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lunes, 8 de julio de 2013

EN EL PUENTE.

Juan caminaba lentamente por el parque, sintiendo que la penumbra fría del atardecer lo traspasaba hasta los huesos.
No sabía cuánto tiempo llevaba así, sumido en un profundo abatimiento.
Nada tenía sentido para él. El pasado se diluía como una niebla gris, sin recuerdos ni nostalgia. Y el futuro simplemente no existía...Todo era un árido presente de días iguales y sin objeto.
Se acodó en la baranda del puente que atravesaba el río. Abajo, oscura y tumultuosa, fluía el agua en dirección al mar.
Notó que una mujer se había detenido a su lado, sin decir palabra.
No lo miraba, pero su proximidad era amistosa, como si ya se conocieran.
 Tenía un rostro pálido, enmarcado por una larga cabellera de color ceniza. Al inclinarse hacia el río, su pelo parecía llover sobre el agua fugitiva.
Se volvió hacia ella y encontró unos ojos grises y mansos, que lo miraban sin reservas.
-¿Cómo te llamas?- le preguntó.
-Melancolía- repuso la mujer, con una sonrisa levemente irónica, como si la pregunta le pareciera innecesaria.
Juan pensó que ese nombre le quedaba muy bien.
Había algo en ella que la hacía misteriosa y seductora y que lo atraía sin remedio.
Su cara le resultaba familiar, como si la conociera desde hacía mucho tiempo.
Se acostumbró a ir todas las tardes hasta el puente, y siempre ella estaba ahí, esperándolo.
Su presencia lo invadía dulcemente. Pero, al mismo tiempo era como un tóxico que le iba quitando toda la fuerza.
Sus últimas expectativas de vida se iban borrando irremediablemente.
Nada era real. Nada era importante. Los días fluían sin pausa hacia la Muerte, como el agua de ese río que corría hasta el mar.
Un día intentó sacudirse de esa sombra oscura y pidió cita con un médico.
-Usted está deprimido, Juan- le dijo él, después de interrogarlo en detalle sobre los síntomas que lo aquejaban- ¿Hay algo especial que lo entristezca?  ¿Alguna frustración en su trabajo?  ¿Una relación amorosa fracasada?
-No, doctor, nada en particular. Creo que sería más fácil si así fuera...
El médico asintió, preocupado y le extendió una receta.
- Estos medicamentos lo volverán a la normalidad.
Juan salió de la consulta con el firme propósito de ir hasta la farmacia.
Pero, en mitad del trayecto se detuvo y pensó que no valía la pena. ¿Para qué?
El deseo de curarse había sido pasajero y pronto volvió a sumirse en su antiguo abatimiento.
Sus pasos lo llevaron hacia el río.
Melancolía ya no estaba allí.      
En su lugar, había otra mujer.
Su cabellera era negra como la noche y en sus ojos ardía un fuego sombrío.
-¿Cómo te llamas?- le preguntó Juan.
-Me llamo Desesperación.
Juntos se inclinaron sobre el río que corría tumultuoso a sus pies.
Juan murmuró con los ojos fijos en el agua:
-Dejarse llevar por ella sin luchar... Cerrar los ojos y entregarse a la corriente que fluye. ¡Qué descanso terminar de una vez con esta inútil angustia!
-Sería muy fácil - le dijo la mujer- Ven conmigo.
Lo ayudó a  bajar del puente y juntos se acercaron hasta la orilla del río.
Al principio el agua lo envolvió blandamente, pero de pronto, un torbellino lo arrebató, sumergiéndolo.
Unos transeúntes que lo vieron hundirse, corrieron hacia él, dando voces de alarma.
Pero, todos sus intentos fueron vano.




3 comentarios:

  1. La Melancolía y la Desesperación, mal guiso.
    Y no hay que dejarse llevar por ellas.
    Buen Relato.

    Saludos, manolo


    /Critica constructiva: Poner el tamaño de la letra un poco mas mayor. ¿ Podría ser ?

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  2. Dice María Teresa Gonzáles:
    ¡Menos mal que tu cuento me pilló bién parada! ¡Qué triste historia! Me imaginaba al pobre hombre en uno de esos puentes que atraviesan el Mapocho. Ayer atravesé uno. El que desemboca en Bellas Artes...Ví el agua correr, turbia y abundante...

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  3. Son muchos los desesperados que caminan por nuestras calles...de aqui , de allá
    de todos lados...algunos se sujetan a la vida pero estan solos y cada día se alejan más de los otros
    otros buscan desesperadamente como llenar esos vacíos ocn lo que sea
    y al lado de quien sea para no sentirse mal...
    pero nada al fin los llena
    porque quien no tiene en el corazón la luz d ela esperanza y la fe...va siempre perdido...

    un relato que deja recorrer la fría vivencia de muchos seres que caminan en las sombras....

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