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domingo, 24 de noviembre de 2013

EL REFLEJO DISCREPANTE.

Bruno trabajaba de portero en un Hotel.
Debía estar siempre parado en la entrada, recibiendo a los pasajeros. Consultar las reservas, llamar al botones para que se encargara del equipaje y mil cosas más.
Era natural que terminara agotado. Mantener la sonrisa pese a las impertinencias y los reclamos, era extenuante y había terminado por agriarle el carácter.
En las mañanas, se levantaba malhumorado y no teniendo a nadie a quién contarle sus penas, conversaba con el espejo.
Por eso, no le extrañó demasiado que un día, su imagen le contestara.
Lo que le molestó fue que lo contradijera.
-¡Seguro que se viene otro día infernal!-  auguraba Bruno, mientras se hacía el nudo de la corbata- ¡Esto de haber nacido pobre es una maldición!  ¡Más valdría estar muerto! ¿Cuando se acabará esta vida de fatigas y humillaciones?
-¡Hombre!  No lo pintes tan feo...-le respondió su reflejo- que la vida vale la pena vivirla, tanto si llueve como si truena. ¿Por qué te levantas siempre tan amargado?
-¡Claro! A ti todo te parece bien, porque no tienes que esforzarte en nada. Tu única tarea es reflejarme y garantizarme que llevo bien hecho el nudo de la corbata... Seguro que cuando me voy, te echas a dormir. ¡Con esa vida holgazana que llevas, no es raro que estés contento!
El reflejo se sonrió en forma ladina, como si tuviera algún secreto que ocultar, lo que no hizo más que aumentar el ofuscamiento de Bruno.
Salió de su casa molesto y confundido. ¡Ahora resultaba que, en lugar de tener un reflejo que pensara lo mismo que él,  tenía uno que le llevaba la contra y para colmo, lo miraba con socarronería!
-¿Tendrá algo que esconder éste?- se preguntaba Bruno, mientras iba en el Metro, recibiendo los apretones y pisotones que eran el pan de cada día.
Esa tarde, al pasar frente a un bar, tuvo que restregarse los ojos para convencerse de lo que veía.
Allí estaba su reflejo, muy orondo, tomándose una copa, mientras leía un diario vespertino.
Se apuró en regresar a la casa, para pillarlo en flagrancia, mejor dicho, para constatar su ausencia.
Pero había vuelto a tiempo y ya estaba allí, saliendo del fondo del espejo, muy dispuesto a devolverle su imagen, agotada y maltrecha, como siempre al final de cada jornada.
Esa noche llamó por teléfono a Rafaelito, el concerje, para avisarle que a la mañana siguiente llegaría tarde, porque tenía hora en el dentista.
En lugar de dirigirse a la estación del Metro, se quedó escondido tras un árbol, vigilando su casa.
Al poco rato, vio salir a su reflejo, exudando optimismo y alegría de vivir.
Picado, lo siguió de lejos y lo vio dirigirse al parque.
Pasó la mañana tomando el sol y persiguiendo a las mariposas....
¡Con razón se permitía opinar que la vida era buena!
Mientras, Bruno se enfermaba de los riñones y se le ponían los pies planos, todo el día parado en la puerta del Hotel.
Cuando volvió, al atardecer, estaba decidido a darle un escarmiento.
Entró al dormitorio con un martillo y sin decir palabra, arremetió contra el espejo y lo hizo añicos.
No contento con eso, molió los pedacitos, dejándolos reducidos a polvo.
¡Vamos a ver, ahora, si puedes salir a pavonearte por la ciudad, mientras yo me mato trabajando!
Era el único espejo que había en la casa, así es que de ahí en adelante, se tuvo que afeitar de memoria. Como es natural, quedaba muy desprolijo, con manchas negruzcas de barba que no alcanzaba a detectar.
Al hacerse el nudo de la corbata, le quedaba flojo o torcido y más de alguna mancha de grasa en la chaqueta, le pasaba desapercibida.
Su presentación personal empezó a deteriorarse seriamente y el gerente del Hotel lo notó con disgusto.
-¿Qué le pasa a Bruno, que viene a trabajar en esa facha? Un portero que no cuida su apariencia, es un desprestigio para el Hotel. No tendré más remedio que despedirlo.
Y lo hizo, sin vacilar.


