Bienvenidos a Mi Blog

Les doy la bienvenida a mi blog y les solicito encarecidamente que me dejen sus comentarios a mis entradas, pues su opinión es de gran valor para mí.



domingo, 26 de octubre de 2014

FIESTA DE HALLOWEEN.

Josefina se puso a bailar con un esqueleto que acababa de conocer en la puerta de la discoteca.
La sorprendía el realismo de su disfraz.
Llevaba una máscara de calavera que le cubría toda la cabeza y a cada rato se le caía un ojo inyectado en sangre y le quedaba colgando sobre el pómulo.  Sin perder el ritmo, se lo acomodaba otra vez en la órbita y seguía bailando como si nada.
Otra cosa era el ruido de huesos. Josefina no se explicaba como había logrado el truco de que al moverse le sonaran como castañuelas.
-Oye- le dijo - tu disfraz es genial.
-Es que no es disfraz- le respondió  él- Llevo un par de años muerto y aproveché esta noche para venir a menear el esqueleto- y se rió de su propio chiste.
Josefina decidió seguirle la broma y le preguntó:
- ¿Y cómo fue que moriste?
-De puro tonto no más. Me puse a jugar a la ruleta rusa con unos amigos y a mí me tocó la bala. ¿ Ves?- y le mostró un agujero que la máscara tenía en la sien.
- La bala me atravesó la cabeza de lado a lado y quedé ciego. Pero no me importó, porque estaba muerto y de inmediato empecé a ver con los ojos del espíritu.
Al decir esto, volvió a acomodarse en la órbita el globo ocular que le colgaba de un filamento.
Josefina estaba muda de admiración, pero picada, no quiso ser menos:
- ¡Bueno!  Pero tú no puedes negar que también mi disfraz es realista...
-¿Y de qué estás disfrazada tú?- le preguntó el esqueleto mirando con detenimiento su vestido manchado de sangre y el hacha que pendía de su cinturón.
- ¡ Me extraña tu ignorancia!  Soy la famosa asesina "Josefina la rompe- pescuezos". Esa que decapitó a sus padres porque no le quisieron dar plata para que se hiciera un tatuaje.
- ¡ Ja! ¡Ja!  ¡Está buena!  No conocía esa historia...
-No- dijo Josefina- Si no es historia. Antes de venir para acá " me eché"  a mis dos viejos.  Mi mamá tenía la costumbre de responderme lo mismo a todo lo que le decía. Cuando a los diecisiete años le informé que me casaba, me contestó :
-¡Mi hijita, no exageres!
- Cuando luego descubrí que mi marido tenía una esposa anterior, volví a mi casa y le dije: -Mamá, me buscan por bígama.
Y ella me respondió:  ¡Mi hijita ,no exageres!
-Hace un rato, cuando me vio al lado de mi viejo con el hacha en la mano, se preparaba a decírmelo, pero no tuvo tiempo...Alcanzó a decir : Mi hijita, no...Y se quedó sin habla y sin pescuezo. ¡Jaja!
Y Josefina celebró su propia broma.
El esqueleto la miraba fascinado y tuvo que reconocer que su historia era bastante truculenta y tan buena como la que él le había contado.
Siguieron bailando felices y embobados uno con el otro, hasta el amanecer.
Estaban empezando a enamorarse cuando la policía irrumpió en la discoteca.
Josefina no hizo amago de escapar. Al contrario, muy cooperadora, les entregó el hacha y estiró sus manos ensangrentadas para que le pusieran las esposas.
La subieron al carro celular y cuando ya partían, se les acercó el esqueleto y le dijo a uno de los gendarmes:
-Por favor, podrían dejarme en mi casa, si es que les queda en el camino...
-¿Y se puede saber a donde vive?
-¡En el cementerio, pues!  ¿ En qué otra parte iba a ser ?  

NOCHE DE HALLOWEEN.

