Soy un muñeco de trapo y no tengo nombre. O tal vez me llamo muñequito rayado porque ella me dice así. Me fabricaron en un Hogar de ancianos y ella vino un día a la exposición de los trabajos. Yo estaba medio oculto entre toallas a crochet y pañueleras de hilo. Yo creo que adrede me habían escondido porque me hallaban feo. Hecho con una tela a rayas y la boca pintada, simulando una sonrisa.
Pero ella me vio y me compró. A escondidas me abrazó cuando estuvimos solos y entonces mi corazón de trapo latió con tanta fuerza que casi se me saltaron las costuras.
Nos fuimos a su casa y allí me escondió bajo la almohada.
En la noche, cuando se apagaba la luz y su marido se ponía a roncar, bien lejos, en el borde de la cama, ella me sacaba de debajo de la almohada y dormía conmigo.
A veces lloraba en silencio y me mojaba un poco, pero no me importaba. Yo sólo quería demostrarle mi cariño para que ella no pensara que no tenía nadie que la quisiera.
Pasaron veinte años. El hombre que roncaba se fue hace mucho tiempo. Ahora estamos solos ella y yo.
Mi tela ya casi no resiste. El relleno se asoma por mis costuras y la sonrisa pintada ya casi no se distingue. ¡Tantas lágrimas tenían que desteñirla al fin!
Ella me dice: Muñequito rayado. Júrame que nos vamos a morir juntos. Ya me falta poco. El corazón me pesa mucho y un día se va a cansar de este latir inútil. Quédate conmigo, no me dejes.
A mi me gustaría decirle que nunca la voy a abandonar. Que mis costuras van a resistir y que mi tela va a durar, aunque ya está casi transparente.
Ella me repasa la boca con un lápiz rojo y entonces al menos le puedo sonreír.
Y nos abrazamos igual que ese día, hace veinte años, cuando ella llegó a la exposición y yo al verla me enamoré. Aunque sólo sea un muñeco de trapo, algo me dice que tengo corazón.
Buenísimo.Tierno y entretenido. También es de antología.
ResponderEliminarQuerida Lilly: Me recordaste cuando en mi niñez, mi madre me regaló un oso azul de paño lenci. Con dos botones dorados que hacían de ojos y ¡Una naríz de lacre rojo!
ResponderEliminarEn esa época vivía en un pequeño pueblo provinciano. En una casa con una quinta llena de arboles frutales y muchas flores.
Era muy tímido, soñador e introvertido. El oso me pareció sería un gran amigo. Le bauticé con el nombre de "Valiente". Me acompañaba cuando trepaba a lo alto de los árboles. Y, en la noche, velaba por mi sueño. Y me gustaba conversar con el. De mis alegrías, penas y proyectos. Valiente era un gran escuchador.
Fue pasando el tiempo. Tenía su naríz resquebrajada.Los brazos algo sueltos y sus ojos dorados unas cuantas peladuras.
Seguía siendo mi confidente. Las nanas de la casa se reían irreverentemente de mi amigo: ¡Como le conversa!¡Como lo abraza! Yo no les hacía caso.
Y llegó el día en que hubo un cambio en la rutina, nos trasladaríamos a una ciudad cercana. Y comenzamos a preparar las maletas. Y guardar en grandes cajas todo lo que viajaría con nosotros.
Y fuí a buscar a mi osito. ¡Y no lo encontré!
Nadie le había visto.
Y me sentí mas triste que cuando mi padre, sin preguntarme, regaló mi triciclo verde, con campanilla, con tapabarros cromados,ruedas con rayos, neumáticos que se inflaban, caja de herramientas y bombín. Era una joya de la juguetería inglesa. Fue obsequiado a un muchacho al cual detestaba, al igual que a su familia. Les encontraba engreídos y prepotentes.
Y el beneficiado, sabiendolo, pasaba por la puerta de mi casa pedaleando veloz y tocando la campanilla.
Volviendo a mi osito, nunca mas apareció. Sin embargo, cuando volvía a recordarlo, veía miradas de inteligencia entre las nanas y mi madre. Quizás ese sufrimiento por el amigo perdido era el primer paso para entrar a la adolecencia...
Querida Lili, a ver si adivinas quien soy... que lindo el cuento, me recuerda especialmente uno que hice en trabajo manual que me quedó tan feo pero que yo le tomé mucho cariño. Mi madre me recomendó leer este blog y acá estamos ambas entrenidas leyendo.
ResponderEliminarQueremos màs cuentos,
Felicitaciones
Un cuento muy tierno y bonito. Me ha gustado bastante, quizá porque lleva una gran carga de ternura y soledad. Un lazo en el tiempo...
ResponderEliminarHas acertado al contar la historia desde el punto de vista del muñeco.
Y fíjate que el muñeco sonríe siempre, así que larga vida...
José