EL CARACOL DE BETTY.

Nora le mostró el diario a Betty, con aire preocupado.
-¡Mira, Betty, lo que dice aquí!   "Acidificación de los océanos pone en peligro el futuro de los corales, moluscos y crustáceos"
-¿Y qué significa eso?
-Que todos los bichitos que tiene esqueleto de carbonato de calcio serán perjudicados. Y los que viven en conchas de ese material, verán sus casas deteriorarse y disolverse de a poco, en el ácido del agua.
-¡Oh!  Eso quiere decir que con el tiempo, ya no encontraremos en la playa esos caracoles tan lindos que arrojaba la marea...
Betty puso cara de formulario en blanco y sus ojos se humedecieron de nostalgia. Se acababa de acordar del caracol iridiscente que Mario le regalara, aquel verano de arrobamiento...
-Bueno, Betty, no creo que tus carencias románticas sean lo más importante de todo ésto. Aquí dice que a los pobres moluscos les costará cada vez más fabricar las conchas que los protegen. Una y otra vez, el agua ácida se las va a corroer y desintegrar.
 -¡Lo mismo que le pasaría a una, si quisiera construirse una casa con cemento mal fraguado y madera con termitas!  ¡Se le vendría al suelo con cualquier temblorcito de morondanga!
Ambas quedaron pensativas y Betty se volvió a acordar del caracol que tanta nostalgia le traía de aquel amor veraniego....
Fue a su dormitorio y escarbó en la caja de sus "bilongues", que así llamaba ella a sus pertenencias más queridas. Al rato, volvió junto a Nora sosteniendo en sus manos el maravilloso caracol.
-¡Me lo regaló Mario!- musitó, con un suspiro que le vació de golpe todo el aire de los pulmones y del corazón, toda la nostalgia acumulada.
-¿Y no lo volviste a ver?- le preguntó Nora.
Betty prefirió no responder a esa pregunta. La respuesta era tan obvia... ¿Acaso se añora un amor que se está viviendo?  Paradójicamente, los que se fueron son los que más duran.
Nora se llevó el caracol al oído y sonrió, encantada.
Un sordo rumor de olas y de viento le llegaba desde su interior.
-¡Qué lindo!  ¡Es como estar en la playa de nuevo!
Betty tomó el caracol y  lo apartó a un lado, con resentimiento.
-¿Cómo?  ¿No quieres escuchar el sonido del mar ?-le preguntó Nora, sorprendida.
Betty no respondió.
No quiso decirle que cuando ella se acercaba el caracol al oído, no escuchaba el rumor de las olas, sino una voz que le repetía con insistencia despiadada:
-¡Solamente un verano!  ¡Solamente un verano!   

domingo, 17 de noviembre de 2013

REFLEXIONES.