Era noche de Halloween y Raúl no estaba dispuesto a quedarse en su departamento.
Había roto con su novia, pero no creyó que ese fuera motivo para ahogar sus penas en alcohol ni tirarse al río desde un puente. Su romance había sido demasiado corto como para dejarle alguna herida profunda. Solo un rasguño en su amor propio, que aún le escocía, pero pensó que si salía a divertirse terminaría por olvidarse de todo.
Sacó del closet el disfraz de Drácula que había usado el año anterior y se lo puso rápidamente.
Luego subió a su auto y decidió conducir hasta la Discoteca que estaba en la carretera, a la salida de la ciudad.
En ese lugar las fiestas eran siempre un éxito y seguramente conocería a alguna chica que no tuviera inconvenientes en dejarse morder por un par de dientes de vampiro...
 Era bastante tarde y circulaban muy pocos automóviles.  De pronto vio, caminando delante de él, a una pareja bastante rara.
Iban vestidos de novios, andrajosos y ensangrentados. Se sostenían uno a otro por la cintura y a Raúl le pareció que ya debían haberse tomado unas cuantas copas.
Paró el auto a su lado y les preguntó:
-¿ Los llevo?
Vio que tenían las caras grisáceas y los ojos rodeados por ojeras negras. ¡Un maquillaje impresionante!
¡Esos sí que son disfraces! pensó Raúl con envidia.
El frac del novio lucía desgarrado y sucio y el vestido de la novia, definitivamente no parecía la propaganda de ningún detergente...
Ambos lo miraron en silencio, como aturdidos.
-¿Van a la Discoteca, verdad?-insistió Raúl- ¡Suban, que los llevo!
Ambos se dejaron caer en el asiento de atrás, sin despegar los labios.
Por el espejo retrovisor, Raúl los miraba, cada vez más impresionado.  ¡ Unos novios de ultratumba!  Se veían realmente macabros...
- Bueno ¿ y como se hallan para mover el esqueleto?
-¿Cómo dice?- balbuceó el novio.
-¡ Para bailar, pues, hombre!  Para eso van ¿ no ?
- No sé.... Lo cierto es que estamos algo molidos... Me siento raro, como si se me hubieran soltado las bisagras y el cuerpo no me responde...
-¡ A mí me duele la cabeza!- gimió ella, tomándosela entre las manos.
La corona de azahares estaba rota y le colgaba torcida sobre un ojo.
- ¡Tonterías, compadres ! Hay que sacarle el jugo a la noche...¿ No escuchan la música?
  Desde lejos les llegaban los sones de una orquesta tropical y empezaron a ver grupos de disfrazados circulando por los alrededores.
Raúl se estacionó cerca de la entrada.
- ¡ Bueno!  Aquí los dejo, amigos...¡Y que se diviertan!
Los novios se bajaron, algo indecisos y se alejaron sin rumbo, como aturdidos. Parecía que no tenían idea de donde estaban ni a donde tenían que ir.
- Ja ja- se burló Raúl- ¡No cabe duda de que se les pasó la mano con el trago!
Dicho ésto, los olvidó por completo.  Entusiasmado, se mezcló con la gente, en busca de una pareja.
No le costó mucho encontrar a una linda vampira que andaba sola y bailaron hasta el  amanecer.
 Volvió a su departamento cuando el sol ya estaba alto en el cielo.
El conserje le había tirado el diario por debajo de la puerta.  Al hojearlo, se encontró con la fotografía de los novios de la noche anterior-
-¡ Seguro que se ganaron el Primer Premio en un concurso de disfraces!-exclamó riendo.
Pero,  era muy diferente lo que decía al pie de la foto:
" Tragedia en la carretera.  Pareja de novios que se dirigían a su luna de miel, cayó a quebrada de treinta metros.  El auto quedó totalmente destrozado. No hubo sobrevivientes. "
A medida que Raúl le iba tomando el peso a su espeluznante aventura, sentía que se le erizaba el pelo de la nuca.
- ¡Con razón se veían tan naturales!- pensó.
Pero, como era joven y un tanto cínico y sentía que ya venía de vuelta de todo, terminó por reírse satisfecho.
 -¡ Vaya! ¡Esta sí que fue una verdadera noche de Halloween !
Y se dispuso a "tuiteárselo" a sus amigos.


domingo, 19 de octubre de 2014

UNA CHARLA EN EL PARQUE.

