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domingo, 31 de diciembre de 2017

CAMBIO DE AÑO.

Empezaron a sonar las campanadas de las doce en la Iglesia vecina. ¡ Era la noche de fin de año!
Lucy se asomó al balcón y se distrajo mirando pasar a un viejo que arrastraba los pies por la vereda. Llevaba un enorme fardo a la espalda y se notaba muy cansado. Más que cansado, iba triste. Su cara reflejaba decepción y amargura.
¡ Pobre viejo!  pensó Lucy  ¡ Quizás qué cosas habrán visto esos ojos, que van llenos de lágrimas!
Se perdió el anciano calle abajo cuando sonó la última campanada de las doce.
En ese preciso instante, Lucy escuchó que se abría la puerta de calle y alguien entraba.
Alcanzó a asustarse, pero vio que era un niño. Se veía asustado y se acurrucó en un rincón.
-Pero, tú ¿ quién eres? - le preguntó Lucy.

-Soy el Nuevo Año que llega...Pero ¡ tengo miedo de entrar a ese mundo !  ¿ Me puedo esconder aquí?


domingo, 24 de diciembre de 2017

CUENTO DE NOCHEBUENA.

Estrella deseaba que esa Nochebuena fuera mejor. Poder olvidar que ya no era tan feliz como cuando niña. Que ahora su círculo de seres queridos se iba empequeñeciendo y  eran más los que se olvidaban de ella que los que la recordaban con amor.
Pensó que lo mejor sería dejar de pensar en sí misma y tratar de darle felicidad a otros.
Esa mañana había estado conversando con una señora del barrio y ella le contó que estaba por nacer un niño en un hogar muy humilde. Que la madre no tenía nada con qué esperarlo. Sólo unos pobres pañales que había cortado de una sábana vieja.
Esa noche, Estrella pensó que el niño seguramente ya habría nacido y quiso ir a verlo, llevándole regalos.
Por la dirección que le había dado su vecina, supo que la casa era lejos, en las afueras de la ciudad y no quiso ir sola.
Llamó a un amigo llamado Pastor y le contó su proyecto.
-¿ Me acompañarás, Pastorcito ?- le preguntó zalamera.
-¡ Claro, que sí, Estrella!   ¿ Acaso no ando yo siempre siguiendo tu luz?
Ella se rió, halagada.
Pastor le propuso:
-¡ Pasemos a buscar a los Reyes !  Si formamos un grupo grande, será mejor...
-¿ Cuales Reyes?  ¡ No me digas que son reyes de verdad!
-¡ No, tontita!  Su apellido es Reyes. Son tres hermanos y sus papás no hallaron nada mejor que bautizarlos Melchor, Gaspar y Baltazar.
-¡ Qué apropiado!  Ya, vamos... Iremos con los Reyes a ver al Niño...¿ No te parece emocionante?
Partieron caminando. Estrella iba adelante, sirviéndoles de guía porque era la única que sabía la dirección.
 A esa hora el comercio ya estaba cerrando y prefirieron sacar de sus casas unos paquetes con alimentos y ropa.  
Al llegar, vieron que la casa era mucho más pobre de lo que habían imaginado.
-¡ Apenas parece un pesebre!- comentó Pastor, conmovido.
Pero vieron que adentro había mucha luz. Era un resplandor dorado que brotaba de la cuna. En ella había un niño recién nacido, envuelto en un pañal.
Pastor y Estrella depositaron los paquetes sobre la mesa vacía y en pocos minutos, improvisaron una cena de Nochebuena.

Los tres Reyes se emocionaron tanto que cayeron de rodillas frente al Niño y costó mucho convencerlos de que se pusieran de pie....


sábado, 16 de diciembre de 2017

TIC TAC DEL CORAZÓN.