Cuando Roberto pasó frente a ellos, caminando ensimismado, Luis exclamó, mirándolo:
-¡Pobre!
-¿Por qué? ¿Le pasa algo?- preguntó Raúl.
-No, es que pienso que todos los mortales, por el solo hecho de vivir, merecemos que nos compadezcan.
-¡Vaya, hombre, que estás desanimado!
-Es que la vida es muy difícil...Es una lucha constante para ganarle al sufrimiento. ¡Las alegrías son tan cortas y el dolor se prolonga tanto!
Aunque por un momento Raúl estuvo dispuesto a contradecirlo, llamándolo pesimista y amargado, terminó por hallarle la razón. Juntos estuvieron de acuerdo en que la vida era un problema algebraico insoluble en que la gran incógnita, la X , solo se descifraba en el momento de morir, cuando ya nadie estaba en condiciones de comunicarse con los vivos para participarles  de su hallazgo.
Después que hubieron terminado una segunda ronda de cerveza, ambos se dirigieron a sus respectivas tragedias personales.
En realidad, Raúl había hablado así más que todo para seguirle la corriente a su amigo. En el fondo, estaba bastante satisfecho con la suerte que le había tocado.
Había triunfado en su negocio de importaciones y la mujer que quería estaba a punto de darle "el sí". O al menos, era eso lo que sus ojos le decían.
En resumen, prefería vivir en lugar de perder el tiempo preguntándose qué es la Vida...
En cambio Luis, se fue por las calles abrazado con la Melancolía y en la soledad de su departamento, le fue infiel con la Depresión.
Si vida le parecía negra como un negativo fotográfico. De esos que se veían antes, cuando  aún los celulares no se habían adueñado de las imágenes ni la gente le sacaba fotos hasta a los huevos fritos que se iba a comer.
Se sentó en un sillón y empezó a darle vueltas en su cabeza a su conversación con Raúl.
En realidad, conocía de sobra el motivo de su desánimo.
Aún no lograba recuperarse de su fracaso matrimonial.
Hubiera querido poder reconocerse culpable, para así arrepentirse.
O echarle la culpa a ella, para sentir rencor.
Pero los dos o ninguno, habían sido los responsables. Las cosas no salieron como esperaban y eso había sido todo.
En realidad , nunca las cosas resultan como uno quisiera.
No es mala suerte. Es la Vida, nada más.
Ahora, ella tenía otra pareja y le habían contado que se veía feliz.
Al principio sintió celos y rabia. Pero, después se alegró. Al menos uno de los dos había hecho un esfuerzo por recuperarse.
 En cambio, él seguía solo y deprimido, sin poder salir a flote en ese mar que lo ahogaba.
¡Si viera una pajita flotando, me agarraría a ella para no hundirme!-pensó.
Y entonces, se acordó de Paulina. Esa chica que había conocido en una fiesta a la que lo arrastraron sus amigos y con quién había salido un par de veces.
Ella le había demostrado que le gustaba. Incluso había visto en sus ojos, una chispita de ternura. Pero dejó de llamarla y prefirió seguir masticando su fracaso.
-¡Qué tonto fui!- se lamentó- ¿ Será tiempo todavía?
Uno tiene la obligación de ser feliz, o de intentarlo al menos.
Tomó el celular y discó su número.
-¡Aló, Paulina!  Habla Luis. No sé si te acuerdas de mí....


MAS MUERTO QUE VIVO.