-¡Tanto tiempo que perdí revisando todos los días el obituario, con la esperanza de encontrar su nombre en él!   No tenía ni idea de lo que haría si sabía que se había muerto...Si me pondría a bailar de pura alegría o sentiría que se me destrozaba la vida al comprender que ya no estaba en este mundo.
La que hablaba se calló un momento para recuperar el aliento y Mariana la miró consternada. No se le ocurrió qué contestarle y se removió incómoda en el banco del parque.
Cuando la vio venir por entre los árboles- una mujer flaca con aspecto de marioneta descoyuntada-y sentarse en el hueco vacío que había a su lado, no pensó que sería una loca. ¡Porque tenía que estar trastornada, para hacerle ese tipo de confidencias a la primera desconocida que encontrara a mano !
Sin notar su desconcierto, la mujer siguió hablando con los ojos fijos en el tronco de un tilo.
-Tampoco pensé nunca que me moriría yo primero y que sería él quién tendría la satisfacción de enterarse por el diario...Una siempre piensa que los que se mueren son los demás. Pero, fue cosa de una noche. Cuando me acosté, sentí algo pesado en la boca del estómago, como un dolor soterrado que me subía hasta el corazón. Creí que era una indigestión, pero se ve que no era eso...Supongo que me morí durmiendo. La gente cree que lo ideal es quedarse en el sueño, pero no crea.... Es bien artero que la Muerte aproveche de llevársela a una sin despertarla primero, para que siquiera se entere de lo que está pasando. Es una jugarreta que le hacen a una y que no se la deseo a nadie.
Mariana, que fingía no escuchar para no darle alas, dio un respingo en el banco y aguzó el oído. Estaba segura de haberle escuchado decir que estaba muerta.
La miró de hito en hito y le encontró razón. Esa palidez de masa cruda no podía ser de este mundo. Se estremeció, como si unos dedos fríos le rascaran la nuca.
La mujer, al notar que le prestaba atención, le sonrió agradecida y continuó su monólogo.
-Usted dirá que qué ando haciendo por aquí... La verdad es que salí a dar una vuelta para serenarme, porque no sé que hacer con esta inquietud que me corroe...Diría que la angustia me está matando, si no resultara algo irónico decirlo...
-¿ Sería una indiscreción si le pregunto qué le pasa?
 -Hoy supe que él murió. Vi su nombre en la lista de los pasajeros que llegan esta tarde...
-Perdone, no le entiendo...
-Todos los días llega un autobús con los nuevos habitantes de nuestra ciudad... Publican la lista temprano, por si alguien reconoce a algún pariente y quiere ir a esperarlo. Y no sé si ir o no....
-Pero, usted lo odiaba - le echó en cara Mariana- ¡Seguro que le encantaría verlo en situación de cadáver!
-¡No, no!  Usted no entiende....¡Yo lo amaba!  El mío era un amor disfrasado de odio. Esos son los que más duelen. Era como tener en el pecho una pantera que afilaba sus garras en mi corazón.
La mujer ahogó un sollozo ronco y Mariana la miró, compadecida.
- Y entonces....¿qué quiere hacer?
-Quiero ir al paradero, estar ahí cuando él baje del autobús. ¡Se sentirá tan perdido, tan desorientado como yo cuando morí !  Uno nunca está preparado. Ya se lo dije, los que se mueren son siempre los demás...
-¿Y qué le dirá cuando lo vea?
- ¡Nada! Lo tomaré del brazo en silencio y le iré mostrando todo...Las calles, la plaza...Quiero que se acostumbre al barrio. ¡Con suerte le toca el mismo en el que vivo, perdón, en el que muero yo!  Podríamos hablar con calma....Allá nadie anda apurado como aquí. ¿Y para qué íbamos a andar apurados, digo yo, si el tiempo se nos terminó a todos, de una vez y para siempre?
Las campanadas de una iglesia cercana parecieron sobresaltarla y contradiciendo lo que acababa de decir,  se levantó del banco, apurada.
-¡Me voy! El autobús donde él viene ya debe estar llegando.
Esbozó un gesto de adiós y se alejó por un sendero. 
El sol del ocaso desdibujaba los árboles del parque. Esa misma bruma dorada envolvió a la mujer como la capa de un mago y en un segundo, la hizo desaparecer.


