Bienvenidos a Mi Blog

Les doy la bienvenida a mi blog y les solicito encarecidamente que me dejen sus comentarios a mis entradas, pues su opinión es de gran valor para mí.



domingo, 29 de marzo de 2015

PALABRAS QUE ME HACEN ILUSIÓN.

( Tarea de Taller)

ANGEL-  LUCIÉRNAGA- SORTILEGIO-  IRIDISCENTE- DULZURA- CRISTAL-  NIEVE-  MARIONETA-  ORGANILLO.

Un ANGEL en el cielo, estaba peinando sus alas. Suaves plumones se desprendían, cayendo y en la Tierra empezó a nevar.

Empecé persiguiendo LUCIERNAGAS en el campo y trepé por la noche, persiguiendo estrellas.

 Cuando tú abres los ojos, para mi empieza el día. Es un SORTILEGIO de amor.

 Una gota de rocío IRIDISCENTE cayó sobre mi dedo. Es el diamante que sella mi compromiso con un duende.

No hay mayor DULZURA en el mundo, madre, que la de tu mano fresca sobre mi frente, cuando tengo fiebre.

El granizo bajó girando y danzó en mi ventana con zapatitos de CRISTAL.

Soñé que encontraba un campo de violetas florecido bajo la NIEVE.

Los hombres se creen libres, mientras el Destino juega con los hilos de su teatro de MARIONETAS.

La nostalgia es como la música del ORGANILLO, que desgrana sus notas en mi corazón.


UN EXTRAÑO EN EL PARAÍSO.

Miguel había muerto en un día de lluvia,  atropellado por un bus del trans Santiago.
Por un momento, lo atravesó un violento dolor y sintió que sus huesos crujían y se deshacían como hojas secas pisoteadas en la vereda.
Lo último que vio fue un círculo de curiosos inclinados sobre él, ansiosos de ser ellos los que captaran su último suspiro. Uno fue más audaz y le sacó una foto con su teléfono celular. ¡Ahora tendría algo truculento que mostrar al llegar a la oficina!
Miguel cerró los ojos y escuchó el lejano ulular de la sirena de una ambulancia.
Después lo envolvió una claridad suave, como preludio del amanecer y se encontró en una larga fila de gente que esperaba algo.
Pensó, entusiasmado, que después de todo no había muerto y que estaba haciendo cola para tomar el bus.
Pero la gente se movía rápido y pronto se encontró frente a un mesón, donde un viejecito de barba blanca le entregó una cartulina azul. Era un tiket de entrada al Cielo.
Al atravesar una ancha puerta dorada, un ángel le dio un par de alas flamantes y con gentileza se las sujetó sobre los omóplatos.
Ahí ya no le quedaron dudas. Estaba definitivamente muerto y la vida en la tierra había quedado vedada para él.
Le pareció muy injusto. ¡ Era demasiado joven para morir!  Ni siquiera había alcanzado a enamorarse....Y ahí en el Cielo eso estaba descartado.  Todos llevaban túnicas, todos tenían alas y era imposible distinguir quién era hombre y quién mujer.  Y Miguel no estaba dispuesto a llevarse un chasco.
En cuanto a los ángeles ¡ ni hablar!  Son muy hermosos, pero de sobra se sabe que carecen de sexo.  Basta ver los cuadros religiosos de los museos. Cuando aparecen angelitos desnudos, una nube rosada les cubre esa parte, y no porque haya algo que ocultar sino precisamente porque ahí no hay nada...
