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jueves, 6 de diciembre de 2012

UNA NAVIDAD CON NIEVE.

Delia había vuelto a casa después de pasar unos años en Madrid, sacando su magister en Literatura.
Con todas las experiencias de esa época, alegres y tristes, estaba escribiendo en secreto una novela, que de seguro la haría famosa.
No le gustaba escribir directamente en el computador, así es que había comprado una resma de papel en la librería y ahí iba poniendo sus ideas, a medida que se le ocurrían. A veces se sorprendía escribiendo párrafos enteros en su mente, mientras viajaba en el Subterráneo y después tenía que correr a su casa para anotarlos, antes de que se le olvidaran los detalles.
Todas sus ilusiones estaban puestas en esa novela. ¡Cómo se sorprenderían todos!
Escribía en una pequeña habitación del segundo piso, que había habilitado como escritorio.
No dejaba entrar a nadie y menos a su hermana chica.  Anita tenía solo siete años y siempre andaba revolviendo sus cosas en busca de algo con qué jugar.
Las hojas manuscritas se iban apilando sobre la pequeña mesa y pronto llegaría el momento de pasarlas al computador.
Soñando despierta, se veía parada frente a la vitrina de una librería,  contemplando la carátula de su novela. Por supuesto, la anunciaban como una revelación y siempre estaba en el top de la lista de los best seller...
Se acercaba Navidad y hacía un calor terrible.
Delia recordó con nostalgia las Navidades en Madrid. Los árboles cubiertos de nieve, las aceras donde los pasos de la gente se volvían silenciosos, como si pisaran sobre algodón.
El frío que congelaba la nariz y las carreras jubilosas a la confitería, en busca de un chocolate caliente que saborear con sus amigos...
 A la hora del almuerzo dijo:
-¡Cómo me gustaría que nevara esta Navidad!
-¡Ay, niña! Pero ¿cómo quieres?- objetó su madre- Si aquí estamos en Verano.
-Bueno, pero podría ser un milagro navideño ¿no es cierto?- respondió Delia, sonriendo y mirando a su hermana, que escuchaba con atención.
-¡Sí!- exclamó Anita- ¡Sería tan lindo! ¡Estoy segura de que en Navidad pueden haber milagros...!
Delia insistió en la broma:
-La Nochebuena voy a dejar mi abrigo y mi gorro de lana sobre la silla. No me cabe duda de que el veinticinco amanecerá nevando.
Cuando en  Nochebuena se acostaron, después de abrir los regalos, Anita entró a su pieza y se aseguró de que dejara el abrigo a mano.
-¡Puedes estar segura de que mañana se cumplirá tu deseo! ¡Ya lo verás!
Al día siguiente, Delia durmió hasta tarde. Pero despertó feliz, porque entre sueños había vislumbrado el párrafo final para su novela. ¡Por fin podría terminarla!
Iba a levantarse para ir a escribir, cuando escuchó un grito de Anita:
-¡Delia! ¡Asómate a la ventana, que está nevando!
Incrédula, descorrió las cortinas. Un raudal de luz entró a la habitación, pero vio que sobre el jardín caían millares de copos blancos, cubriendo el césped y los rosales florecidos.
Corrió descalza a abrir la puerta y miró hacia arriba.
En el segundo piso, asomada a la ventana de su escritorio, estaba Anita, riéndose encantada mientras soltaba al aire trozos de papel blanco.
Delia estiró su mano y atrapó uno.
Vio que era el manuscrito de su novela, desmenuzado en diminutos fragmentos, imposibles de volver a juntar.

1 comentario:

  1. Sin dudas hay mucha maneras de que se cumplan nuestros sueños...
    y al lado tenemos esos ángeles que nos permiten hacerlos realidad o ellos se encargan
    de hacer que así fuesen
    y eso es lo más valorable...

    un abrazo grande!

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