viernes, 17 de octubre de 2014

FUNERAL EN MI ESCRITORIO. ( Crónica de la vida cotidiana. Tarea de taller)

El lápiz a pasta, que me había entregado hasta la última gota de su sangre azul, falleció de anemia aguda.
A su funeral asistieron todos los útiles de mi escritorio. La libreta de apuntes trasformó sus páginas en flores de papel. El lápiz de mina y el saca punta aunaron sus esfuerzos y enviaron una corona de virutas.
El computador, en cambio, no asistió. Dio parte de enfermo: tenía jaqueca al disco duro.
Pero todos comentaron que lo hacía de soberbio. Se sentía en la cúspide de la modernidad y para él, el lápiz a pasta era un mero residuo del pasado, que había que dejar atrás.
Por su parte, el difunto también lo había mirado siempre con desdén. Porque tenía sangre azul y porque se consideraba el verdadero autor de los cuentos. Según él, el computador era una simple bodega donde se almacenaban los frutos de su talento.
En vano el despreciado desplegaba ante él su pirotecnia de luces y colores. El lápiz seguía mirándolo por encima del hombro.
-Eres un advenedizo sin historia- le decía- A cada rato te cambian el modelo. En cambio yo soy eterno. Mi biografía viene de siglos atrás. Mi ilustre antepasado es el Virome. Pertenezco al mundo del arte y he entregado mi vida a la literatura.
-Di lo que quieras- le respondía el computador con desdén- Yo estoy en plena juventud, en cambio tú no tienes ya cabida en este mundo cibernético.
El funeral fue melancólico. El líquido corrector derramó abundantes lágrimas blancas.
Yo, en cambio, confieso que no lloré. ¡He perdido ya a tantos!
Pero me alegro de haberle dejado creer que era él quien escribía los cuentos. Fue una dulce mentira que lo acompañó al más allá. Y después de todo ¿ acaso no es cierto que los escribía con la sangre de su corazón?


domingo, 12 de octubre de 2014

LOLITA.