En resumen, Miguel se sentía traicionado por esa muerte prematura y decidió volver a la tierra a como diera lugar.
Una tarde de Sábado en que se relajó la vigilancia porque los ángeles guardianes estaban viendo un partido de fútbol en televisión, Miguel fue bajando de nube en nube y volando trechos cortos para disimular y sin saber cómo, se encontró otra vez en la Tierra.
Era Primavera y el perfume de las flores le arrebató el corazón.
Del patio trasero de una casa robó un pantalón y una camisa que colgaban todavía húmedos. Rápidamente se despojó de la túnica y escondió las alas en un matorral.
Vestido como cuando estaba vivo, caminó confiado en dirección a una plaza.
Antes de cruzar la calle, miró para ambos lados con precaución, no fuera cosa que apareciera otro bus, dispuesto a matarlo de nuevo.
De lejos divisó a una niña muy linda que leía sentada en un banco.
Decidió acercarse y hablarle. Sentía que estaba usando un tiempo prestado y que debía apresurarse.
Miguel llevaba el pelo empapado porque había muerto en un día de lluvia y la ropa que se había robado en el tendedero de un patio,tenía olor a humedad.
-¿ De donde vienes, así tan mojado?- le preguntó la niña, pero sus ojos le decían que mojado o seco, le gustaba igual.
-Me pilló un aguacero súbito, por allá-  Miguel señaló vagamente unos nubarrones que se veían en lontananza.
 Ella sacó un pañuelito de papel y le secó la frente. De más está decir que se enamoraron.
Pero Miguel estaba inquieto. Suponía que ya en el Cielo habrían descubierto su fuga y no tardarían en llegar a buscarlo.
Días después, notó que dos hombres altos lo seguían desde cerca. Tenían sospechosas jorobas que no podían ser otra cosa que alas cubiertas por sus chaquetas.  Por el borde de su sombrero escapaban destellos dorados, seguramente de las aureolas que llevaban ocultas.
Era evidente que pertenecían a  la C.I.C, la Central de inteligencia del Cielo y que era cuestión de tiempo que lo detuvieran y se lo llevaran.
Cuando Miguel se sentaba al lado de su amada, ellos se sentaban en el banco contiguo y lo miraban fijamente.
Pero al paso de los días, su entrecejo se fue suavizando y sus miradas dulcificándose. La Primavera también obraba su influjo en ellos y seguramente habían decidido concederle un poco más de tiempo.
Pero ese tiempo regalado transcurrió inexorablemente y una tarde, Miguel vio que los dos ángeles lo esperaban junto a unos pinares.
En silencio, se dirigió con ellos al matorral donde había escondido la túnica y las alas. Notó que los pájaros le habían estado arrancando las plumas para hacer sus nidos y se veían bastante maltrechas.
Las sujetó en su espalda y emprendió el vuelo al lado de sus captores.
No iba tan triste. Después de todo, había conocido el Amor y le había gustado mucho.

