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martes, 15 de mayo de 2012

FOTOGRAFIAS.

Tuve necesidad de trasladarme a Santiago para continuar mis estudios y por intermedio de unos tíos, llegué de pensionista a la casa de los Lavalle.
Era un matrimonio maduro, que ocupaba una casa grande y fría, en el barrio República.
Muebles antiguos y pesados, cortinas gruesas, todo daba un ambiente melancólico y como de otro tiempo.
Ellos mismos parecían salidos de uno de esos albums de fotos antiguas y siempre iban vestidos de oscuro, como listos para asistir a un funeral.
Doña Amalia, que así se llamaba la anciana, me recibió con cariño, porque, según dijo, le recordaba a una nieta. Don Braulio era más reservado, pero no por eso dejaba de ser afable y cortés en su trato conmigo.
Me alojaron en el segundo piso, en una habitación luminosa que daba a un jardín. Había un enorme ropero con espejos, donde guardé mi ropa y un escritorio que me pareció estupendo para poner mi computador y mi material de lecturas.
En resumen, me sentí acogida y contenta.
Al día siguiente, me llamó de inmediato la atención la fotografía, a todas luces antigua, de una hermosa joven, que estaba colocada sobre el piano.
Era una de esas fotos en que los ojos de la persona parecen seguirlo a uno a donde vaya. Y eran unos ojos grandes y tristes, como dos lagunas sombrías, puestos en un rostro pálido de una belleza fuera de lo común.
Le pregunté por ella a la señora Amalia y me respondió que era su tía Camila, muerta a temprana edad. Cuando le tomaron esa fotografía, ya estaba enferma y no duró más de un año.
-Pero ¿qué tenía?
-Sé que te vas a reír si te lo digo. Los jóvenes de ahora se burlan de los sentimientos. Pero, en ese tiempo, las cosas eran distintas. Mi mamá me decía que Camila se murió de amor.
-¡Ay! Pero ¿cómo? Nadie se muere de eso, pues, señora Amalia.
-¿No te decía yo que te ibas a burlar?
-Camila se murió por un amor contrariado. La pena le fue minando la salud. Empezó a toser.
En esos años, de 1930, las enfermedades del pecho arrebataban muchas vidas.
-Pero ¿por qué un amor contrariado? ¿Qué quiere decir eso?
-Que no la dejaron casarse con el hombre que ella quería. Mi abuelo tenía otros proyectos para ella. El joven era pobre. En fin, que se la llevaron a Europa para que lo olvidara.
-Pero ella no lo olvidó ¿verdad?
-Volvió más triste y más pálida. Al poco tiempo empezó a toser. Adrede salía a mojarse cuando estaba lloviendo. Un día la sorprendieron en el jardín, frotándose el pecho con puñados de nieve. Al poco tiempo, murió.
Quedé muy impresionada por la historia. Me parecía increíble que en el siglo pasado pudieran pasar cosas así. Ahora, una se enamora si quiere, se casa si quiere y en general las mujeres somos dueñas de nuestro destino. Da risa pensar que los papás vayan a elegirle el novio a una. ¿Habrase visto?
Todas las veces que pasaba frente a la fotografía de Camila, me quedaba parada mirándola. Sus dulces ojos parecían querer decirme algo. Su mirada me seguía por el salón, y creía  notar que un velo de sombra caía sobre su rostro cuando me ausentaba.
Sentía que entre ella y yo había un diálogo sin palabras, una mágica conexión de nuestras almas, a través de un espacio sin tiempo.
Una noche desperté sobresaltada. Algo en la habitación me hizo sentir que no estaba sola.
Abrí los ojos y la vi a ella, a Camila, sentada a los pies de mi cama.
Se veía igual que en la fotografía. Mejor dicho, era la fotografía misma que había escapado de su marco y estaba allí, mirándome como siempre, con esa melancólica serenidad de los que han perdido la esperanza.
-¡Camila!- exclamé, sin asombrarme mayormente, tal era el mágico lazo que parecía unirnos-¿Viniste a decirme algo?
-Sí-respondió ella en voz baja-Vine a decirte que me voy. Ya no puedo quedarme más.
-Pero ¿a dónde piensas ir?
-A buscarlo a él. Quiero decirle que he decidido romper con todo con tal de estar a su lado.
-¡Pero, Camila, si todo pasó hace tantos años! Estamos en otro siglo. El tiene que haber muerto hace ya mucho...
-Es que esta noche, sólo esta noche, se abrirá una brecha en el tiempo y podré regresar a la época en que él y yo nos amábamos.
-Pero ¿cómo podría ser eso?
-No te preocupes. Yo lo sé. No me preguntes cómo. Solamente sé que debo estar a media noche en la Estación Mapocho, para tomar un tren. ¡Por favor, acompáñame!
-¡Pero, Camila! ¡Si por esa Estación ya no pasan trenes! Está convertida en un centro cultural...
-Eso es ahora-respondió Camila con firmeza-Pero, a las doce en punto, el Pasado volverá y todo será como cuando yo vivía.
Me vestí rápidamente y salimos en silencio de la casa.
Aunque era Primavera, la noche estaba envuelta en una niebla azul que nunca antes había visto. Se parecía a la atmósfera de los sueños y sentí que nada de lo que ocurriera esa noche podría asombrarme.
Llegamos a la Estación y de lejos la vi iluminada. Un tren venía llegando con un lento rechinar de ruedas. Se detuvo con un resoplido y nos envolvió en una nube de vapor.
Camila se soltó de mi mano y subió a la pisadera de un vagón. Había otros pasajeros sentados inmóviles y pensé que eran otras tantas fotografías que se habían escapado de sus marcos y aprovechaban la mágica oportunidad de esa noche para volver al pasado.
-Adiós, amiga-me dijo la joven con dulzura-No te preocupes por mí. Estoy segura de que él me estará esperando.
El tren partió y se perdió en la bruma de una ciudad fantasmal, que no era la que yo conocía sino el Santiago en que habían vivido mis abuelos.
Entré a la casa sin hacer ruido y me acosté. Lo curioso es que me dormí de inmediato sin que la extraña aventura perturbara mi sueño.
A la mañana siguiente, me despertaron las exclamaciones de la señora Amalia.
-¡Braulio! ¡Braulio! ¡Ven, por favor! ¡Mira lo que ha pasado!
Bajé corriendo en piyama.
Los dos ancianos estaban cogidos de la mano, absortos en la contemplación del marco fotográfico donde alguna vez había estado el rostro de Camila. Sólo se veía el cortinaje del fondo y la mesita donde ella había tenido apoyada su mano.
-¡Se fue!- exclamaba doña Amalia, atónita- ¡Se fue! ¿Pero cómo?
Don Braulio sacudía su cabeza incrédulo. Tomó el marco y lo revisó por todos lados. No halló nada que pudiera explicar la desaparición de Camila.
Yo, calladita subí a vestirme y partí a la Universidad.
¿Acaso podía contarles lo que había pasado sin que me creyeran loca?