Apenas terminó sus estudios en el Instituto Comercial, Dolores encontró trabajo de secretaria en una empresa metalúrgica.
Tenía veintidós años pero su aspecto frágil la hacía parecer casi una adolescente. Contribuían a acentuar su aire infantil una melena con flequillo y por sobre todo, el aparato corrector que usaba en los dientes.
 Por supuesto, nadie la llamaba por su verdadero nombre. Todos le decían Lolita.
Su jefe directo era don Manuel, un hombre corpulento, de pelo canoso y sonrisa fácil.
Cuando supo que Lolita vivía sola en un departamento cercano a la empresa, le preguntó humildemente si podía pasar en la tarde a tomar un café con ella.
Lolita quedó sorprendida y respondió titubeante. Se sentía cohibida y no sabía a qué atenerse. No le quedaba claro si debía asustarse o sentirse orgullosa por el dudoso honor del que la hacía objeto.
Pero, él se comportó  siempre muy serio y respetuoso y pasó más de un mes de continuas visitas, antes de que la tomara por la cintura y le dijera que estaba enamorado...
 Al principio, a ella la acomplejaba el aparato corrector de sus dientes. Pensaba que el sabor metálico le molestaría a don Manuel cuando la besaba. Pero, pronto descubrió que era todo lo contrario. Su aspecto de niña parecía exacerbar su pasión. La sentaba en sus rodilla y la besaba con vehemencia, murmurando:
-Mi niñita....¡Mi colegiala preciosa!
A Lolita le parecían extraños esos arrebatos. Más de una vez pensó que los sentimientos que despertaba en don Manuel tenían algo de inconveniente y malsano.
Pero, era tan dulce y tan respetuoso...
Ella, por su parte, embargada por una vaga nostalgia de su padre, se colgaba de su cuello dejándose llevar por un abandono infantil y aún en sus momentos de mayor intimidad se negaba a  tutearlo y seguía llamándolo don Manuel.
En la empresa nadie sospechaba la relación que los unía.
El Día de la secretaria, don Manuel le regalaba a todas una caja de bombones del mismo tamaño y calidad.
Las chicas la abrían de inmediato y ofrecían su contenido al resto del personal. Sólo Lolita
se negaba a hacerlo y se hizo fama de mezquina.
Pero, lo cierto era que ella sabía que en el interior de la suya siempre había una cajita más pequeña, conteniendo un anillo o un prendedor.
Pasó el tiempo y Lolita perdió su aspecto aniñado.  De adolescente frágil pasó a ser una mujer atractiva. Desarrolló curvas perturbadoras y sus dientes, libres del frenillo, mostraban ahora una sonrisa perfecta.
Lo curioso fue que don Manuel empezó a visitarla cada vez menos. Y cuando iba,  ya no la sentaba  en sus rodillas ni la llamaba su niñita...Se quedaba mirándola con ojos pensativos y tristes, como si echara de menos a alguien que ya no estaba ahí.
Ese año, Lolita recibió el premio a la Mejor Secretaria y la empresa le regaló un viaje a Buenos Aires, con todos los gastos pagados.
-¡Qué exquisito!  ¡Qué envidia! -exclamaban todas- Tú siempre quisiste ir ¿verdad?
No, la verdad era que ella no quería ir. No deseaba en absoluto ese viaje...
La mañana que el taxi la llevó al aeropuerto, miró por el vidrio la fina garúa que humedecía los árboles y vio como la ciudad iba quedando atrás. Hubiera querido ir a trabajar a la empresa, como cada día y en la tarde, quedarse en su departamento, esperando la visita de don Manuel....
Como era previsible, lo pasó muy bien en Buenos Aires, pero a la vuelta la esperaba una sorpresa.
La habían trasladado a otro piso. A un puesto de mayor responsabilidad y mejor sueldo, le aseguró don Manuel...
Ni siquiera tuvo oportunidad de protestar, porque ya su escritorio estaba ocupado por la nueva secretaria .
Era una chica delgada de aspecto infantil. Parecía tener menos de quince años.
Miró a Lolita con turbación, como sintiéndose culpable pero luego sonrió y el corrector metálico que llevaba en los dientes, centelleó  alegremente bajo la luz de neón.

 

TARDE DE PERROS.

 ( Tarea de Taller)
                                                  