¡ Sería un recuerdo delicioso que conservaría por toda la Eternidad!


domingo, 22 de marzo de 2015

EL MEDALLON.

En una fiesta a la que asistía de mala gana, Juan conoció a una niña que lo atrajo profundamente. Tenía los ojos rodeados de sombras violeta y su tez era pálida. 
No se veía muy saludable y a Juan le extrañó conocerla en ese ambiente tan ruidoso.
Pero cuando le sugirió que bailaran, ella se levantó de su asiento y se entregó a sus brazos.
Le dijo que su nombre era Rosa.
 Y Juan pensó que era el reflejo de una rosa blanca en un espejo empañado.
Llevaba un vestido oscuro y en su cuello llevaba un curioso medallón. Pendía de una cadena de plata y era una piedra de pálidos reflejos, semejante a un trozo de la luna.
Juan se sentía como hipnotizado y no podía apartar los ojos de la joya.
-¡Qué extraño es ese medallón que llevas!- exclamó.
-Sí, es muy especial- respondió Rosa- Me lo regaló un amigo muy querido antes de morir.
Bailaron un rato, pero ella se quejó de que estaba cansada y quiso salir a la terraza.
Juan quería retenerla a su lado e improvisaba temas de conversación, pero Rosa sonreía en silencio y parecía no tener muchas ganas de hablar. Sin embargo, se notaba que estaba a gusto y no se opuso cuando, más tarde, Juan se ofreció a llevarla a su casa.
Quedaron de verse al día siguiente, y al otro...y al otro... Y así su amor fue creciendo y envolviéndolos en un mágico velo que los aislaba de la gente.
Pero Rosa se notaba cada vez más pálida y agotada.
- Debes ir al médico- le sugería Juan, inquieto.
-No estoy enferma- aseguraba ella- Sólo un poco cansada. Pero me gusta...Siento como si mi cuerpo flotara en un río que me lleva despacio hacia el mar.
Su cuello frágil parecía doblarse por el peso del medallón.
-¿ Por qué no te lo quitas ? - la urgió Juan.
-¡ No ! - exclamó ella- Mi amigo me pidió que lo llevara siempre en memoria suya.
Juan observaba el medallón y le parecía que la piedra había cambiado de aspecto. El destello, antes pálido, ahora parecía cobrar vida y resplandecer a medida que las fuerzas de Rosa iban decayendo.
Al final, ella murió.
Juan llegó a su casa corriendo, avisado por la madre, pero ya era tarde. Rosa se había ido a un lugar ignoto a donde él no podía seguirla.
- Le dejó su medallón-dijo la madre, entre sollozos- Le pidió que lo lleve siempre en recuerdo de ella.
Juan se lo puso y lo ocultó bajo la camisa.
Le pareció que llevaba un trozo de hielo sobre la piel. Pero era una sensación agradable, como si los labios fríos de Rosa le besaran el pecho, sobre su corazón.
Rumiando su pena por haberla perdido, se le iban los días. Una extraña fatiga lo debilitaba.
Sólo quería permanecer tendido en su cama, pensando en Rosa.
Dejó de ir a la Universidad y apenas salía de su habitación, para alimentarse sin ganas.
-¿ Estás enfermo?- le preguntaban todos- Te ves tan pálido.
-Por favor, hijo, anda al médico- le suplicaba su madre.
Bajo su camisa, el medallón resplandecía y quemaba, como un trozo de hielo que encerrara una llama.
Una noche se sintió más débil que nunca y se echó en la cama, sin desvestirse.
Se sentía flotar sobre la corriente de un río que lentamente fluía hacia el mar.
De pronto, vio en medio de la habitación una figura extraña. Era una mujer alta, envuelta en un manto oscuro.
No supo cómo había entrado, porque la puerta permanecía cerrada.
- Veo que has usado mi medallón-le dijo sonriendo- pero ya no lo necesitas.
Suavemente lo desprendió de su cuello y lo dejó sobre el velador.
Lo tomó de la mano y él se levantó con presteza, sin rastros ya de fatiga.
- Es hora de partir. No te demores- dijo ella- Rosa no deja de preguntar por ti.
Juan no supo como se encontraron junto a un ancho río. Una barca los esperaba en la ribera.
A la mañana siguiente, la hermana de Juan entró a despertarlo para desayunar y lo encontró muerto.
- ¡ Pobre Juan!- suspiró la niña, sin extrañarse mucho - ¡ Todos sabíamos que terminarías por dejarnos...!
A través de sus lágrimas, vio brillar el medallón sobre el velador.

-¡ Qué hermoso es este medallón!   ¡Muchas veces deseé que fuera mío!...- ¡Ahora lo voy a usar siempre, en memoria de él !

domingo, 15 de marzo de 2015

UNA AVENTURA INOLVIDABLE.