Eladio despertó a la una de la madrugada y escuchó voces en el salón.
¿Quién podía haber venido de visita a esa hora?
Se levantó en puntillas y miró por el ojo de la cerradura.
Vio que estaban velando a alguien.
Un ataúd abierto presidía la estancia y un grupo de dolientes se congregaba alrededor.
Vio claramente el rostro del cadáver y sin mucha sorpresa, comprobó que era él.
-¡Vaya!-pensó- ¿Cómo pude morirme sin darme cuenta?  Pensándolo bien, fue una suerte...
-Pero ¿y mi abono para el Mundial de football?
Miró el cajón de su velador, que estaba abierto y comprobó que había desaparecido.
¡Su sobrino Braulio!  ¿Quién otro?  No había  esperado ni que le llegara el rigor mortis para apropiarse del abono...
En fin, para qué afligirse, si ya no lo podría usar.
La puerta del dormitorio estaba cerrada y la empujó, pero no tenía fuerzas. Se sentía tan débil y desvalido como un niño al nacer. Pero, siquiera el niño podía llorar, en cambio él...Ni un suspiro podía escapar ya de sus labios petrificados.
Sin sorprenderse mucho, ( parece que a los muertos todo les parece natural, pensó) se halló al otro lado de la puerta, que continuaba cerrada.
Vio a su mujer llorando. Tenía los ojos rojos e hinchados y gruesas lágrimas corrían por sus mejillas.
-¡Cómo me quería!- exclamó, conmovido.
Se acercó, para estampar en su frente un beso incorpóreo, cuando lo repelió un olor extraño. Vio que ella tenía un trozo de cebolla envuelto en el pañuelo. Era eso lo que provocaba sus lágrimas.
Más allá vio a su hija Carolina, sentada en un sillón, con la cabeza baja.
¡Pobrecita! ¡Es evidente que mi muerte la hace sufrir!  No alza la vista siquiera, para no tener que enfrentar la realidad...
Quiso acercarse a ella para consolarla, pero vio que tenía los ojos fijos en un celular que sostenía sobre las rodillas. Estaba comprobando si tenía algún mensaje de texto.
En la cocina había un grupo de amigos suyos tomando vino y contando chistes. Se quedó a oírlos, a ver si lograba alegrarse un poco, pero todos eran viejos y archi conocidos.
Volvió al salón y comprobó que habían cerrado el ataúd. Sobre la tapa habían puesto una fotografía suya, de cuando era joven.
Eladio se sintió invadido por una dolorosa nostalgia.
Y comprobó que la Muerte es eso.  ¡Echar de menos! Que no son los vivos los que extrañan a los muertos, sino ellos los que sienten nostalgia de todo. ¡De todo! Desde el sabor del café al olor a sudor que hay en los vagones del Metro, al atardecer...
La gente se fue retirando, entre suspiros compasivos y frases poco originales:  "Mi sentido pésame! "  "Acompañándolos en su dolor".
¿Por que las personas no podrán ser sinceras alguna vez?
-Ya era tiempo que se muriera ¿no crees?  El cáncer es tan caro...
-Ahora puede rehacer su vida, pues, Marujita. ¡Todos sabemos lo odioso que era ese patán!
Su mujer y su hija se retiraron a dormir y Eladio se quedó solo, velando a su cadáver.
Al día siguiente, se efectuó el funeral.
Había pedido que lo enterraran junto a sus padres, así es que se sorprendió, pero no mucho, al ver que el cortejo se dirigía al crematorio.
Está visto que mi última voluntad no será respetada...
-¿Y qué vamos a hacer con las cenizas?- oyó susurrar a su hija.
-Lo mejor es llevarlas a Algarrobo, cuando nos vayamos de vacaciones y las tiramos al mar.
-¡Me carga el mar!-pensó Eladio- Y ahora me van a echar ahí para que alimente a los peces. ¡Ojalá algún día se coman un pescado donde esté yo y se intoxiquen, las muy ingratas!
Se acabó la ceremonia y los concurrentes se dirigieron a los autos, que los esperaban a la salida.
Sobró uno. Era negro y lujoso. Eladio no sabía si era un cadillac o una lumousina.
Vio que abrían la portezuela y lo invitaban a subirse.
-¿Vienen a buscarme a mí para llevarme al Cielo?  ¡Qué gentileza!
Miró la nuca del chofer, que manejaba con serena elegancia y le preguntó:
-¿Usted se llama Gabriel o Miguel, seguramente?
(Tenía entendido que la mayoría de los ángeles se llamaban así.)
-Me llamo Kobal, para servirlo- respondió él, quitándose la gorra. Por el espejo. Eladio vio que dos cuernos negros y lustrosos decoraban su frente.
-Póngase el cinturón- agregó el chofer- Ahora iremos en bajada y el descenso será algo violento.
A Eladio le quedó claro a donde se dirigían, pero no se sorprendió demasiado. Como ya había comprobado, a los muertos todo les parece natural.


lunes, 11 de noviembre de 2013

PRIMAVERA CON UN CORAZON ROTO.