Amanecí de mal ánimo y para colmo, en la escalera se me atravesó un gato negro.
¡Era un augurio de mala suerte!  Estaba claro que el resto del día se vendría torcido...
Al llegar a la oficina, me esperaba un recado amenazante. Me lo dio Rosita, la secretaria, con una mezcla de lástima y oscuro regocijo.
¡ El gerente quería hablar conmigo!
Para hacerles corta la historia, me despidieron. Y lo peor era que yo, por haber llegado de provincia, había gozado hasta ese momento del privilegio de alojar en la bodega de la Empresa, que quedaba a pocas cuadras. Ahí ocupaba un cuartito minúsculo, que era todo mi hogar y mi único sitio privado en este mundo.
Con el despido, me quedaba sin sueldo y sin un techo bajo el cual refugiarme.
Me fui a vagar por el parque y me dejé caer en un banco. Una tremenda pesadumbre se abatió sobre mi. Apoyé la cabeza en el duro respaldo y sin saber cómo, me quedé dormido.
Y aquí viene lo raro.
Soñé que era un perro sin casa, o en situación de calle, como se dice ahora, para hacerlo más fino.
  No tenía a donde ir y vagaba sin rumbo por la ciudad despiadada.  Acostumbrado a las patadas y a los pisotones, me iba orillando las murallas, tratando de ocupar el menor espacio posible.
Para colmo, empezó a llover y en cosa de segundos quedé calado hasta los huesos. La mitad de las pulgas se me ahogaron, creo yo, bajo ese chaparrón inclemente.
Me refugié en el quicio de una puerta. De pronto, escuché el frenazo de unos neumáticos y una voz tierna que decía:
- ¡Pobre perrito!  ¡ Seguro que alguien lo abandonó!
A continuación, unos brazos me cogieron y me encontré en el tibio interior de un automóvil. Una mujer muy elegante me sonreía. El que iba manejando me echó una mirada despectiva pero no dijo nada.  Estaba claro que la que mandaba era ella y no había más que hablar.
Llegamos a una casa del barrio alto. Una mucama abrió la puerta y al entrar, lo primero que vi fue un enorme gato negro ovillado en un sillón. Al verme, largó un bufido y vi como se le  erizaba la piel desde la nuca hasta la punta de la cola.
Tuve un deja vu....Sentí que lo del gato negro era un mal augurio que venía persiguiéndome. Pero en mi mente de perro, no pude recordar de donde me venía la intuición...
-¡ Cholito!  ¿Qué te pasa?- lo amonestó la señora, con dulce acento- ¡ Tienes que ser bueno con este huérfano que acabo de recoger!
Pedirle a un gato que sea bueno resulta irónico. ¡Por algo son los regalones de las brujas!
Y ese tal Cholito era uno de los peores...Maligno y astuto, se las arregló para que me echaran a la calle en cuestión de horas. Arañó, rompió y ensució cuanto pudo, logrando que siempre me echaran la culpa a mi.
De nuevo me vi arrojado a la intemperie y a mi triste existencia de perro vago.
Con las orejas caídas y la cola gacha, me refugié en el umbral de una puerta y a pesar de mi pena, logré dormirme.
Entre sueños pensaba ¡ Si pudiera, no despertaría nunca!
Pero lo hice. Y desperté como lo que era. Como un cesante sentado en un banco del parque y que no tiene a donde ir.
-¡Ay!- pensé, acongojado-  ¡Ojalá hubiera podido seguir soñando que era perro!  ¡Estar despierto es peor!

jueves, 9 de octubre de 2014

AMOR INCONDICIONAL.



No, no pienses que eres feo. El Amor es el que hace brillar a los seres y a causa de mi amor, tú brillas como un diamante.
Yo te quiero sin importar tu aspecto. No te pongo condiciones para amarte. Sólo espero que me correspondas y me seas fiel
Nunca olvidaré el día en que te conocí.
Me miraste con unos ojos ansiosos y tristes y empezaste a seguirme.
Al principio me dio risa el hecho de que cada vez que volvía la cabeza, te veía detrás de mí, mirándome siempre, sin despegar tus ojos de mi cara, como preguntándome algo.
Después me empecé a preocupar. ¿Qué voy a hacer con él? pensé. Faltaba poco para que llegara a mi casa y no quería que supieras donde vivo. Intuía que entonces ya no me podría librar de tu asedio.
Pero, algo en ti me atraía. Tu actitud respetuosa, tu aire resignado y melancólico, como si no te atrevieras a esperar nada de mí y al mismo tiempo sintieras que tu destino estaba en mis manos.
¿Cómo resistirme al dulce ruego de tus ojos?
Me volví hacia ti, sonriendo.
-Ven- te dije- Entra que hace mucho frío y creo que va a llover.
Entonces moviste tu colita y lamiste mi mano, agradecido.
Y ya no fuiste más un perro vago. Ahora tienes un hogar.
Y no me importa si tu pelo es áspero y tu raza indefinida. ¿ Acaso tú le pones condiciones al amor que me das?

domingo, 5 de octubre de 2014

INSOMNIO.