3 comentarios:

  1. Me subo sin pensarlo en este tren tuyo, Lillian. ¿Dónde puedo sacar el billete?
    Me ha gustado esta historia de amor. En los tiempos actuales, se echa de menos algo de aquello. Hoy muchos cambian de pareja como de zapatos...
    Es bonita esa magia dirigida a recuperar pérdidas del pasado y la haces llegar con emoción.
    Acertaste al escoger a una mujer como narradora de la historia.
    Buen fin de semana. José.

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  2. Tu historia me recordó algo real: Un gran fotógrafo europeo, separado de su familia por razones de trabajo, envió a su esposa e hijo una fotografía para que le recordasen.
    La pusieron en un hermoso marco de plata.
    Un día, su mujer se sobresaltó: La fotografía comenzaba a ponerse descolorida. Tiempo después su superficie mostró los primeros indicios de irse ajando.
    Escribió a su esposo, y la única respuesta que tuvo fue el silencio.
    Pasaron los días. La fotografía parecía irreconocible. Y no había noticia alguna del retratado.
    Cuando meses después llegó una breve carta del esposo: Había estado gravísimo, en trance de muerte. Por esa razón no había podido comunicarse con sus seres amados.
    Volvió la luz al hogar de su familia.
    Y, al poco tiempo después, la fotografía volvió a tornarse tal como era en el día en que fue tomada.
    Hasta hoy nadie se explica lo que sucedió...
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    Lillian: Esto sucedió de verdad. Los protagonistas aún viven. Conozco a la esposa y al hijo. Ellos me contaban que su padre, un hombre de la nobleza europea y fotógrafo de renombre internacional, vivió un tiempo en la India donde accedió a profundos conocimientos esotéricos.
    Quizás por ahí podríamos encontrar una explicación.

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    Veo que, a pesar de ser Otoño, tu mente está pletórica de creatividad. Tus relatos, cada día más brillantes y cautivadores.
    Ha sido grato para mi volver a disfutar de tus escritos.

    ¡Felicitaciones por tu más de cinco mil visitantes!

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  3. Maria Teresa Gonzalez24 de mayo de 2012, 6:16

    Muy bueno, misterioso, con algo de suspenso.

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