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Les doy la bienvenida a mi blog y les solicito encarecidamente que me dejen sus comentarios a mis entradas, pues su opinión es de gran valor para mí.



domingo, 24 de junio de 2018

BETTY QUIERE ADELGAZAR.

Betty se miró en el espejo, confiando en haber adelgazado mientras dormía.
Había soñado que corría kilómetros, perseguida por un rinoceronte...
Pero el espejo le devolvió una cara regordeta y una blusa donde los botones pugnaban por librarse del secuestro de los ojales.
¡ Todo le quedaba mal!  No cabía duda de que la ropa había encogido, colgada en el closet...
Llamó a Nora, única confidente de sus secretas humillaciones.
-Oye, Nora ¿ Tú crees que esas clínicas para adelgazar sirvan de algo?
-No sé, Betty. Tendrías que preguntarle a Josefina.
-¡ Pero ella es flaca!
-Por lo mismo...Cuando dice que va a Europa, en realidad se interna en una de esas clínicas.
Fue a ver a Josefina y le preguntó a boca de jarro:
-¿ Tú crees que estoy más gorda?
-¿ Más gorda que cuando?  ¿ Que ayer a esta misma hora?
Betty dio una patada en el suelo y se puso a llorar.
-¡ Ay, niña!  ¡ Qué susceptible!
-Es que estoy desesperada, Josefina.  Cuando veo una mujer flaca me falta el aire y creo que voy a explotar....¡ Necesito hacerme una cura!
-Regio, Betty. ¡ Yo te acompaño!
Josefina hizo una llamada al Centro Médico donde se  atendía a ella y reservó hora para las dos.
Llegaron a un enorme edificio en los faldeos cordilleranos. Estaba reodeado de parques y jardines y separado del exterior por una reja de fierro.
El médico miró a Betty con severidad al ver la cifra que marcaba la balanza. Le recetó una dieta y ejercicios moderados. La dieta era digna de un campo de concentración. Las primeras cuarenta y ocho horas, solo jugo de rábano. Al tercer día, dos zanahorias y tres hojas de lechuga. Al final de la semana, gran premio a la fuerza de voluntad:  ¡ un huevo duro y una cucharada de alpiste!
A los dos días y  a causa de los "ejercicios moderados", Betty se arrastraba por el piso convertida en un trapeador.  Pero lo peor era el hambre.
En la sala de estar de la clínica se encontró con Josefina que había quedado alojada en otra ala del edificio.
-¡ Ay, niña!  ¡Te ves fatal!- comentó ella, mirando a Betty con una sonrisa conmiserativa.
  -¡ Y eso que hoy comí dos zanahorias!
-¡ Qué glotona!  ¿ Y no te cayeron pesadas!
-Ríete, no más, mala pécora. ¡ No me explico como tú estás tan animada!
-¡ Es que no hay que tomar la dieta tan a pecho, pues, mujer!  Detrás del gimnasio funciona un mercado negro. ¡ Venden de todo!  Hoy vi a unas gorditas comiendo empanadas de marisco, escondidas en el vestidor.
Betty decidió huir.
Se acercó paseando hasta la reja, para tantear el terreno.
-¿ Busca algo, dama?- le preguntó el guardia con mirada de sospecha.
-¡ Querría salir!
-¿ Tiene el certificado médico en que le dan de alta?
Betty lo miró con ojos redondos y no dijo nada.
-Lo siento, dama, no la puedo dejar salir ni a dar una vuelta por la cuadra.  ¡ Es por su bien! Afuera hay una verdadera mafia que conspira contra el tratamiento para adelgazar.
- ¿  Qué quiere decir?
-¡ Mire!  ¡Ahí va uno de los traficantes ! Y es el peor...Le hace al turrón de almendras y a los chocolates rellenos...
Betty se alejó cabizbaja, pero no vencida. Resolvió huir esa noche disfrazada de enfermera.
Esperó el cambio de turno y como un rayo sacó del vestidor un delantal y una toca.
Cuando oscureció, arrojó su maleta por entre los barrotes y salió sin que nadie la detuviera.
Se acordó de que Josefina sufría de insomnio, seguramente de puro hambreada. Y pensó:   ¿Qué será peor? ¿ Ser una flaca estupenda que no pega un ojo de noche o una gordita rechoncha, que duerme como un ángel? 
Se bajó del taxi frente a un supermercado y se compró medio pollo asado y un litro de helado de chocolate.
Estaba claro que había elegido la respuesta correcta.

domingo, 17 de junio de 2018

AVENTURA EN EL MUSEO.