 ( Inspirado en un cuento de Juan Forn.)

Jorge estaba desvelado y hacía largo rato que se revolvía entre las sábanas sin hallar una postura cómoda.
Tratando de no despertar a Alicia, buscó a tientas las pantuflas y se dirigió a la cocina. Al pasar, la miró con resentimiento.  Esa noche habían tenido otra violenta discusión. Pero, mientras él permanecía insomne, ella dormía como si nada la perturbara.
A pesar de la hora, el calor agobiante del día aún se prolongaba y sintió el pelo mojado en sudor. Sacó una cerveza de la heladera y fue a sentarse en el jardín, a oscuras.
Un grillo, escondido quizás donde, dejaba oír su monótono cri cri. El aire estaba cargado del perfume de las rosas, que habían florecido todas juntas, como de acuerdo con un secreto pacto que sólo ellas conocían.
En el momento en que se acomodaba en la reposera, sonó el timbre de la puerta de calle.
Jorge miró el reloj: eran las doce pasadas. Sin saber por qué, no se preocupó por la hora ni se preguntó quién sería. Acudió a abrir y en el umbral vio a su padre.
No lo veía desde que había muerto, hacía dos años.
El lo miró sonriendo y al notarlo indeciso, le preguntó con un dejo de burla:
-¿ Puedo entrar?
Llevaba un impermeable al brazo, cosa que a Jorge le intrigó más que su presencia en la casa.
-¿Por qué llevas eso?  Si hace tanto calor...
-Sí, pero pronto va a llover- le respondió su padre y pasó de largo junto a él, hasta el jardín.
Fue a sentarse en la reposera que Jorge había dejado momentos antes.
-Ven a sentarte a mi lado y cuéntame cómo te va.
-Creí que desde allá se veía todo lo que pasa en este lado...
-Tienes una idea muy errada de lo que es la Muerte. ¿Cómo podría uno descansar si continuara al tanto de todo?
- Y entonces ¿ por qué viniste?
-Porque estar muerto es muy solitario y me dieron ganas de saber de ustedes...Cuéntame de tu madre, de tu hermano... Y de ti, por supuesto. ¿Cómo va tu matrimonio con Alicia?
Una oleada de amargura le subió a la garganta. Estuvo tentado de hablarle de su fracaso, pero prefirió callar. ¿ Acaso alguna vez había logrado tener con su padre algo parecido siquiera a una conversación?
Pero el resentimiento guardado por tantos años pudo más en él y le reprochó, sarcástico:
-¡ Te preocupas por mí más que cuando estabas vivo !
Su padre lo miró en silencio y luego comentó, sin alterarse:
-Veo que todavía me guardas rencor... Y ya que estoy aquí ¿ por qué no aprovechas de desahogarte?
Jorge empezó a hablar a tropezones, forzándose a poner en palabras las cosas que por años le habían envenenado el corazón.
Ya era muy tarde para hacerle reproches, pero sintió que todo lo que le decía estaba impregnado de amargura y soledad. ¿ O es que acaso su descalabro emocional no era producto de una infancia privada de cariño ?  ¿ No habían sido el distanciamiento y la indiferencia de su padre los que lo habían lanzado inerme a esa guerra a muerte que era la vida?
Habló largo rato y sus palabras fueron una revelación para él mismo. Se comprendió más y se culpó menos. Entendió que desde niño había sido programado para el fracaso y  que habría sido inutil luchar. De a poco, sintió que se alivianaba su corazón del peso que había cargado por años.
Cuando terminó de hablar, la claridad gris del alba iba redefiniendo los contornos de las cosas. Una lluvia inesperada refrescaba los rosales, mustios por el calor.
Sonrió al recordar el impermeable de su padre, pero al mirar hacia la reposera, vio que ya no estaba ahí.