Bienvenidos a Mi Blog

Les doy la bienvenida a mi blog y les solicito encarecidamente que me dejen sus comentarios a mis entradas, pues su opinión es de gran valor para mí.



domingo, 24 de febrero de 2019

TOÑITO CHINCOL.

Todas las tardes, el abuelo iba al cementerio y se sentaba sobre la tumba de su nieto. La gente que pasaba a lo lejos, lo veía gesticular y reír, como si estuviera conversando con el niño. Movían la cabeza, pensando que el dolor lo había enloquecido.
En vida, todos llamaban al niño Toñito Chincol, porque siempre estaba alborotando y brincando sobre sus piernecitas flacas, como un pájaro nuevo.
Había salido a jugar un día y se había caído al fondo de una quebrada. Cuando lo encontraron sobre las rocas sonreía, como si al instante de morir, un ángel le hubiera hablado al oído.
Solo tenía cinco años, así es que lo pusieron en un ataúd blanco, como de juguete.
Desde entonces, el abuelo no dejó ni un día sin ir al cementerio.
Allí se quedaba horas, sentado sobre la tumba.  Y el espíritu de Toñito, que jugaba entre los árboles, se iba impregnando en su ropa y en sus cabellos.
El viejo volvía entonces a la casa de la madre, que permanecía en la cocina, llorando sin consuelo. Al verlo llegar, la mujer abría los brazos como si fuera a recibir al niño.  Y era cierto que junto con el abuelo parecía entrar a la casa un vientecillo fresco o una bandada de pájaros.
Pero una tarde, el abuelo vio de lejos a Toñito, que lo esperaba junto a la tumba.
-Pero, niño ¿ qué haces aquí?  ¿ Como fue que volviste?
-Desperté, no más, abuelito. Y no quiero seguir durmiendo.
-¿ Y qué voy a decirle a tu mamá y a la gente del pueblo?  Todos creen que estás muerto...
- Algo se nos ocurrirá- dijo el niño confiado y deslizó su mano pequeña entre los dedos callosos del abuelo.
Juntos regresaron a través del campo, rompiendo con sus piernas lentas la penumbra del anochecer.
Al entrar los dos a la cocina, la madre se paró, sobresaltada.
-¿ Quién es este niño que me traes, papá?
-Pero, si es Toñito ¿ no lo reconoces?
-¿ Por qué tratas de engañarme?  Mi Toñito murió. No necesito que me traigas un reemplazante...
-Mamá, si soy yo- decía el niño, sin saber si reír o llorar y trataba de aferrarse a su falda.
Pero la madre retrocedió y se cubrió la cara con el delantal,   evitando mirarlo.
- ¡ Llévatelo, papá!
El viejo y el nieto salieron cabizbajos y no teniendo a donde ir, volvieron al cementerio.
-Ya ves, mi niño- suspiró el viejo- No es fácil volver. Los muertos no tiene cabida en el mundo de los vivos.
-¿ Y qué voy a hacer, abuelito?
-Seguir durmiendo, no más...¿Qué otra cosa? Los que duermen no sufren. Estar despierto es lo que duele.
-Pero ¡ no quiero quedarme solo !-se quejó el niño y rompió a llorar.

-¡ No te aflijas, Toñito!  ¡ Yo pronto vendré a acompañarte! 


domingo, 17 de febrero de 2019

EL DESQUITE DE ELENA.

