Empezó al llover temprano y cuando Carlos dejó su oficina, las calles estaban inundadas.
En el paradero de buses vio a una joven. Estaba sentada con las manos sobre el regazo y miraba caer la lluvia con tranquilidad.
Varios buses pasaron sin que mostrara intención de subir a alguno. Ya oscurecía y Carlos, inquieto, le habló:
-Disculpe, la veo tan sola y ya cae la noche. ¿Puedo ayudarla en algo?
-No se preocupe- le respondió sonriendo- Estoy aquí porque alguien se está acordando de mí y en su recuerdo, me sitúa en este paradero.
-¡No le entiendo!
-Es bien simple. Yo soy solo un recuerdo. Alguien me trae aquí con la fuerza de su nostalgia y sólo me quedaré durante el tiempo en que esté pensando en mí.
De pronto, su figura empezó a palidecer y a diluirse en la penumbra.
-¿ Lo ve?- preguntó con tristeza- Ahora ya me ha apartado de su mente.
Clavó en Carlos sus ojos melancólicos y en seguida desapareció.
El se quedó confuso y por un momento creyó que había tenido una visión. No podía ser real un diálogo tan absurdo....¿Lo habría soñado?
Había leído que era posible dormirse de pie por dos o tres segundos e incluso soñar. ¿Sería eso lo que le había pasado?
Después de una semana, volvió a llover y encontró a la joven en el mismo paradero.
Llevaba el abrigo gris y la boina de la vez anterior y el cabello le caía húmedo sobre los hombros.
-¿Alguien la está recordando de nuevo?- le preguntó, un poco irónico.
Ella lo miró serena y le respondió con sencillez, como si no percibiera el escepticismo de su tono:
-Fue un día de lluvia, en este paradero, cuando nos encontramos por primera vez. Por eso, cuando llueve, él piensa en mí y la fuerza de su nostalgia me trae al lugar donde nos conocimos.
-Y si la quiere tanto ¿ por qué no sale a buscarla en lugar de pensar en usted?
-Porque ya no hay ningún lugar en este mundo donde pueda encontrarme....
-¿ Quiere decir que ya no existe?
-Sí. Han pasado dos años desde mi muerte y sé que me va olvidando. Lucha por no hacerlo pero la fuerza de la vida lo está venciendo y pronto me borrará de su memoria.
-¡No diga eso!
-Pero ¿es que acaso no lo ve ? ¿No ha notado como mi figura se vuelve difusa y se van disolviendo los rasgos de mi cara?
Carlos la miró y notó, sobrecogido,que su cuerpo se iba volviendo transparente. A ratos se mezclaba con las sombras del anochecer y a través de él, se veían los troncos mojados de los árboles.
-Debiera alegrarme de que se vaya librando de su dolor - suspiró ella-y sin embargo, sufro. Todos los que me quisieron han empezado a olvidarme. Ya nadie me recuerda con la suficiente fuerza como para traerme de vuelta a este mundo.
Mientras hablaba, su imagen se fue diluyendo en la lluvia. Lo último que Carlos vio fueron sus ojos, grandes y tristes, confundiéndose con la penumbra violeta del anochecer.
Nunca más volvió a verla y comprendió que ya todos la habían olvidado.