Pablo se detuvo frente a un cuadro que ocupaba casi toda una pared del Museo. Representaba un paisaje marino de extraordinario realismo. Se sorprendió al ver un delgado hilo de agua que se deslizaba fuera del marco y goteaba sobre la alfombra.
-¡ El mar se estás rebalsando!  -gritó el chiquillo ,pero nadie lo escuchó, porque la profesora había conducido al resto de la clase a la sala contigua.
Se acercó más y aspiró un fuerte olor a yodo. Chispitas de humedad le salpicaban la cara.
No se sorprendió demasiado, porque estaba seguro de que el mundo era mucho más interesante de lo que la gente creía.
  Vio que en el mar había un bote  y en el bote, un pescador. Parecía absorto en la tarea de desenredar unas algas que se habían adherido a la red.  De pronto, levantó la cabeza y miró a Pablo.
 En ese preciso momento, se acercó su amigo Juan.
-¡ Pablo! ¿ Qué haces aquí?  Te quedaste hipnotizado con este cuadro...
-Pero ¡mira!  ¿ No te das cuenta de que es real ?  ¡Si hasta se oye el ruido de las olas!
-¡ Estás loco, hombre!  ¡Vamos! ¡ Hay que mucho que ver todavía! 
El pescador había vuelto a inclinarse sobre la red y nada en el cuadro parecía tener vida. Era solo un lienzo cubierto de pintura...
-No-dijo Pablo- Me voy a quedar otro rato.
Y se sentó en un banco que había junto a la pared. Decidió quedarse ahí hasta que el pescador volviera a moverse y el mar a salirse del marco, salpicando la alfombra. 
Minutos después, una gaviota se desprendió de la bandada que volaba sobre el bote. Dio un par de giros atolondrados por la sala y luego regresó a su lugar en la pintura.
Pablo se rió encantado y pensó que iba por buen camino, que era cosa de armarse de paciencia...
Más tarde,  el cuidador del Museo se acercó a advertirle:
-Dentro de cinco minutos vamos a cerrar.
Y se alejó silbando por el pasillo.
Pablo vio entonces que el pescador maniobraba los remos y el bote empezaba a acercarse.
El hombre lo miró sonriendo y  le hizo una seña para que subiera a bordo.
-¡ Vamos, chico!  ¿ No quieres ayudarme a pescar? ¡ Dame una mano!  ¡ Súbete!
Pablo alzó una pierna y se encontró sentado sobre un montón de redes. El mar estaba sereno y se extendía como una lámina de oro bajo un cielo  azul, salpicado de nubes blancas.
  Al cabo de un rato, cuando el cuidador del Museo se acercó para insistirle  que se fuera, no encontró a nadie sentado en el banco.  ¡ Ni  siquiera vi cuando se fue !- murmuró extrañado.
No miró el cuadro porque no le interesaba la pintura. Si a él no lo habían contratado para opinar sobre Arte...  ¿para qué se iba a molestar?
Así es que no notó que algo había cambiado. 
 Ahora el bote llevaba de pasajero a una muchachito  que ayudaba al pescador a extender las redes. Se reía feliz, con las manos sumergidas en el agua del mar.
 En el cuadro había empezado a atardecer y un resplandor rojo y dorado iba tiñendo el cielo...

domingo, 10 de junio de 2018

LAS DESVENTURAS DE BETTY.