Los fines de semana, Marta no sabía qué hacer con su tiempo. De Lunes a Viernes, en la oficina, la rutina bienhechora  devoraba el día entero.  Cuando salía, ya era de noche y las luces de la calle estaban encendidas.
Pero los Sábados...
Tomó la costumbre de subirse a algún autobús y hacer todo el recorrido hasta el terminal. Y desde ahí, vuelta otra vez al punto de partida. Se iba con la frente pegada al vidrio de la ventanilla, mirando como el ocaso teñía de rojo la mole de la ciudad. Era la hora que más le gustaba, cuando el día llegaba a su fin.
Pero una de esas tardes muertas, la Vida le ofreció un festín a su corazón hambriento de aventuras.
Sintió una mirada clavada en su nuca. Algo parecía tirarla con fuerza para que volviera la cabeza. Cuando lo hizo,  vio a un hombre sentado dos filas más atrás. La miraba fijamente, conmocionado, a medio pararse del asiento, como si no supiera si acercarse a ella  o echar a correr y tirarse del autobús sobre andando. Al final, pareció decidirse y se dirigió a ella, visiblemente emocionado:
 - ¡  Elena!    ¡Elena!  ¿  Es posible que seas tú?
No, no es posible, pensó ella con sorna, porque me llamo Marta y en mi vida te había visto.
Pero guardó silencio y lo miró  expectante.
El hombre se sentó en el asiento contiguo y trató de tomarle la mano. Ella la retiró, asustada.
- Elena  ¡Llevo años buscándote!  ¡No sabes como he deseado este momento...!
El cerebro de Marta trabajaba velozmente. Podía ser peligroso seguirle la corriente.  ¿  Y si era un delincuente ?  Pero no, la angustia de su cara parecía genuina.
Lo novedoso de la situación le producía un cosquilleo agradable en alguna parte de su cuerpo que ya tenía olvidada...
Para ganar tiempo se le ocurrió preguntarle:
 - ¿ Y como me reconociste?
-Has cambiado un poco, es cierto, pero tus ojos son los mismos....¿ Y acaso yo no he cambiado también?
Marta guardó silencio y no supo qué recuerdo de desamor vivido le arrancó una lágrima.
El hombre la miró consternado y de nuevo intentó coger su mano.
-¡ Elena!  Sé que es difícil que me puedas perdonar...Te dejé como un canalla...Pero no creas que no he pagado lo que te hice...¡ No imaginas cuanto he sufrido!
Marta lo dejó hablar y poco a poco fue reconstruyendo la historia de Elena. ¡ Así es que el infeliz la había dejado por otra y ahora imploraba su perdón!  ¡ Cínico!  Como todos los hombres, no más...
A  esas alturas, se sentía totalmente identificada con Elena y un ramalazo de rabia y pena la estremeció, haciéndola estallar en sollozos. Lloraba por todas las veces que había sido traicionada...
-Me pasé los años tratando de olvidarte. Perdí mi juventud por tu culpa ¿ Como pudiste destrozarme el corazón?- le reprochó indignada.
Sin esperar respuesta, le dio un empujón y trató de pararse del asiento. El la tomó  por la manga del abrigo y la retuvo, implorante.
-¡ Elena!  ¡ No me dejes ahora que te he encontrado!  Todavía podemos rehacer nuestras vidas...
Ella volvió a sentarse, maquinando ya una venganza.
El autobus llegó al terminal y ambos se bajaron.  El hombre llamó a un taxi que pasaba. Marta le sonreía entre lágrimas.
-¡ Gracias querida por perdonarme! ¡ Verás que todo será diferente ahora!
Marta dio una dirección en un barrio que no conocía.
-En esa casa vivo yo...
-¡ Mañana vendré a buscarte, mi amor! 
-¡ Ven a las seis!  ¡ Te estaré esperando!
Cuando él dobló la esquina, ella se encaminó a un paradero de buses y tomó el que la llevaría a su barrio, al otro extremo de la  ciudad.
Esa noche no necesito tomar un somnífero.
-¡ Malditos hombres!- murmuró antes de dormirse.




domingo, 10 de febrero de 2019

Queridas amigas seguidoras de mi blog literario. Les quiero contar que tengo un nuevo blog. Se llama " Belleza en la tercera Edad"    Para las que son muy jóvenes, se lo pueden mostrar a su mamá, para que se ría un poco de las desventuras de esta edad ingrata.
 EL link es :     lillybella3.blogspot.com

VISITA DE MEDIANOCHE.

