MIRANDO CAER LA LLUVIA.

Nora:

¡Llueve en pleno Diciembre!

Ha sido una Primavera extraña que no ha ayudado en nada a la incertidumbre de mi corazón.

Hay días en que estoy desganada y triste, otros, demasiado alegre para poder confiar en mis propios sentimientos.

Hace meses que no sé de Iván.

El closet, a medias vacío, aún me parece extraño sin su ropa colgada. Un par de zapatos suyos, olvidado en el fondo, parece gritarme que ya no volveré a escuchar sus pasos, subiendo la escalera.

Me contaron que se fue a vivir a la casa de su hermana Lidia.

Eso me hace suponer que allá todos saben lo que pasó y se desharán en improperios en mi contra.

¿Acaso me iban a dar la razón?

Sin embargo, él les habrá contado su propia versión de la historia, en la que por supuesto, es la víctima de mi deslealtad.

Pero, hacen falta dos para matar el amor. Es un crimen que siempre necesita de un cómplice.

La indiferencia de él, el vacío y el tedio que se habían instalado en nuestras vidas, formaron el escenario perfecto para que yo me enamorara de Angel.

¿Por qué lo trajo a la casa y lo interpuso entre nosotros, sin intuir lo que podría pasar?

Venía en las noches a estudiar y se quedaban hasta muy tarde.

Yo me iba a acostar, pero dejaba la puerta entreabierta, para escuchar su voz.

¡Angel!

¡Qué dulce tormento inútil, qué ocurrencia loca de mi corazón, defraudado en su amor por Iván!

Si él no hubiera traicionado mis ilusiones con aquella frialdad pétrea, con aquel desapego que vino a reemplazar tan pronto la pasión del comienzo...

Sé que Angel también llegó a sentir algo por mí.

Me acuerdo de aquella tarde en que salí a recibirlo, mientras Iván se demoraba en la oficina.

Retuvo mi mano en la suya unos momentos, que a mí me parecieron eternos.

Mi corazón se detuvo y me flaquearon las piernas, porque vi en sus ojos algo que me hizo comprender que estábamos al borde del abismo.

Mi felicidad se trasformó en miedo. Sentí que esos momentos lo cambiaban todo y conducían nuestra historia por caminos irreversibles.

El también tuvo miedo, lo sé.

Yo estuve dispuesta a todo, pero él retrocedió.

Una noche en que estábamos los tres, hablando de no sé qué cosas,  dijo de repente que para él, la amistad valía más que el amor, porque podía durar lo que dura la vida, en cambio el amor era efímero y no duraba más que lo que tarda en consumirse una vela.

Supe que era a mí a quién se lo decía, porque a partir de esa noche, dejó de venir.

¡Cómo llueve en este Sábado interminable!

Las calles están casi desiertas. Van cayendo las sombras y empiezan a encenderse los faroles de la calle. Los charcos reflejan apenas sus luces indecisas.

¿Dónde estará Iván en estos momentos? ¿Pensará en mí todavía?

¡Si pudiera adivinar mi tristeza y mi soledad de ahora!.

Angel partió al extranjero, pero sé que hablaron antes de que se fuera.

Le dijo a Iván que nunca había sentido nada por mí. Que lo mío había sido una ilusión sin base ninguna. "Un sentimiento neurótico". Así le dijo.

En ese momento me pareció una cobardía y me sentí humillada.

Pero, fue para mejor, porque en esa forma, la amistad de los dos sobrevivió a la catástrofe.

Ellos siguieron unidos y yo me quedé sola. Siempre los hombres terminan haciendo causa común en contra de la mujer.

De Angel ya no me acuerdo.

Es la cara de Iván la que se aparece ante mí, pálida y acusadora.

Supo que entre Angel y yo no había habido nada, pero dijo que no podía perdonarme. Que la infidelidad era la misma.

Pero, eso no es cierto. Una ilusión de amor que no se realiza, muere sin dejar huellas. ¿Acaso habría podido olvidar a Angel con tanta facilidad, si entre él y yo mediara algo más que unas miradas y un estrecharse las manos?

Quisiera poder volver atrás. Correr a donde está Iván y arrojarme en sus brazos para borrarlo todo.

En este anochecer, quizás esté en el departamento de Lidia. ¿Quién podría querer salir con semejante lluvia?

Si fuera hasta allá y habláramos... Tal vez podríamos rehacer nuestra vida juntos.

¡Es preciso que vaya a buscarlo!  ¡No me importa tener que humillarme ante él, con tal de lograr que me perdone!

¡Sí! ¡Eso es lo que voy a hacer ahora mismo!

Iván:

¡No deja de llover en este sábado eterno!

Había pensado salir. Acercarme hasta el café, a ver si encontraba a alguien conocido...Pero, sería inútil. Las calles están desiertas. Apenas algunos transeúntes rezagados se apresuran a buscar refugio, huyendo de este verdadero chaparrón.

¿Qué estará haciendo Nora en este momento?

He tratado de borrarla de mi mente, pero está visto que no puedo.

Sé que en parte tuve yo la culpa de nuestra ruptura.

El psicólogo me dijo que Angel tenía las de ganar. Porque siempre un extraño lleva consigo la novedad y el misterio.

Y en ese tiempo, mi relación con Nora estaba viviendo un impasse, un interludio de mutuo alejamiento, y yo no hice ningún esfuerzo para superarlo.

Me dijo también que no dudara de que entre ellos dos no había habido nada. Que el solo hecho de que ella llevara un diario donde vertía sus sentimientos casi adolescentes, era una prueba concreta de que nada había pasado.   

Pero, no la quise escuchar. Me negué a perdonarla.

Angel me ha escrito desde Londres. Me invita a ir allá, para buscar yo también una oportunidad de trabajo. ¿No será una forma solapada de apartarme de Nora?

Ya no confío en él como antes. Creo que nuestra amistad no sobrevivió, después de todo.

¿Será que perdí un amigo y un amor, en la forma más absurda?

¿Por qué me apresuré tanto en alejarme de ella?  Mi amor propio herido pudo más que nuestra vida juntos.

¡Si ella supiera como lamento mi intransigencia!

Veo ante mí su cara bañada en lágrimas y me acuerdo de la brusquedad con que la aparté de mí, cuando trató de abrazarme.

¡Si pudiera abrazarla ahora!

¿Estará en el departamento?

No creo que haya salido con semejante lluvia.

¿Y si fuera hasta allá y habláramos?  Quizás aún es tiempo de recuperar nuestro amor. Estoy seguro de que aún me quiere....

¡Es preciso que vaya! ¡Sí!  ¡Es eso lo que voy a hacer ahora mismo!