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martes, 31 de enero de 2012

MALI

Emilio había llegado a estudiar a Santiago y fué acogido con afecto en la casa de sus padrinos. Su tío Federico era primo de su madre y siempre había matenido con ella una relación cercana. Ahora estaba casado con una hermosa mujer y tenían una sola hija, Magdalena,a quién todos llamaban Mali.
Emilio se acomodó rápidamente en el dormitorio de alojados. Sacó de su maleta sus libros favoritos y los distribuyó en la repisa. Luego de ordenar su ropa en el closet, se asomó a la ventana que daba sobre el jardín.
Vio a una linda joven cruzar el cesped cargando una bolsa de compras y adivinó que era Mali.
Sabía que ella le llevaba sólo un año de diferencia, sin embargo, en lugar de la niña frágil que había imaginado, creyó ver a una mujer ya formada.
Pero cuando ella levantó el rostro hacia su ventana y lo saludó con un gesto, vio su rostro todavía infantil, su nariz cubierta de pecas, y se sintió menos intimidado por ella.
Con el transcurso del tiempo, se fue enamorando sin notarlo. Lo que creyó simpatía y cariño de primos se fué trasformando en una desesperada ansiedad de estar a su lado.
Mali lo trataba con juguetona ironía y aveces con crueldad. Se mofaba de él como de un chiquillo mucho menor y era evidente que notaba las emociones que su presencia le despertaba.
El sufría por su comportamiento y un día en que ella extremó sus burlas, exclamó:
-¡Por favor,Mali! ¡No me trates como un niño! Háblame como es debido. No como una cosa sino como a una persona.
Ella se rió con una pequeña risa cruel. Le cogió un mechón de pelo de la frente y se lo tiró con fuerza.
-¡Eres un tonto! Pero no te preocupes, Dios parece amar más a los tontos y a los locos.¡Quizás los hombres normales son demasiado perversos para que los pueda amar!
Por un segundo, su boca se contrajo en un rictus amargo, pero luego volvió a reir y salió,cerrando la puerta a sus espaldas.
Otro día entró a su dormitorio, cuando él estaba leyendo.
-¿Qué lees? A ver...-Le arrancó el libro de las manos con brusco ademán.
-¡Ah! "El guardián en el centeno". Estupendo libro para ti, puesto que trata de un adolescente desorientado.
Emilio replicó con rabia:
-¡Y para ti también! ¿Acaso no tienes sólo un año más que yo?
-¡Ah! Pero las mujeres maduramos primero.
Con gesto petulante, se acercó al espejo que había sobre la cómoda. Alisó la blusa sobre su pecho y se miró de perfil con gesto complacido.
Una gran confusión de emociones agitaba a Emilio.
Hasta ese instante, su amor por Mali había sido como una dorada neblina de adoración romántica. Se los imaginaba siempre caminando tomados de la mano por un prado interminable, hacia una vaga felicidad, nunca concretada.
Pero esa noche, al evocar el gesto de Mali frente al espejo, sintió que una llamarada brotaba de todo su ser. El deseo de estrecharla en sus brazos se volvió insoportable. Fué como si hubiera pasado súbitamente de un cielo luminoso a un tenebroso infierno.
Sus tíos habían notado el enamoramiento de Emilio y lo comentaron una noche en su dormitorio.
-¡Es bien fácil darse cuenta!-exclamó Federico-Pero Mali es todavía muy niña para interesarse en esos juegos.
Su mujer lo miró sorprendida de su ingenuidad, pero prefirió callar antes de inquietarlo. De todos modos, era evidente que Mali tomaba a su primo como un chiquillo algo ridículo en sus manifestaciones de amor.
Todos los Jueves en la tarde, iba a la casa Rubén, un hombre de unos cuarenta años, amigo de Federico.Sacaban un tablero de ajedrez y se enfrascaban en interminables partidas.
Mali se sentaba detrás de su padre, como atenta al movimiento de sus piezas, pero Emilio observó sin querer, que sus ojos se fijaban en las manos de Rubén y en las hermosas facciones del hombre, distrído en el juego.
Empezó a notar la ansiedad de Mali las tardes de los Jueves, antes de que sonara el timbre y el rubor y la alegría mal disimuladas con que corría a abrir la puerta.
Rubén la trataba como a una niña y al saludarla le revolvía la espesa mata de cabellos dorados que brotaba de su frente.
-¿Cómo estás,niña?-le preguntaba mientras le entregaba su sombrero y los guantes forrados de piel con que se protegía en esos fríos días de Julio.
Ella los depositaba con aire reverente sobre la mesa del vestíbulo y luego iba a ocupar su lugar, al lado de su padre.
Emilio tomó la costumbre de sentarse en un sillón que quedaba en penumbra. Desde allí vigilaba la cara de su prima, sus ojos fijos en el rostro de Rubén y en sus cabellos que empezaban a encanecer en las sienes.
Los celos y el dolor lo traspasaban, pero al menos le quedaba el alivio de notar que él apenas la miraba. ¡Pero si podría ser su padre! ¿Cómo la iba a tomar en serio?
Una tarde observó desde su rincón un extraño gesto de Mali.
La vió ir al vestíbulo y deslizar algo en uno de los guantes de Rubén. Luego volvió a sentarse en su lugar de costumbre.
Emilio se demoró un raro y luego salió en silencio por la puerta del comedor. Se dirigió sigilosamente hacia el vestíbulo alfombrado y tomó el guante de Rubén que Mali acababa de dejar sobre la mesa. En su interior notó un papel doblado.
Rápidamente lo sacó y lo puso bajo la luz de la lámpara.
En él estaba escrito, con infantil caligrafía:
-Mañana, en el lugar de siempre, mi amor.Tu Mali.

1 comentario:

  1. ¡Vaya, esto sí es disimular ante los demás! Candidatos al óscar desde ya mismo... jaja
    ¡Y cuántas personas hay en el mundo sintiendo sin ser correspondidas...!
    José

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