-¡No quiero dejar pasar esta primavera sin enamorarme!- exclamó Betty, con cara de arrobamiento.
-¡Ay!- suspiró Nora- No te olvides de la canción que dice: " Pasa ligera la maldita primavera."
No vaya a ser que la tuya sea como la "Primavera árabe", que ha dado paso a un invierno cargado de truenos y de tempestades...
Nora estaba siguiendo un curso de "Actualidad internacional" y no perdía ocasión de lucir sus conocimientos.
Betty no le hizo caso y siguió con su monólogo.
-¡Enamorarme a concho!  ¡Eso es lo que quiero!  ¡No importa que de tanto suspirar se me fracturen los omóplatos!
-Pero, habrás pensado en alguien...Porque el amor no es como un sombrero que le pones en la cabeza al primero que pasa.
-¡No!  Al primero que pasa no.  ¡Al que ha pasado por delante de mí todos los días, sin que atinara a verlo!  ¡Genaro!
-Pero, Betty. Si Genaro es tu amigo desde los tiempos del colegio...Lo conoces al derecho y al revés, como a un calcetín. ¿Qué encanto, qué novedad le puedes hallar para enamorarte de él, así de repente?  El Amor es misterio, improvisación, mariposas en vuelo...Con él, lo único que verás volar serán polillas, por lo vieja que es la relación de ustedes.
-Es que he descubierto de pronto que está lleno de cualidades. Es generoso y desinteresado. Me ha prestado su hombro, ha estado a mi lado siempre, para reír y para llorar. Nos gustan las mismas películas, la misma música. ¿No te das cuenta de que somos almas gemelas?
-Pero, eso es un defecto más que una virtud. ¿No ves que en el amor tienen que haber discrepancias, roces, batallas...? Estar siempre de acuerdo es como navegar en el Mar Muerto. Calma chicha. Monotonía insoportable.
-¡Eso dices tú, que vives razonando!  Tienes un corazón mecánico que hace tic tac y que da la hora con puntualidad robótica. ¡Yo no quiero razonar!  ¡Yo quiero amar!
-Está bien, Betty. No te sulfures. Lo que pasa es que le veo pocas posibilidades a tu proyecto amoroso.
-¿Por qué?  ¿Tienes algo en contra de Genaro?
-¡No!  Es cierto que lo conozco hace menos tiempo que tú, pero me cae muy bien. Es franco, simpático, buenmozo...Pero ¿y si no te corresponde?  Quizás está tan acostumbrado a mirarte que ha dejado de verte como a una mujer...
-¡Eso es lo que quiero cambiar!  Mi estrategia es sorprenderlo, asombrarlo, hacer que descubra en mí encantos insospechados.
Y agitando su melena con decisión, se despidió de Nora y partió a desarrollar su plan bélico, sin tardanza.
Pasó un par de semanas en que no se vieron.
La Primavera había estallado en un delirio de aromas y colores y hasta Nora, la sensata, experimentaba una inquietud muy dulce, de la cual no se podía librar.
Pero ¿qué habría sido de Betty, que no daba señales de vida?
Al cabo de quince días apareció muy mohína y esquiva. Miraba a Nora de soslayo y se negaba a hablar.
Al fin soltó su desilusión a boca de jarro, con asco, como un gato que vomita una bola de pelo.
-¡Me fue mal, Nora!
-¿Por qué?
-Porque mi mejor amigo está enamorado de mi mejor amiga.
-Pero, yo creía que tu mejor amiga era yo...
-Precisamente, pues Nora...
-¡Ay!   

VOLVER.

