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martes, 4 de diciembre de 2012

OTRA MANERA DE CONTAR LA HISTORIA.

Que yo estaba enamorado de María, eso nadie podía dudarlo. Pero, de lo que todos dudaban, empezando por mí, era que ella me quisiera.
Es cierto que vivíamos juntos, pero, a pesar de mis ruegos, se negaba a casarse conmigo.
Andaba con ese discurso feminista de que ella se bastaba a sí misma y que no transaba su libertad por nada en este mundo.
Al cabo de un tiempo, empezó a ponerse muy linda. Era como un durazno que ha madurado en el árbol. Sonrosada y resplandeciente.
Tuve miedo de esa belleza. Llegué a pensar que amaba a otro... Pero, luego comprendí que estaba encinta.
No cabía en mí de orgullo y felicidad.
Llamé a mi mamá para contárselo y la pobre lloró de emoción al saber que sería abuela.
-¡Espero que ahora te casarás!- me amonestó conmovida. Porque ella es muy conservadora y no le gusta esta moda de ahora, en que las parejas viven "así nomás", como dice ella con tono de censura.
Era lo que más ansiaba yo también, pero cuando se lo propuse a María, me soltó una barbaridad que me dejó mudo.
-¿Y por qué nos vamos a casar, si puede saberse?
-Por el niño, claro...
-Pero  tú no tienes nada que ver aquí. El niño es mío y lo voy a tener yo sola, porque es del Espíritu Santo.
Y no la pude sacar de ahí.
Terminé arrodillado a sus pies, rogándola. Pero ella me hizo un respingo de desprecio y anunció que no soportaría presiones y que se iba.
-Pero ¿a dónde, María? Por favor...
-A Belén, pues. ¿ A dónde crees que voy a tener al niño?
Pensé que solo lo decía para hacerme rabiar, para desquitarse de quién sabe qué agravios. Hasta que la vi descolgando sus vestidos del closet.
Llamó a un radio-taxi, y como dicen en los noticiarios, "partió con rumbo desconocido".
El Lunes fui a la Empresa donde trabajaba, pero me dijeron que no estaba, que había salido con prenatal.
Por más que interrogué a sus amigas, ninguna dijo saber su paradero.
 ¡Claro! ¡También estaban en la onda feminista! Esa que les ha dado ahora, de que las mujeres "la llevan" y de que los hombres estamos de más, en este mundo de matriarcado...
Cuando volví la espalda, escuché sus risitas y cuchicheos. ¡Las muy malvadas!
Pasó el tiempo, llegó Diciembre y sacando las cuentas, calculé que se acercaba el nacimiento de mi hijo.
Lo más notable fue que, unas semanas antes, había aparecido en los diarios una noticia que llamó mi atención.  Los astrónomos habían descubierto una nueva estrella en el firmamento. Mejor dicho, era como un cohete que viajaba por el espacio y que en los próximos días pasaría sobre Santiago.
Al fin logré saber, por una amiga piadosa, que María estaba inscrita en la Clínica Belén y que el parto estaba programado para el día veinticuatro.
Con esos aires de independencia que le han bajado- pensé- lo más probable es que no quiera que vaya a verla. ¿Qué hago? ¿Me disfrazo de Rey Mago?
Pero, fui en calidad de José, simplemente, porque ese es mi nombre y no creí necesario darle explicaciones a nadie.
Al llegar, vi a un pequeño grupo conversando ante su puerta.
Tres jóvenes me dijeron que eran primos de María, ovejeros de Chaitén... Otro muchacho alto me dio la mano y se presentó:
-Soy Ángel. Yo le avisé a éstos para que vinieran.
Al fin, se abrió la puerta y apareció la matrona:
-Ya pueden pasar.
Y ahí estaba María, más bella que nunca, sosteniendo al niño entre sus brazos.
Para mi sorpresa, me miró con cierto alivio y me quedó claro que se alegraba de verme.
-¿Como le vas a poner al niño?- le preguntaron varios.
-Jesús, naturalmente- respondió ella, como si la pregunta le pareciera ociosa.
Después de llenarle la pieza de regalos, las visitas partieron y nos quedamos solos los dos, con nuestro hijo en la cuna.
-María, ¡cásate conmigo!- le repetí una vez más- Aunque no quieras reconocerlo, me necesitas para criar al niño.
Es cierto- respondió ella. Y arriando las banderas del feminismo, derramó una lágrima de dulce desamparo.
La tomé entre mis brazos y a través de los vidrios de la ventana, juntos miramos la estrella que brillaba sobre el techo de la Clínica Belén.

2 comentarios:

  1. Muy ingeniosa la historia, realmente la modernizado y contado de otra manera, más cercana a la vida de hoy.
    Un abrazo.
    Ambar.

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  2. ¡Qué hermoso tu cuento, querida Lily, estoy encantada y maravillada!
    Y tan propio del tiempo de Adviento, el tiempo que se bendice a las mujeres que están esperando un hijo, presisamente este tiempo de espera, en que Jesús volverá a confiar en la humanidad, naciendo en cada uno de nosotros. En quienes más lo necesitan, lo esperan y preparan su corazón para recibirlo y acogerlo. ¡Muchas gracias por este regalo!
    María Teresa Gonzalez.

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