Hacía un par de meses que trabajaba en la Universidad, mientras terminaba mi tesis. Era secretario, ayudante y recadero de un ilustre profesor.
El me informó que en la semana siguiente se realizaría en Santiago, la capital, un importante Seminario sobre Energía Nuclear.
- Mi agenda no me permite ir así es que quiero que vayas tú en mi lugar. Sólo te pido que asistas y tomes nota de lo que digan los expositores. No quiero quedar como ignorante después, frente a mis colegas.
Tomé un tren , casi de madrugada, y medio dormido todavía, me dejé caer en el primer asiento que encontré vacío.
Vi que al frente mío iba una mujer preciosa, leyendo una revista.  Sólo alcanzaba a ver su pelo rubio algo despeinado y sus piernas...Pero, lo poco que veía me dejaba sin aliento.
Al rato bajó la revista y  por sobre el borde, me escrutó sin compasión.
Luego sonrió dejándola a un lado, sobre el asiento.
-Ya que viajamos juntos, conversemos mejor- dijo, y me tendió una mano blanca digna de una diosa.
-Maggie- se presentó con sencillez- ¿ Y tú?
-Genaro, para servirte- balbuceé yo y me atraganté al darme cuenta de lo estúpido que había sonado eso.
Ella se rió con cierta ternura compasiva, como si estuviera frente a un descerebrado.
No sólo me turbaba su presencia sino el hecho de que era mayor que yo y parecía una mujer de mundo.
Pero, estaba deslumbrado. No podía dejar de mirarla, mientras ella desgranaba una charla insustancial.
Cada cierto rato se callaba, esperando una respuesta, pero a mí no me salían las palabras.
Bajo su mirada, me sentía como un cubo de hielo puesto al sol.
Me fui derritiendo lentamente y al final no quedó de mí más que un charco de agua enamorada. Si es que el agua se puede enamorar...
( Abro paréntesis. Sí, si puede. El agua del mar ama a las rocas y se arroja sobre ellas embravecida por la impotencia de no poder conmoverlas. Y el agua de la lluvia ama los prados y los envuelve en un manto de diamantes, para expresarles su amor. Cierro paréntesis.) 
Supe que se bajaría en la misma estación que yo y para mi sorpresa, iba al mismo Seminario.
¿ Qué haría una mujer como ella en un sitio semejante? No me lo dijo ni tampoco se lo pregunté.
-¿ Tienes reserva de Hotel?- me interrogó .
- No, pero si no encuentro habitación, puedo dormir en un banco del parque.
-¡ Estás loco!  Ahí pululan traficantes y otros marginales peligrosos.  ¿ Por qué no te vienes conmigo? Yo tengo una reserva  en un Hotel cerca de la estación.
Cuando entramos a la habitación, vi que había una sola cama. Me quedé indeciso en el umbral.
-Puedo dormir en el sofá- musité turbado, aunque no se veía ninguno.
-¿ Por qué ?  ¿ Que crees que no cabemos los dos en la cama? -preguntó ella riendo.
Me quedé sin habla...
En la noche hicimos el amor.
Yo estaba sudando de nervios y las cosas no salieron muy bien.
-No te preocupes- me dijo ella y me besó en la frente con un beso maternal que aumentó mi humillación hasta un nivel intolerable.
Me corrí hacia el borde de la cama y me hice el dormido. Me sentía tan miserable que pensé que , al otro día, como ese personaje de Kafka, iba a amanecer convertido en cucaracha.
Al rato, ella empezó a respirar más pausadamente y sabiéndola dormida, me atreví a mirarla.
¡ Qué linda era! ¡No podía creer que estuviera a mi lado!  Me sentí más optimista pensando que al día siguiente seguramente tendría la oportunidad de revertir mi pobre actuación...
Cuando desperté, ya no estaba. Había un papel sobre el velador.- Me voy al Seminario.- decía- ¡ Nos vemos allá!
Llegué justo cuando un viejito de lentes se congratulaba en presentar a la Doctora en Física molecular, la Doctora Margot Z.... , que expondría sus conclusiones sobre el empleo de la energía nuclear en el campo de la Medicina.
Breves aplausos y al podio subió Ella...¡ No lo podía creer!
¡ Doctora en Física!... Y yo, pobre estúpido, que soñaba con poderla impresionar...
Me concentré a duras penas en el Seminario y tomé las notas que mi jefe me había encargado.
Cuando vino el intermedio para café, partí disparado rumbo al Hotel.
Le pedí la llave al  conserje y subí, sin aliento. Tomé mi humilde bolso del gimnasio, lo llené con mis cosas y salí corriendo, mientras el conserje me miraba con una insultante sonrisa de conmiseración.
¡ Parecía haberlo adivinado todo!
De más está decir que nunca más volví a verla.

 Pero  ¡ fue una aventura inolvidable !


domingo, 8 de marzo de 2015

DIA DE LA MUJER 2015.

HISTORIA DE FEDERICO.