Había algunos que no se resignaban a haber muerto.
Que sentían que habían dejado hilos sueltos sin atar, amores no realizados o venganzas inacabadas....A otros, simplemente no les parecía que el "eterno descanso" fuera una opción muy atractiva. ¡Lo menos que querían era descansar!  Les parecía que sus vidas habían sido demasiado cortas y carentes de emoción, como para resignarse a terminar de esa manera.
Así es que  a un costado del Cielo, junto a la puerta de entrada, se habilitó una oficina para atender a los disconformes.
Si uno alegaba motivaciones realmente convincentes para volver a vivir, se le concedía una nueva oportunidad.
Nadie se atrevía a mencionar lo de las venganzas a medio realizar o los asesinatos no  perpetrados... Habría resultado ofensivo para los delicados oídos del ángel  que llenaba las fichas  y además habría originado un inmediato rechazo de la solicitud.
Así es que todos esgrimían razones benévolas y generosas, como decirle "te quiero" a los que nunca se les había dicho una palabra de cariño (como a los padres viejos abandonados en un hogar de beneficencia, por ejemplo...)  En la fila se veía también a ricos que habían muerto bañados en oro, sin tener a nadie a quien legarle su fortuna porque nunca habían querido a nadie, y que pedían regresar a la tierra, para intentar vivir una vida menos egoísta.
Y otros casos así, por el estilo.
Alina solicitó volver, porque amaba a su marido y no se resignaba a dejarlo.
Sólo había alcanzado a vivir con él tres años y su amor había quedado intacto, apenas empezado a vaciar...Como la miel que amenaza desbordarse del envase que la contiene, así estaba su corazón, aún repleto del amor no entregado.
-¡Déjame volver!- pidió en un sollozo- ¡A él le hace falta mi amor y yo necesito dárselo! ¿Cómo podría descansar con este peso en mi corazón?
El ángel sonrió con dulzura y estampó su firma en el salvoconducto.
Al segundo después, Alina se vio en una estación del Metro.
Una multitud de gente se atropellaba por salir. Entre ellos, reconoció a varias personas que había visto en la fila de aspirantes. Un delicado resplandor azul, que los vivos no podían ver, titilaba apenas sobre su frente. Era polvo del Cielo, que se les había adherido, sin que se dieran cuenta.
Se reconocieron entre ellos y se desearon suerte con una mirada.
Alina se dirigió a su casa.
Casi corría, empujada por la fuerza de su amor.
Le faltaban pocos metros  para llegar, cuando vio abrirse la puerta de su casa y salir a Néstor, de la mano de ella misma...
¡Cómo! ¿No es verdad que he muerto, entonces?  Pero ¿qué hago aquí  y allá, al mismo tiempo?
Esas locas ideas pasaron por su mente en un segundo, antes de que comprendiera que la que iba junto a Néstor, era su hermana melliza, Isolda.
¡Isolda! La que siempre la había envidiado. La que se peinaba y vestía igual que ella. La que toda la vida había codiciado lo que Alina tenía...
Néstor la miraba arrobado y acercaba su mano a sus labios, besándola una y otra vez. Ella se reía, satisfecha.
Alina se escondió tras un árbol y los vio pasar, anonadada. Una ola de dolor caliente y salobre subió por su garganta y lloró largo rato, apoyada en un muro.
Cuando la pareja se hubo alejado, entró a la casa y se dirigió al que había sido su dormitorio matrimonial.
El closet estaba repleto con la ropa de Isolda, empapada en el perfume que alguna vez había usado Alina.
Comprendió que la había suplantado, que Néstor la había olvidado y que ya no había lugar para ella en esa casa.
Con paso lento se dirigió a la estación del Metro a la que había llegado. Era el único lugar al que se le ocurrió ir, porque ya no sabía qué hacer con su vida recuperada.
  En un banco, vio a un hombre que se cubría la cara con las manos. Un tenue resplandor azul se filtraba por entre sus dedos.
-¿Qué te pasó?-le preguntó Alina.
-Fui a mi casa- respondió el hombre- Mi mujer cantaba, poniendo la mesa para la cena. El antiguo sobresalto había huido de su cara. Los niños jugaban tranquilos, sin miedo ya a mi violencia y a mis golpes. Pensé que si dejaba el alcohol y empezaba una nueva vida, podría resarcirlos de los sufrimientos que les causé. Pero ¡están mejor sin mí! ¡Los haría infelices si volviera!
Alina trataba de consolarlo, cuando vieron llegar a un viejo que arrastraba los pies, derrotado. En su frente, llevaba la huella azul.
-¿A ti también te fue mal?-le preguntó el hombre.
"-Llegué a mi casa- suspiró el viejo- Me asomé a una ventana y vi a mis hijos reunidos alrededor de la mesa.
"-¡Por fin podremos recibir la herencia!- decía uno- ¡Haré realidad mi sueño de viajar y comprarme un auto!
"-¡Y yo!- exclamó mi hija-Nunca quiso ayudarme cuando enviudé. Mis niños tenían hambre...¡Al fin podré disponer de su maldito dinero!
"Mi hijo más pequeño suspiró y pensé que pronunciaría una palabra compasiva, pero dijo:
"-¡Tantos años soportando su avaricia!  ¡Llegó la hora de disfrutar de la vida que merezco!
"¿Como podía decirles que había vuelto, si para ellos mi dinero vale más que yo? 
Los tres se miraron en silencio, agobiados por su fracaso.
-¿Creen que el ángel nos aceptará de vuelta?
Alina recordó sus dulces ojos y su sonrisa misericordiosa.
-¡Por supuesto que sí!  Con sólo mirarnos, lo adivinará todo....
Dejaron la estación y se encaminaron al río.
El agua corría sucia y turbulenta, arrastrando los desperdicios de la ciudad.
Se cogieron de las manos y se internaron en la corriente. Las olas los atraparon en su abrazo frío y los sumergieron con rapidez.
Por un instante, sobre la superficie del agua flotó el cabello rubio de Alina, como un destello de sol moribundo. Luego desapareció.

lunes, 4 de noviembre de 2013

UNA CHARLA SORPRENDENTE.