Julio tenía el corazón destrozado.
Lo sabía porque al suspirar,  escuchaba en el interior de su pecho un extraño sonido de engranajes sueltos.
Sabía exactamente el día y la hora en que se le había roto.
Fue la tarde en que vio a Josefina del brazo de otro hombre.
Cuando ella llegó a trabajar a la Empresa, Julio llevaba años ya como jefe de Cobranzas.
Al verla por primera vez, quedó impresionado. Con el transcurso de los días, la impresión se transformó en emoción y empezó a sentirse joven, como cuando tenía veinte años.
Una tarde lluviosa, se demoró en la puerta del edificio, hasta que la vio salir.
-Josefina ¡ la lluvia nos pilló a los dos sin paraguas!  ¿ Me aceptaría un café?
No podía creer en su buena suerte cuando le dijo que sí.
Sin embargo, la lluvia paró casi en seguida y ella se levantó para irse.
-¡Aún es temprano! - objetó él, consultando un antiguo reloj de cuerda , heredado de su padre- Son recién las siete...
Josefina lo miró con un destello de burla en los ojos y consultó la hora en su celular.
-¡ Su reloj está averiado, Julio! Ya son las siete y media...
Al día siguiente la vio en el pasillo de la oficina, conversando con otra secretaria. Le pareció que lo miraban a él y se reían con disimulo.
Pero se convenció a sí mismo de que estaba siendo demasiado suspicaz y en la tarde la esperó de nuevo a la salida.
Iba a hablarle  cuando la vio caminar sonriente al encuentro de un hombre joven...  Humillado, retrocedió y se escondió tras un kiosko de diarios.
Fue el minuto exacto en que se rompió su corazón. Sintió que se partía con un chasquido seco y vomitaba un montón de piezas sueltas dentro de su pecho.
  Se fue caminando sin rumbo y no supo como se encontró en una callecita de barrio. En un local vio un letrero que decía: Se componen relojes.
Pensó que era la oportunidad de arreglar su viejo reloj,  ese que el día anterior lo había dejado en verguenza frente a Josefina.
En el interior vio a un anciano trabajando en un reloj de péndulo, a medias destripado.  ¡Espere un momento, por favor!- exclamó al ver entrar a Julio.
Este se sentó en una silla junto al mostrador y cerró los ojos. ¡ Se sentía muy desanimado!
En seguida vio al relojero parado frente a él, que le decía:
-¿ Qué quiere que le componga?  ¿ Su reloj o su corazón?
-¡ No comprendo!- dijo Julio, asombrado- ¿ Usted arregla también corazones?
-Pero ¡  si es casi lo mismo!  El reloj es el corazón del tiempo y también late  ¿ no cree?
-¿ Y qué tengo que hacer para que componga mi corazón ?
-Usted no haga nada.   ¡De todo me encargo yo!
Pasaron pocos minutos y Julio escuchó que el relojero le decía sonriendo:
-¡ Listo, señor!  Su corazón ha quedado como nuevo...
-Pero, yo no sentí nada...¿  Como lo compuso?
-Le puse el mecanismo de un reloj cucú. ¡ Ahora tiene en el pecho un pajarito cantor!  ¡ No se imagina como le va a mejorar el ánimo!
-Pero ¡ usted está loco- exclamó Julio- ¿ Como quiere que vaya por la calle diciendo cucú cada cuarto de hora?
Fue tanta su indignación que se paró violentamente de la silla....y entonces despertó.
Frente a él estaba el relojero que le decía con aire compungido:

-Lo siento, señor. Este reloj es muy viejo ¡ Ya no tiene arreglo!


domingo, 10 de diciembre de 2017

AMOR GÓTICO.

