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domingo, 3 de febrero de 2019

UN CUENTO DE FUTBOL.

Rosalía se arrellanó en el sillón con un suspiro de deleite. Sola en la casa...Y en el Canal de cine clásico repetían "Casabanca".
  ¡ Nunca se cansaría de verla!  Con el teléfono en mute y la caja de pañuelos desechables a mano, podría llorar a gusto, sin interrupciones.
Pero, sorpresivamente se abrió la puerta de calle y entró Arturo. Venía con un gorro tricolor y soplando una corneta.
Sin mirarla siquiera, le quitó el control remoto de las manos y sintonizó el Canal del Fútbol.
-¡ Justo a tiempo!  Los equipos están recién entrando a la cancha...
-Pero, ¿ como? - balbuceó Rosalía- ¿ Que no ibas a ver el partido en la oficina?
-¡No!  ¡ Nos dieron la tarde libre!  Por fin el explotador chupasangre tuvo un gesto humano...
Cuando Rosalía arrastraba los pies hacia el dormitorio, le gritó, repantigado en el sillón:
-¡ Tráeme la caja de cerveza que compré ayer!  ¡ Y las papas fritas también, por fa...!
Rosalía obedeció y luego fue a tirarse a llorar en la cama.
Desde el living, le llegaba un silencio angustiado ¡ Ni un gol de la Selección! 
La corneta de Arturo permanecía muda y en el resto del edificio, los fanáticos parecían estar asistiendo a un velatorio.
-¡ Me alegro!- rezongaba Rosalía, mordiendo su pañuelo húmedo- ¡ Como si no hubieran otras cosas más importantes que esa maldita pelota!  Desde que empezó el Campeonato, ni me mira...Y eso que hoy me libré de que trajera a sus amigotes, los borrachines bolseros, que vienen aquí a hacerse servir...
Calculó que ya habría terminado el primer tiempo.  Escuchó que Arturo entraba al baño y se precipitó al living y tomó el control remoto.
Alcanzó a ver a Ingrid Bergaman, apoyada en el piano...¡ Tócala de nuevo, Sam!
Pero Arturo volvió de improviso y al ver que había cambiado el canal, le soltó una bofetada.
Rosalía tomó las tijeras que estaba sobre la mesa y saltando como gato, se las clavó en el cuello.
El dio un grito y cayó en la alfombra, apretándose la herida. Un chorro de sangre se escurría por entre sus dedos. Durante un rato se agitaron sus piernas y luego quedó inmóvil.
En ese momento, gritos eufóricos  llegaron desde todos los departamentos circundantes. Rosalía miró la pantalla y vio que la Selección acababa de meter el primer gol del partido.
-¡ Y se lo perdió el pobre!  ¡ Qué lástima!

Tomó el control remoto y cambió al Canal Clásico.  Se arrellanó en el sillón, con los pañuelos desechables a mano...


1 comentario:

  1. Bueno, toda pasión es mala
    amén de sobrerreaccionar ...
    uno nunca sabe que pasa por la mente del que asesina.

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