-Usted se preguntaba qué es La Muerte... Yo vengo de allá y se lo puedo decir. La Muerte es un país subdesarrollado que queda al norte de Europa.
- ¿Subdesarrollado dice? ¿Y acaso no ha tenido millones de años para progresar?  Según sé, La Muerte empezó a existir al mismo tiempo que La Vida....
-Sí, pero es que los muertos son tan abúlicos...Nadie tiene ganas de trabajar duro. ¿Para qué, también, si ya murieron?  Por eso La Muerte sigue siendo un país tercermundista... Allá, en las ciudades, a los edificios se les cae sola la pintura y el pavimento está lleno de baches. En las afueras, los campos son puro barro, porque llueve mucho también.
-¿Así que el clima es muy malo?
-Claro, si estamos bien al norte, cerca del Polo...Hace frío todo el tiempo y cuando le da por nevar, andamos como envueltos en una mortaja. jaja. Si me permite la broma...
-¿Y qué hace la gente allá?
-Bueno, trabajan en las mismas cosas que acá, pero sin ganas. Como les pagan con dinero falso... Billetes de Metrópoli son los que más circulan. Por eso, también, es que no hay progreso. ¿Como el gobierno va a mejorar las cosas si los impuestos y las contribuciones los paga la gente con papeles sin valor?
-¡Vaya!  Pero, debe haber muchas personas interesantes con quienes conversar. Si yo viera a Leonardo da Vinci, le pediría en seguida que me aclarara el misterio de la Mona Lisa. Y a Einstein, que me explicara esa fórmula de la masa y la energía, que nunca he podido entender...
-Yo, al principio, pensaba igual que usted. Pero ¡me he llevado cada chasco! Sin ir más lejos, el otro día ví a Oscar Wilde en un bar, con unos amigos. Me acerqué, esperando deleitarme con su charla genial...Pero, hablaba apenas. Como se murió de meningitis...Y además, nunca se recuperó de su estadía en la cárcel. Se le quitaron las ganas de hablar, parece. ¡Y ya no es el hombre elegante y buenmozo que cautivaba...! Ahora tiene la cara pálida e hinchada, como si se hubiera ahogado. Y no hace más que suspirar.
-Pero ¿allá se habrá encontrado con Lord Douglas, me imagino?
-Claro. Pero ya ni se miran... Parece que esa promesa que se hicieron en vida: "Hasta que la Muerte nos separe" parece que se cumplió... La Muerte los separó definitivamente.
-Es bién poco interesante lo que me cuenta...
-Tiene razón. A La Muerte la han rodeado de un aura de prestigio inmerecido. ¡Parece que tuviera más sex appeal que la misma Vida!  Por la forma en la que la han ensalsado los poetas...Y qué decir de los filósofos. ¡Llevan miles de años tratando de entenderla! Si la gente supiera lo poco interesante que es, se acabarían los suicidios.
-Tiene razón. Hay que morirse solo cuando no queda otro remedio. O mejor dicho, cuando no queda ni un remedio que  pueda impedirle a uno morirse. ja ja. No sabe lo que le agradezco su información. Veo que La Muerte no es más que el reflejo de la Vida en un espejo deformado...Creo que ahora apreciaré más el hecho de estar vivo. Es más, me dedicaré a vivir, en lugar de pasarme el tiempo filosofando...
-¡Cuanto me alegra haberle sido útil!
-¡Perdón!  Una última pregunta... Usted ha hablado todo el tiempo como si ya estuviera muerto..
-Precisamente.
-¡Ah! ¡Por eso lo encontraba tan flaco...! Y dígame ¿qué anda haciendo por aquí?
-¿No se acuerda de que ésta  es noche de Halloweeen?   Todos los años, por esta fecha vengo a darme una vueltecita por acá...Paso totalmente desapercibido. Y a propósito ¿sabe si hay alguna fiesta buena por aquí cerca?