A la salida del pueblo donde vivía Federico había dos caminos que conducían a la ciudad vecina.
Uno estaba pavimentado y por él circulaban numerosos automóviles.
El otro, no lo tomaba nadie. Era un viejo camino de tierra, que decían era más largo, con muchos rodeos inútiles. No valía la pena perder el tiempo y llenarse de polvo los zapatos.
Cuando Federico quiso partir a buscar lo que la Vida podría ofrecerle, se fue a pie, con su vieja mochila colgada a la espalda.
Se detuvo en la encrucijada y sin saber por qué, tomó el camino de tierra.
Hacía muchos años que nadie lo recorría, al extremo de no saberse qué sorpresas podía ofrecer al cabo de tanto tiempo.
Federico sintió curiosidad. Además no estaba apurado. Tenía sólo veinte años y todo el tiempo del mundo, desenvolviéndose frente a él  como una cinta de plata.
Pero ¡ de veras que el camino era muy largo! Cayó la noche y aún no lograba salir del bosque que crecía a ambos lados. Se sentía cansado y sediento y lamentaba su tonta aventura.
Caminó toda la noche y al amanecer se encontró a la entrada de un pueblo desconocido.
En la plaza había una iglesia y en la iglesia una campana que empezó a repicar de inmediato,  y a Federico le pareció que le daba la bienvenida.
Mucha gente acudía a misa y al pasar lo saludaban sonriendo, como si lo conocieran desde siempre.
En un banco de la plaza vio a un anciano que alimentaba a las palomas.
-Señor- le preguntó- ¿ Cómo se llama este pueblo?
- Se llama Pueblo Feliz.
-¡ Qué nombre tan sugerente!- exclamó Federico- ¿ Y existe alguna razón que justifique ese nombre?
-Por supuesto- le respondió el anciano, con una sonrisa- Aquí todos son felices, incluso yo, que estoy tan viejo. En lugar de amargarme por mis achaques, despierto cada mañana agradecido y contento de vivir un día más.
Federico se quedó pensativo. Se preguntaba cómo nadie en su pueblo sabía de ese lugar. Todos pensaban que el camino de tierra era largo y árido y que no valía la pena transitar por él. Y mientras, al final del bosque se había levantado ese pueblo de casas blancas con jardines de rosas, donde uno podía hallar la felicidad sin ningún esfuerzo.
-¿ Para qué seguir andando?- se dijo- Sería un tonto si me fuera de aquí.
Pero, con el paso de los días empezó a sentir un desasosiego creciente y un tedio abrumador.
Aquella alegría constante, aquella serenidad de espíritu, en lugar de hacerlo feliz , lo intranquilizaban.
-No- reflexionó Federico - No es aquí donde está la Realidad que quiero conocer. Esto es como un sueño que nunca termina. Y yo no quiero soñar, yo quiero vivir.
Tomó su mochila y se dirigió a la salida del pueblo.  Todos, al verlo pasar, le sonreían y le deseaban buen viaje. Nadie se apenaba al verlo partir. ¿ Cómo podrían entristecerse si eran tan felices?
Al pasar por la plaza, vio al anciano dándole miguitas de pan a las palomas.
-¡Adios, abuelo!  Me voy....
-¿ Y por qué te vas?
-Porque no estoy preparado todavía para ser feliz. Necesito sufrir primero. Cuando haya conocido el fracaso, la decepción y el dolor, recién  entonces podré decir que he vivido. Sólo se aprecia la Felicidad cuando se conoce el sufrimiento.
-¿ Volverás?- le preguntó el anciano.
-Creo que sí...
-  Cuando vuelvas, seguro que ya me habré ido. ¿ Podrías seguir tú alimentando a las palomas?



martes, 3 de marzo de 2015

AUTOBIOGRAFIA.

He dividido mi autobiografía en tres partes.

La primera empieza, naturalmente, cuando nací. Incluye prados de alfalfa con mariposas, tardes junto al mar y problemas de aritmética llorados sobre un pupitre antiguo, de esos que tenían un agujerito para poner el tintero.
También cabe en ella mi adolescencia, cuando aprendí que el corazón sirve para enamorarse y para que te lo rompan sin compasión.

La segunda parte no la quise escribir, aunque se supone que eran los mejores años de mi vida. ja ja  No sé si resumirlos como ¡ puf !  o como ¡ aj !
Pero si tuviera un frasco de tinta china lo vaciaría encima de la página y si estuviera filmando una película, la imagen se iría a negro y se quedaría ahí por harto tiempo.

La tercera parte la estoy escribiendo ahora y abarca mi madurez inmadura. No quiero que la publiquen sino hasta después de mi muerte . Pero no la busquen en la lista de los best seller...
Mejor búsquenla sencillamente en el Obituario.

domingo, 1 de marzo de 2015

EL PROFESOR.

