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domingo, 20 de octubre de 2019

LA PESADILLA.

Julia leía hasta tarde, porque tenía miedo de quedarse dormida.
Sabía que la pesadilla se presentaría otra vez y volvería a encontrarse en la celda de una cárcel, sin comprender como había llegado ahí.
- ¿ Por qué estoy presa?  ¡ Yo no he hecho nada!
 En vano se lo aseguraba a la guardiana, una mujer corpulenta de gesto impasible.
-¡ Claro!  -se burlaba la mujer-¡ Eres inocente !  No conozco a nadie aquí que sea culpable... .¡ Todas son palomitas blancas, presas por equivocación !- Y se  alejaba por el pasillo, soltando una risotada.
- ¿Qué hice, Dios mío?  No me acuerdo de nada...
Noche tras noche, soñaba lo mismo. Le bastaba poner la cabeza en la almohada para verse trasportada a la estrecha celda, siempre iluminada por una luz cruda que le hería los ojos.
Cada mañana, al despertar en su cama sentía un indecible alivio. Pero se levantaba extenuada por la angustia que había experimentado durante la pesadilla y por el miedo de volver a soñar lo mismo otra vez.
 Terminó por pensar que era un sueño premonitorio. Que ella estaba destinada a cometer un delito grave, tal vez un asesinato y que esa pesadilla no hacía más que prepararla para lo que le deparaba el futuro.
Pero, no ¡ no es posible! se decía , yo no odio a nadie. No podría matar a otro ser humano, ni siquiera a un animal. No está en mi naturaleza.
Hasta que supo que Carlos la engañaba.
Hacía tiempo que sus amigas venían advirtiéndole que lo habían visto con otra. Pero ella no les hacía caso y lo atribuía a la envidia. Siempre se habían mostrado incrédulas de que Carlos se hubiera fijado en ella.  - Te resultará difícil retener a un hombre tan buenmozo -le decían- ¡ Arréglate más!
Hasta que un papel arrugado  con un mensaje y la hora de una cita , le dio la prueba  definitiva del engaño. Adivinó que su rival era Leticia, la nueva secretaria. Una mujer rubia y llamativa que había conocido en una fiesta de la Empresa.
Pero, su odio no se concentró en ella sino en Carlos, a quién tanto había amado.  Su dolor y su humillación alcanzaron el paroxismo al comprobar que él seguía fingiéndole amor mientras la apuñalaba por la espalda.
Entonces decidió matarlo.
No tuvo dificultad en comprar una pistola. - Vivo en un barrio peligroso- explicó en la armería.  Bastaba abrir los periódicos cada mañana para que le encontraran razón...
Le pareció casi graciosa la expresión de incredulidad de Carlos cuando la vio parada frente a él, apuntándole.
-¡ Julia!  ¿ Estás loca?  ¿ Qué te pasa?
Las palabras se truncaron en sus labios en el mismo segundo que la bala penetró en su corazón.
Esa noche, por primera vez en meses, no tuvo la pesadilla. Durmió con un sueño pesado y sin imágenes.
La llevaron a juicio y la condenaron. El abogado buscó resquicios, pero la misma Julia rehusó  hacer la comedia del arrepentimiento. Escuchó la sentencia sin alterarse. Ahora que Carlos estaba muerto, lo que pudiera pasar en su vida le resultaba indiferente.
   La empujaron al interior de una celada estrecha que reconoció de inmediato.  La luz cruda le lastimaba los ojos...
Entró la misma guardiana corpulenta de rostro impasible, que durante tantas noches se había burlado de su angustia.
-Bueno ¿ y como está la mosquita muerta?  Va a seguir diciendo que es inocente?

-No, no se preocupe- respondió Julia- Ya no lo diré más.


4 comentarios:

  1. Hay sueños ´premonitorios...ojalá si hubiera soñado que matar a una persona así no valía la pena, embarrar su vida por alguien que no tiene más valor que el que uno le quiere dar, pero el orgullo es grande y el ego peor que nos enceguece y nos hace tomar la peor decisión de la vida.

    Cuantas después se dan cuenta del error , pero muchas igual salen fortalecidas de ese dilema.
    Deber una vida es algo que a quien sabe de ese gran significado no debería dejarle dormir en paz.

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  2. Estimada
    espero estés bien, estoy muy preocupada con este estallido social en nuestro país , aquí al sur también se siente ...todo se sobredimensiona y bueno en esta cultura del odio y no tolerancia en que está sometida la sociedad ,amén de gobernantes que no reaccionan a tiempo , todo se complica.
    Por eso prometer tanta cosa y no cumplir suma el descontento
    Lo peor es darse cuenta que destruyendo no te haces mejor ,sino con más necesidades.
    Ojalá esto se mejore y podamos seguir adelante con la verdad siempre por delante.
    Cuidate.

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  3. Las pasiones son las culpables de bastantes casos como el de tu cuento

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