Pablo reconocía que Jorge era su mejor amigo, pero secretamente lo consideraba un latero.
Cuando empezaba con sus recuerdos de su infancia en el Sur, no había quién lo parara.
Pero, era un buen tipo, que tenía una fabulosa colección de música de Jazz....Y Pablo era un fanático del tema.
A menudo lo invitaba a su departamento a escuchar discos . Hasta ahí, todo bien. Lo malo es que las melodías parecían gatillar su nostalgia y al rato estaba embalado en una cháchara interminable.
A Pablo le bajaba sueño y luchaba por mantener los ojos abiertos. Pero, sin poder evitarlo, se ponía a cabecear.
Una tarde en que se encontraba entregado a su secreta lucha contra la somnolencia, de improviso entró a la habitación una chica espectacular. Alta y pelirroja, con una figura espléndida.
Pablo alcanzó a pensar que sería una hermana de Jorge y ya ensayaba una sonrisa conquistadora, cuando ella, sin más, desapareció.
Jorge seguía hablando, la música seguía sonando...y entonces, Pablo comprendió que, por una fracción de segundos se había quedado dormido y había soñado.
Por las dudas, le preguntó a su amigo :
-Viejo ¿ tienes una hermana?
-No, soy hijo único. Pero, ahora que lo preguntas, cuando vivíamos en el Sur...
Y volvió a hilvanar sus recuerdos, sin hacerle caso.
Esa noche, en su cama, Pablo se ilusionó pensando en que quizás volvería a soñar con la chica pelirroja. Pero tanto se esforzó por dormirse, que al final se desveló y pasó toda la noche con los ojos pegados en el techo.
Días después, Jorge lo invitó de nuevo a su departamento a escuchar jazz. La tibieza del ambiente, la música suave y el monólogo de su amigo volvieron a adormecerlo.
Esta vez, la chica cruzó la habitación y se sentó a su lado. Pablo vio de cerca sus ojos verdes donde brillaban chispitas risueñas. Iba a hablarle, cuando ella se esfumó.
En varias ocasiones volvió a soñar con ella, pero siempre de día y bajo el influjo hipnóptico de la voz de Jorge, que lo hacía dormir. Terminó por convencerse de que la cháchara de su amigo era la llave mágica que convocaba a la chica de sus sueños. Y empezó a buscar las ocasiones para pedirle que le contara más cosas de su niñez.
Jorge, halagado,llegó a pensar que sus habilidades como narrador eran excepcionales y decidió escribir su autobiografía.
Pero, Pablo ya no se conformaba con soñar. Estaba convencido de que la chica existía. ¿ Por qué iba a soñar siempre con ella, si no era real?
Empezó a buscarla entre la muchedumbre. A toda hora del día y de la noche, escrutaba las caras a su alrededor. Si a lo lejos divisaba una melena cobriza, echaba a correr en esa dirección, para luego sufrir un desengaño.
Si lo invitaban a una fiesta, de in mediato se hacía ilusiones de que era ahí donde la iba a encontrar, que por fin el Destino lo sacaría de su incertidumbre...
Un día en que iba conduciendo por la carretera, un auto que iba adelante, se salió del carril y se le atravesó violentamente. El choque fue brutal.
Pablo quedó atrapado entre los fierros de su auto deshecho. Luchando por no desmayarse, fijó los ojos en el otro conductor. Era una mujer. Una preciosa mujer de pelo rojizo que se bajó de su automóvil y corrió hacia él, llorando. Se veía ilesa, excepto un razguño en la mejilla.
-¡ Ay, Dios!- gemía- ¡ Perdóname! ¿ Qué hice, Dios mío? ¿ Estás herido?
Pablo la miraba incrédulo. ¡ Era la chica de sus sueños!
-¡ Eres tú !- balbuceó con un hilo de voz-¡ Sabía que existías! ¡ Por fin te encontré!
Y sonreía, extasiado, mientras ella se inclinaba sobre él, ansiosamente, tratando de entender lo que decía.
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-¡ MIre, compadre!- exclamó el empleado de la morgue- ¡Nos llegó un cadaver sonriente!
Pobre tipo.... ¡Se ve que murió feliz!