Mariana tenía catorce años y Edmundo había sido su primer amor.
No le resultaría fácil olvidar al muchacho más guapo del Liceo... Su nombre, de personaje de novela romántica, todavía  hacía latir rápido su corazón, cuando lo susurraba por las noches,en la soledad de su dormitorio.
Pero él mismo le había suplicado que lo olvidara...Con los ojos húmedos, le había jurado que la quería, pero que el destino cruel hacía que su amor fuera imposible...
Al principio todo parecía perfecto. El no pasaba un día sin ir a verla al terminar las clases y le aseguraba que le faltaba el aire cuando no la tenía cerca.
A Mariana, lectora de cientos de novelas de amor, le parecían todas sosas comparada con el romance que estaba viviendo.
Pero,  un día cualquiera él empezó a cambiar.
Se notaba distraído y silencioso, como si algo le preocupara. Dejaba pasar varios días sin ir a verla y después no contestaba sus llamados.
Mariana empezó a angustiarse.
-¿ Qué te pasa, Edmundo?  ¿ Hice algo que te molestó?
-No, Mariana. No eres tú ¡ soy yo!
- ¿ Es que dejaste de quererme?
-¡ Al contrario! Nunca me había enamorado así... ¡No creí que existiera una chica como tú en el mundo!
- ¿ Entonces?
-Es precisamente porque te quiero tanto que me tengo que alejar de tí...
-¿ Qué pasa? ¿ Tienes algún problema?
-No me atrevo a decírtelo. ¡ No me vas a creer! Parece imposible en esta época en que vivimos...¡ Me tengo que alejar de ti porque estoy maldito!
Mariana empezó a reírse, creyendo que se trataba de una broma, pero Edmundo la miró con tal angustia, que la risa se le congeló en los labios.
-Sobre mi familia pesa una maldición de siglos -continuó él, con voz quebrada- Todos los hombres la van heredando...Y a mí me tocó también. En noches de luna llena siento una fuerza oscura que se apodera de mí...
-¿ Qué quieres decir?- preguntó Mariana, asustada.
-Que soy un Hombre Lobo ¿ comprendes?  Y si no me alejo de ti, terminaré por hacerte daño.
Se tapó la cara con las manos y se alejó corriendo. Desde la esquina le gritó:
-¡ No se lo digas a nadie, por favor!
Mariana se fue a su casa llorando y a nadie le contó su terrorífica experiencia...¡ El le había rogado que no lo delatara!
Nunca lo volvió a ver. Pero pensaba en él todo el tiempo. A veces, en noches de luna llena, creía escuchar el lejano aullido de un lobo y pensaba:  ¡ Es Edmundo! Sufre porque no puede acercarse a mí...
Seguro que solo se trataba de un perro vago que ladraba presintiendo un temblor, pero Mariana era una romántica incorregible.
Al año siguiente llegó al Liceo una niña nueva. Se llamaba Paulina y casi de inmediato se hicieron amigas.
Paulina era muy reservada y cuando tocaban el tema del amor, ponía una cara triste y cambiaba de tema.
Mariana, intrigada, terminó por preguntarle si había sufrido una desilusión.
-No puedo hablar...Es un secreto que no me pertenece- suspiró Paulina- ¡ El me rogó que no le contara a nadie...!
Sobresaltada por un lejano recuerdo, Mariana aguzó el oído.
-Al principio creí que había dejado de quererme- continuó Paulina- Pero me aseguró que no, que estaba enamorado como nunca antes...Pero que teníamos que separarnos, porque su familia tenía una maldición que arrastraba por generaciones...
Mariana se había puesto roja, en seguida pálida y después roja, otra vez. Fogonazos de rabia y de humillación  se alternaban en su cara.
Paulina, sin darse cuenta, continuaba hablando, con los ojos inundados de lágrimas.
-Me dijo que tenía miedo de hacerme daño. En las noches sentía que una fuerza oscura se apoderaba de él y sabía  que aunque luchara contra la maldición, terminaría convirtiéndose...
-¡ En lobo! - completó Mariana, sin poder controlarse.
-¿ En lobo?  ¡ No!  ¿ Como se te ocurrió eso?  ¡ Tenía miedo de convertirse en vampiro!
¡ Ah!  Esa vez la cosa iba con vampiros , pensó Mariana, sarcástica  ¡ Resultó innovador, el muy canalla! 
La ira le hervía en el pecho, como la lava de un volcán.
-Me pidió que lo olvidara- suspiró Paulina-Pero ¡ no puedo! En las noches me duermo repitiendo su nombre...
-¡ Edmundo!- dijo Mariana, sin darse cuenta.
-¿ Como lo sabes?  ¿ Acaso lo conoces?
-¡ No!  ¡ Como se te ocurre! Se me vino a la mente, por la novela que estoy leyendo : El Conde de Montecristo. ¡ Qué coincidencia! ¿ Verdad?




domingo, 3 de diciembre de 2017

EL HADA DE LOS RECUERDOS.

