notó que era un joven vestido de extraña manera. Llevaba un largo abrigo de terciopelo y un gorro de piel del cual escapaban rubios cabellos que caían hasta sus hombros.
Bajo el brazo llevaba un fajo de papeles atados con un cordel. Eran partituras de música.
-¡Hola! -le dijo la niña-Yo me llamo Graciela ¿Y tú?
-Yo, Piotr-dijo el joven, sonriendo.
-Y ¿a dónde vas, Piotr, con esas partituras?
-Voy al  Conservatorio. Y tú ¿Qué haces por aquí tan temprano?
-Salí a ver la nieve, como en Santiago no nieva casi nunca. . .
El joven la miró con sorpresa y dijo:
-Veo que eres extranjera, porque aquí en Moscú nieva todo el tiempo.
Graciela miró a su alrededor y todo le pareció desconocido. Había casas de estilo muy antiguo y a lo lejos vio una Iglesia de cúpulas doradas, desde donde parecían brotar los repiques de las campanas.
Entonces dejó de parecerle extraña la vestimenta del joven, pues era totalmente acorde con el paisaje que los rodeaba.
-Y esas partituras ¿Tú las escribiste?
Sí, estuve toda la noche desvelado. Tengo en la mente la música de un ballet. Será  para niños. ¡Creo que a ti te gustaría! Quiero llamarlo "Cascanueces".
Graciela lo miró y entonces recordó  dónde lo había visto antes. ¡En la Enciclopedia de Música de su papá! Allí aparecía el retrato del hermoso joven. ¡Era Piotr Chaivskosky!
-Quiero mostrarlo a mis colegas del Conservatorio. Aún es sólo un esbozo y no sé si un día llegaré a terminarlo. . .
-¡Oh, sí! -exclamó Graciela-Lo terminarás y serás famoso en el mundo entero. ¡Será una música tan bella que nadie podrá olvidarla jamás!
Piotr la miró sorprendido por su vehemencia y luego rió:
-Así es que tú, tan pequeña ¿eres una hechicera que predice el futuro?
Graciela no alcanzó a contestarle.
El silencio fue roto por la llegada de un tranvía. Frenó crujiendo y rechinando y dispersó una lluvia de nieve alrededor de sus ruedas.
-Debo irme-dijo Piotr y saltó a la pisadera. Agitó su mano en un gesto de adiós.
Graciela se quedó inmóvil en la vereda mientras el viejo tranvía desaparecía en la distancia.
Con él desaparecieron las altas casas antiguas y la Iglesia de cúpulas doradas. Se encontró de nuevo en su barrio y en la calle que le resultaba familiar.
Como era una niña no se extrañó mucho de aquel maravilloso episodio. Sólo pensó que en los días de nieve pueden ocurrir cosas mágicas, y sacudiendo los copos que se adherían a su abrigo, se encaminó a casa para desayunar.

1 comentario:

  1. Muestra tu gran capacidad imaginativa para jugar con personajes literarios o en este caso, un músico e introducirlos en la magia del cuento.

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