Betty soñaba con un momento triunfal.  Entraba a la cafetería donde acostumbraban reunirse  sus amigas y les anunciaba :
-¡ Chicas, me caso!
Y ellas se quedaban mirándola, pálidas de envidia.
Era un sueño maravilloso...
Empezó a saborearlo el día que Bernardo la llamó por teléfono y le dijo:
-¡ Betty, tenemos que hablar!
¡ Ay!  Su corazón dio un salto y automáticamente se imaginó lo peor. Siempre en las teleseries, cuando alguien pronuncia esa fatídica frase, es señal de que se avecina una escena de ruptura.
¡Me dirá que hemos terminado, que conoció a otra!...suspiró y se encaminó al restoran temblorosa, como un reo que se enfrenta al pelotón de fusilamiento.
Pero no.
Al terminar de comer, Bernardo sacó una cajita del bolsillo y exclamó:
-¡  Betty, mi amor!  Me salió el divorcio...¿ Te casarías conmigo?
Y le puso en el dedo un anillo esplendoroso. Más por su valor simbólico que por el tamaño de la piedra...
Betty lloró emocionada y él, pobre ángel, también soltó una lágrima que cayó sobre los restos de su bavarois.
Fueron meses de amor delirante. Betty se sentía volar por encima de la capa de esmog y creía escuchar coros celestiales.
Empezaron a buscar departamento. Bernardo lo quería amplio, para cuando lo visitaran sus hijos, dos fines de semana al mes.
-¡ Ellos se enamorarán de tí, igual que yo!- le decía mirándola a los ojos y bañándola en torrentes de miel.
Acostumbraba ir muy seguido a ver a los niños y a medida que se aproximaba la fecha del matrimonio, empezó a ir con mayor frecuencia aún.
 Matías y Diego se llamaban los querubines...Al principio, solo los nombraba a ellos.  Pero después, misteriosamente, empezó a agregar el nombre de su ex, Mónica.  Al parecer,  ella había tomado la costumbre de acompañarlos en los paseos...
Betty lo empezó a notar esquivo y nervioso. Atragantado con algo, como si tuviera un cartílago de pollo atravesado en la garganta.
Hasta que un día la llamó por teléfono y repitió aquella frase de teleserie turca:
-Betty, tenemos que hablar.
Y ahora sí que Betty estuvo segura de que era el preludio de una escena fatal.
Bernardo la miró a los ojos, le estrujó las manos y al fin, exclamó desesperado:
-¡ Betty, no puedo ocultárterlo más...!  Me he reconciliado con Mónica.
Ella no se sorprendió menos de lo que esperaba. Es muy bueno ver teleseries... ¡ La vida las imita tan bien!
Se sacó el anillo y se lo echó en el vaso de gin tonic. Después salió sin pronunciar palabra.
Y así acabó aquel sueño delicioso en que entraba a la cafetería y exclamaba:
-¡ Chicas, me caso!
Durante meses estuvo recogiendo en silencio los pedazos de su corazón...Su único consuelo era pensar que nadie había sabido de su desengaño....
El orgullo la sostuvo como un armazón de hierro. Hasta que pudo pararse firme sobre sus piernas y volver a vivir.   

domingo, 3 de junio de 2018

LA MARIPOSA.

Nancy sentía la nuca tensa y le ardían los ojos. Apretaba con fuerza los párpados, pero no podía dormir.
El médico le había diagnosticado estrés y le había recetado un somnífero.
-Una sola tableta antes de acostarte- le recomendó muy serio.
Pero era inútil, una sola no le servía de nada.
Encendió la lampara  y se tomó varias.  ¡No! ¡son muy pocas!  Algunas más y ahora sí me duermo -exclamó, sin darse cuenta bien de lo que hacía.
Al rato, una mariposa nocturna entró al dormitorio, atraída por la luz.
Chocó contra la pantalla de la lámpara y cayó al suelo.
Nancy se bajó de la cama y la recogió con suavidad.  Sus dedos quedaron impregnados con el sedoso polvillo que cubría sus alas. Pero estaba rotas y al cabo de unos segundos, la mariposa murió.
Nancy destapó el frasco del somnífero que ahora estaba vacío y la guardó ahí.
Luego apagó la luz y entre sueños escuchó la voz de su madrastra, que le llegaba desde el dormitorio de su papá.
De su mamá, muerta hacía tres años habían ido desapareciendo los recuerdos. Todos reemplazados por nuevos adornos ...Su fotografía sobre el piano fue lo primero que un día cualquiera, ya no volvió a ver.
Así, su presencia se había ido diluyendo como un jirón de niebla que se desvanece al sol.
-¡ Papá!- suspiró Nancy con tristeza- ¡ Qué poco te demoraste en olvidarla! 
En ese instante, entró por la ventana una mujer vestida de blanco. Llevaba sujetas a la espalda dos alas de un gris pálido, igual al de las mariposas nocturnas.
Nacy se incorporó asombrada y al reconocerla susurró:
-¡ Mamá!
Ella la miró sonriendo y le preguntó:
-¿Donde dejaste a la mariposa muerta?
-Ahí- respondió Nancy, señalándole el frasco.
Su mamá lo abrió y de él salió volando la mariposa.  Agitó sus alas un momento y luego se perdió en la oscuridad plateada del jardín.
-¿ Quieres venir con nosotros?- le preguntó la mujer- Hay luna llena y en noches como ésta, todos los sueños pueden hacerse realidad.
Nancy se levantó y se tomó de su mano.  Volaron juntas y subieron cada vez más alto, hasta perderse en el resplandor de las estrellas.
A la mañana siguiente, su madrastra, cansada de llamarla entró a su dormitorio sin golpear.
Su fastidio se transformó en horror, al verla inmóvil y pálida, sobre la cama.
Maquinalmente, abrió el frasco del somnífero  y lo halló vacío.
-¡ Se las tomó todas de una vez!- exclamó espantada.
Al salir corriendo a pedir ayuda, vio una mariposa nocturna en el suelo.

-¡ Estos insectos ! - exclamó rabiosa-  ¡Son una verdadera plaga!- y lo aplastó con el tacón.