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lunes, 24 de diciembre de 2012

UNA CHICA ROMANTICA.

Solo soy una creación de Ignacio, de eso no me cabe duda.
Este muchacho creía que los diarios de vida eran cosa de mujeres, pero luego descubrió que varios personajes famosos, nada de gays por cierto, los han escrito, así es que dejó de mirar con menosprecio esa posibilidad, que le parecía algo cursi.
Se compró un cuaderno y lo primero que hizo fue darme vida a mí.
Me siento halagada, porque en la primera página puso por título:  "Mi chica ideal". Y a continuación, me describió:
Pelo rubio, liso, ojos castaños, delgada. Lleva un abrigo largo sobre una minifalda y botas. Usa una boina caída sobre el ojo izquierdo.
Y esa soy yo.
No puedo quejarme.
En el trascurso de los días me ha ido agregando cualidades espirituales.
Resulta que soy inteligente, capaz de vibrar con la belleza. Y tengo un corazón que late regularmente al impulso de mis emociones.
Con eso estoy completa y ya puedo salir del cuaderno a ver el mundo, cada vez que Ignacio se ausenta.
He curioseado por la habitación, donde hay un computador y algunos libros sobre una repisa.
Esta mañana se abrió uno de ellos y por entre sus páginas se asomó un chico que dijo llamarse Holden.
Se autodefinió como "El guardián en el centeno" y estuvimos conversando un rato.
A él lo creó un tal Salinger, escritor talentoso, así que Holden es un personaje complejo, "inspirador de asesinos". Así me dijo. Y que no sabe por qué, pero ha inspirado a por lo menos un par de magnicidas...
¡Qué responsabilidad!
Yo prefiero ser una chica sencilla, la mujer ideal de un joven de diecisiete años y no inspirar otra cosa que un amor platónico, que ojalá sea eterno.
En las tardes, cuando Ignacio vuelve del Liceo, abre el cuaderno en la página en que me ha dibujado.
Estoy bajo un árbol sin hojas y a mis pies ha escrito un verso que dice:
"Eres la boina gris y el corazón en calma"
No lo inventó él, es de un poeta llamado Pablo Neruda.
Como ven, he aprovechado mi tiempo leyendo los libros que hay en el anaquel.
En el dibujo me veo bastante linda, se los tengo que decir. Eso me ha motivado para salir a pasear por el barrio y comprobar el arrastre de mis encantos.
Agito mi melena rubia y obtengo varios silbidos de admiración y algunos piropos, no muy finos, que me llegan desde las construcciones.
Pero he decidido seguir siendo fiel a Ignacio. Puesto que él me ha creado y me ha conferido la tremenda responsabilidad de ser su mujer ideal.
Hoy, cuando partió a clases, decidí seguirlo.
Rápidamente, escapé del cuaderno y me fui despacito detrás de él, hasta  el Liceo.
Solo llegué a la reja. Para entrar, tendría que haber llevado uniforme y estar matriculada. ¡No debo olvidar que soy lo que llaman "un personaje de ficción" !  Pero ¡como quisiera darme a conocer a él!  Mostrarme ante sus ojos como un ser de carne y huesos...
Estoy empezando a enamorarme. Lo cual no es raro, puesto que él me ha concebido como su alma gemela.
A los dos nos gusta la música, las tardes de Otoño y ver pasar los trenes que van hacia el Sur. Tal vez porque allá llueve mucho y la lluvia siempre ha sido inspiración de los poetas.
Hoy, me salí del cuaderno una vez más y lo esperé en la esquina.
¡Me reconoció enseguida! Se quedó inmóvil, mirándome extasiado, como quién mira el final de una película romántica, de esas de los años cincuenta, que terminaban con un beso y la palabra FIN.
Lo saludé con una sonrisa silenciosa y esperé que hablara, puesto que no sabía el terreno que estaba pisando.
-¿Eres de este barrio?- me preguntó.
-¡Claro! ¿Acaso no me habías visto antes?
- La verdad es que te he visto en mis sueños. Incluso te he dibujado. Pero, no estoy seguro de que seas real.
En ese momento, debí haberle confesado todo, pero no pude.
¿Cómo renunciar a sentirme viva? ¿Cómo admitir ante él y ante mí misma que nací del trazo de un lápiz y que una simple goma de borrar podría acabar con mi existencia?
Así es que lo miré como si pensara que la suya era una broma y lo invité a caminar por el parque.
Nos tomamos de la mano y bajo un árbol sin hojas, lo besé.
Sí, fui yo la que junté mis labios con los suyos y así pude saber por fin lo que es un beso de amor.
¡Hay tantas cosas que quisiera probar!
Todo me dice que mi existencia será breve. No soy un personaje de novela clásica, que puede trascender en el tiempo y volverse inmortal. Soy tan solo la invención de un joven romántico y sé que duraré lo que dure su ilusión. ¡Que espero sea mucho tiempo!
Nos despedimos cuando se encendieron las luces.
El se quedó fumando bajo un farol y yo partí apresurada, a ocupar mi lugar en el cuaderno.
¿Qué habría pasado si, al conocerme  esta noche, hubiera querido escribir y se hubiera encontrado con mi página en blanco?
Al poco rato llegó y, efectivamente, abrió su diario y escribió solo dos frases:
"Ella existe. No es fruto de mi imaginación."
Y sin embargo lo soy.
Hablé con Holden y me dijo que estoy en un callejón sin salida. Que he sido demasiado audáz al querer salir al mundo y vivir como los humanos.
El jamás se apartaría de su libro, me aseguró.
-No podría.- me dijo-  Soy el guardián  en el centeno y de mí depende la seguridad de los niños que juegan ahí.
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Han pasado muchos días.
Ignacio ya no abre el cuaderno para mirar mi retrato. ¿Qué le habrá sucedido?
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Hoy me escapé apenas salió y lo seguí hasta el Liceo.
En la esquina se encontró con una niña morena y se fueron juntos, conversando.
El la miraba a ella como antes me había mirado a mí. Con los mismos ojos que le ví esa tarde en el parque, después que nos besamos.
¡Pensar que yo era su mujer ideal y ahora me ha cambiado por otra, totalmente opuesta a mí!
Soy rubia y pálida. Ella es morena y su cara es sonrosada como una fruta.
En la tarde, apenas llegó, abrió el cuaderno. Me miró largamente, como con nostalgia. ¡Ya me ha condenado a no ser más que un recuerdo!
En una página en blanco, la ha dibujado a ella.
A sus pies escribió:
"Niña morena y ágil, el sol que hace las frutas..."
Otro poema de Neruda.
Es como si hubiera escrito mi epitafio.
Ya no existo para él.
 Es preciso que desaparezca, porque mi vida ya no tiene objeto.
Sé que soy apenas unos trazos de lápiz sobre un papel y que si me mojara, me borraría.
Por eso he elegido para irme, este día en que está lloviendo.
Quiero desaparecer en la lluvia. Diluirme en ella, casi sin notarlo.
Será un final adecuado para una chica romántica a quién le gustan los versos. Porque la lluvia siempre ha sido inspiración de los poetas.

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