Nora chupaba con entusiasmo la tapa de su bolígrafo, como si de ahí pudiera extraer el esquivo elixir de la inspiración.
El profesor del taller literario les había dado una tarea descabellada:  Re-escribir un argumento de Borges con el estilo de García Márquez.  ¿ Qué sentido tenía eso?
Nora se había tomado dos aspirinas por anticipado. Sabía que pronto las garras negras y viscosas de una jaqueca le estarían estrujando el cerebro.
¿ Por qué al profesor se le ocurrían temas tan rebuscados?
Sospechó que lo hacía adrede para martirizarlas. O quizás sólo quería exhibir ante ellas, ya de por sí embobadas de admiración, las sofisticadas complejidades de su intelecto.
Sin querer, Nora imaginó verlo parado frente a ella.
Buenmozo y trasgresor, con su pelo siempre erizado como un grito de rebelión contra los convencionalismos, con sus mejillas apenas sombreadas por una barbita incipiente...Y joven. ¡Ay!  Tan joven...
 Nora, que ya había cumplido los cuarenta, no se acordaba cuando, se había enamorado sin remisión.
Pero se las había arreglado para mantener su amor en el más estricto secreto.
Como una cleptómana que acaricia en el fondo de su bolsillo el producto de su robo.
 Después de todo, amarlo era como robarse a sí misma la tranquilidad, la estabilidad y el descanso nocturno...¡ Todo!   Sólo podía hacerse daño a sí misma, pero juró que nadie adivinaría sus sentimientos jamás.
Así meditaba mientras chupaba la tapa del lápiz, sin que la más remota idea sobre el cuento se perfilara en su mente.
Sonó el timbre y en el umbral de la puerta estaba Betty.
Entró alicaída y se dejó caer en un sillón sin pronunciar palabra.
Parecía que no se acordaba del motivo de su visita, tan obnubilada estaba, pero al ver a Nora con el lápiz en la mano, enrojeció violentamente.
-¡Ay, Nora!.. La tarea... ¡ Claro!  - balbuceó incoherente y luego se echó a llorar como una Magdalena.
-Betty ¡ por Dios!  ¿ Qué te pasa?  ¿ Te dejó Aldo?
Aldo era el eterno novio, que la seguía hacía años, tolerando todos sus vaivenes emocionales.
-  ¿ Aldo? ¡No!  Pobre ángel...Soy yo la que estoy a punto de arrasar con todo, como un sunami.
-Bueno, pero cuenta.
- Es que me da vergüenza... A mi edad.  Tú sabes que ya cumplí los treinta y ocho.
Nora, mentalmente, le agregó diez más, pero la miró comprensiva.
Betty sacó de su cartera un papel y se lo alargó, entre orgullosa y ruborizada.
Nora alcanzó a ver que era un correo electrónico del profesor, que Betty había impreso para mostrárselo.
Lo soltó violentamente como si fuera una araña peluda. El papel cayó al suelo, mientras ella sentía que se le paralizaba el corazón.
Bety lo recogió y lo apretó contra su pecho.
-¡ Me lo escribió él!  ¡ Me dice que me admira !  A mí , Nora ¿ Te das cuenta?
-¿Y qué piensas hacer?- logró articular ella, con la lengua traposa.
-  No sé, no sé, Nora... Lo estoy pensando... Me da pena por Aldo, ¿ sabes?
Nora explotó de pronto :
-¡ Espero que no tomarás en serio esta idiotez!  ¿ Cómo se te ocurre fijarte en un hombre más joven que tú?  ¡ Sólo a una loca que no se mira al espejo y no se ve las arrugas se le podía ocurrir!
Betty la  miró asombrada ante su crueldad y su vehemencia. Pero le vió los ojos arrasados de lágrimas y lo comprendió todo.
-¿ Tú también, Nora?
Y como era noble, olvidó en un segundo las palabras hirientes y la rodeó con sus brazos.
Juntas lloraron un poco y luego, sin darse cuenta, se pusieron a reír.
-¡ Salgamos a tomar un café, será mejor!  ¡Y después nos dedicamos a la maldita tarea !