Habían pasado las doce y Jaime se devanaba los sesos frente al computador.  Estaba atascado en su novela. Después del primer capítulo se había quedado en blanco y sus circuitos neuronales no daban ni una chispa.
Se quedó atónito al ver a alguien parado a su lado. No recordaba haberle abierto la puerta a nadie. Para colmo, era una figura gris de contornos indefinidos.
-¡ Hola, Jaime!- lo saludó con desparpajo-  Soy La Muerte y he venido a buscarte.
-¡ No!-gritó Jaime- ¡ Soy joven aún! ¡ No puedes llevarme todavía!
-De poder, puedo- respondió La Muerte con frialdad-  Debes saber que yo no tengo en cuenta la edad para hacer mi trabajo.
-¡ Pero soy talentoso!  Estoy escribiendo una novela y me la van a publicar este año...Precisamente ahora estaba...
-Eso de talentoso lo dices tú y uno siempre es generoso en la autocrítica.
-Pero, si la Editorial prometió publicarme esta novela...
-Yo no estaría tan segura. Ayer me llevé a tu editor, infarto fulminante, así es que puedo decirte que esa promesa pasó a mejor vida.
-¡ Por favor, dame una oportunidad!- suplicó Jaime, ya no sabiendo a qué echar mano para convencerla- ¡ Te desafío a una partida de naipes!  Si gano, te vas y me dejas vivir ....
-¡ Qué poco original eres, para ser un escritor talentoso!  Si es por desafíos, te propongo uno en tu propio terreno. Si quieres salvarte, tienes que escribir un cuento...
-¡ Fácil! -exclamó Jaime y se esponjó en su silla, aliviado.
-¡ No tan fácil, amigo!  El cuento debe ser de una sola línea y contener dramatismo y misterio.
-¡ Imposible!  ¿  Como esperas que en una sola línea pueda desarrollar una argumento que tenga sentido?
-¿ Y no aseguras que eres un escritor talentoso?  ¡ Pruébamelo!  Volveré mañana a esta misma hora. Si me gusta tu cuento, te dejaré en paz.
Jaime no pegó un ojo en toda la noche y al otro día vagó por la ciudad, desesperado.
A la media noche en punto, apareció la Muerte. Venía segura de sí misma, fumando un pitillo con displicencia.
-Aquí está el cuento- le mostró Jaime- " Nació y murió" ¿ Qué opinas?
-¡Bah! - exclamó ella, con desdén, pero se notaba desconcertada- ¿ Y donde está el dramatismo ahí?
-¡ Chis!  ¿ Te parece poco?  No hay nada más dramático que nacer y morir sin saber la razón.
-¿ Y el misterio?
-Ignorar donde estábamos antes de nacer y adonde iremos después de morir...¿ Qué mayor misterio que ese?
La Muerte había perdido su aire ganador. Ensimismada, no se dio cuenta que se le había consumido el pitillo entre los dedos y se quemó. De un salto lo soltó con furia.
Jaime lo aplastó con el pie y fue a buscar una pala para recoger las cenizas.
Al volver, no se extrañó de no hallar a nadie.
Sintió que sus escarceos con la Muerte lo habían estimulado. Sus neuronas habían desatado un verdadero festival pirotécnico. ¡ Ardía en ideas nuevas para continuar su novela!

Sin perder un segundo, se sentó frente al computador y escribió sin parar, hasta que amaneció.


domingo, 3 de febrero de 2019

UN CUENTO DE FUTBOL.

Rosalía se arrellanó en el sillón con un suspiro de deleite. Sola en la casa...Y en el Canal de cine clásico repetían "Casabanca".
  ¡ Nunca se cansaría de verla!  Con el teléfono en mute y la caja de pañuelos desechables a mano, podría llorar a gusto, sin interrupciones.
Pero, sorpresivamente se abrió la puerta de calle y entró Arturo. Venía con un gorro tricolor y soplando una corneta.
Sin mirarla siquiera, le quitó el control remoto de las manos y sintonizó el Canal del Fútbol.
-¡ Justo a tiempo!  Los equipos están recién entrando a la cancha...
-Pero, ¿ como? - balbuceó Rosalía- ¿ Que no ibas a ver el partido en la oficina?
-¡No!  ¡ Nos dieron la tarde libre!  Por fin el explotador chupasangre tuvo un gesto humano...
Cuando Rosalía arrastraba los pies hacia el dormitorio, le gritó, repantigado en el sillón:
-¡ Tráeme la caja de cerveza que compré ayer!  ¡ Y las papas fritas también, por fa...!
Rosalía obedeció y luego fue a tirarse a llorar en la cama.
Desde el living, le llegaba un silencio angustiado ¡ Ni un gol de la Selección! 
La corneta de Arturo permanecía muda y en el resto del edificio, los fanáticos parecían estar asistiendo a un velatorio.
-¡ Me alegro!- rezongaba Rosalía, mordiendo su pañuelo húmedo- ¡ Como si no hubieran otras cosas más importantes que esa maldita pelota!  Desde que empezó el Campeonato, ni me mira...Y eso que hoy me libré de que trajera a sus amigotes, los borrachines bolseros, que vienen aquí a hacerse servir...
Calculó que ya habría terminado el primer tiempo.  Escuchó que Arturo entraba al baño y se precipitó al living y tomó el control remoto.
Alcanzó a ver a Ingrid Bergaman, apoyada en el piano...¡ Tócala de nuevo, Sam!
Pero Arturo volvió de improviso y al ver que había cambiado el canal, le soltó una bofetada.
Rosalía tomó las tijeras que estaba sobre la mesa y saltando como gato, se las clavó en el cuello.
El dio un grito y cayó en la alfombra, apretándose la herida. Un chorro de sangre se escurría por entre sus dedos. Durante un rato se agitaron sus piernas y luego quedó inmóvil.
En ese momento, gritos eufóricos  llegaron desde todos los departamentos circundantes. Rosalía miró la pantalla y vio que la Selección acababa de meter el primer gol del partido.
-¡ Y se lo perdió el pobre!  ¡ Qué lástima!

Tomó el control remoto y cambió al Canal Clásico.  Se arrellanó en el sillón, con los pañuelos desechables a mano...