Mariana había ido a pasar unos días a la casa de su prima Carmen.
Eran los últimos días del verano. A menudo amanecía nublado y el mar se veía gris y pesado como un animal que duerme.
Al segundo día de su estadía supo que había otra persona alojando en la casa.
Era una anciana de cabellos blancos y Carmen se la presentó como una amiga de su mamá.
Estaba tejiendo al lado de la ventana y le sonrió a Mariana con amabilidad.
- Me llamo Adela y dime así. No me digas señora, porque me haces más vieja...
Después del té se retiró a su dormitorio y le dijo a Mariana:
-Puedes venir a acompañarme cuando quieras.
 Al día siguiente, al no verla en el comedor, fue a golpear a su puerta.
Una voz jovial la invitó a entrar y Mariana se encontró en una habitación pequeña, iluminada por un pálido sol.
La anciana estaba sentada en un sillón con las rodillas envueltas en una frazada. 
Después de charlar un rato, Mariana se paró y se acercó a una puerta que había en el fondo de la habitación. 
- Y esta puerta ¿ a donde conduce?
-¡Ah!  exclamó la señora con una sonrisa misteriosa- ¡ Esa puerta conduce a los recuerdos!
-¿ Quiere decir que ahí guarda  fotografías y cartas antiguas?
-No- Quiero decir lo que he dicho. Que si entras ahí podrás revivir los recuerdos que tú elijas.
Mariana la miró dudosa, creyendo que la anciana se burlaba.
-¡ Qué!  - insistió ella- ¿ Acaso no tienes algún recuerdo especial  que te gustaría revivir?
-¡ Sí!  -exclamó Mariana- Hay un día que considero el más feliz de mi vida. Vivía con mis padres en el campo y de pronto empezó a nevar...Fue la primera vez que vi la nieve.
-Entonces, entra- dijo la señora y cogiendo una llave que guardaba en una caja, abrió la puerta.
Una bocanada de aire frío golpeó la cara de Mariana y se encontró en el jardín de la casa de sus padres. Una fina capa de nieve cubría los arbustos  y todo estaba quieto y silencioso, como si el campo durmiera.
Su mamá se tomó del brazo de su padre y fueron juntos a ver los limoneros. Mariana entró a la casa a buscar tazas y platitos. Le echó un poco de azúcar  la nieve y sirvió helados para sus muñecas.
Empezó a nevar de nuevo y era como si finas plumas cayeran desde el cielo.
-¡ Los ángeles están peinando sus alas!- gritó Mariana.
Sus padres le sonreían y aunque tenía solo seis años, ella sintió que ese día maravilloso no volvería jamás.
 Adela la esperaba en la puerta del cuarto y cuando ella hubo salido, cerró la puerta con llave.
-¡Prométeme que nunca entrarás sola!  Solo yo  puedo controlar la magia de los recuerdos.  Y no se lo cuentes a nadie. Es un secreto entre las dos.
Un año después, Mariana volvió a la casa de Carmen.
-Y la señora Adela ¿ Ya no se encuentra aquí?
-No- respondió su prima- Hace tiempo que se fue. Pero he dejado su dormitorio intacto, porque pienso que un día puede volver...
Esa tarde, Mariana fue al dormitorio de la anciana.  Todo estaba igual y le pareció que aún flotaba en el aire el perfume que ella usaba.
La llave estaba donde mismo.
Sin vacilar, Mariana abrió la puerta, queriendo volver a revivir aquel recuerdo tan querido.
Pero la recibió un calor pesado de verano y se encontró en el cementerio de su pueblo.  Estaba vestida de luto, junto a las tumbas de sus padres que habían muerto juntos en un accidente  de carretera.
Era el día más triste de su vida. Ese día había quedado sola, inerme frente al mundo, privada del único amor verdadero que había conocido.  Era su recuerdo más penoso, el que había luchado por apartar de su memoria.
Salió corriendo del cuarto. Sus sollozos atrajeron a Carmen, que la abrazó consternada, sin saber qué le pasaba.
-Los recuerdos....La habitación de los recuerdos...- gemía Mariana, sin explicarle nada.
Al fin, logró que se serenara.
Sin hablar, Mariana la tomó de la mano y la llevó al dormitorio de la señora Adela.
-Es esa puerta...Pero, ¿ como no sabes si ésta es tu casa?
-Es que esa puerta no conduce a ninguna habitación. ¡Mira!
Y tomando el picaporte, la abrió sin esfuerzo.

 Se encontraron en el patio trasero de la casa. El sol doraba las matas de rododendro y desde lejos llegaba el rumor del mar.