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lunes, 1 de julio de 2013

LAS MENTIRAS DE MARCELA.

Había llegado bastante cansado del trabajo y me disponía a entibiar un poco de leche, antes de irme a dormir.
En eso estaba, cuando sonó el timbre con insistencia.
Era bastante tarde, así es que abrí la puerta con cierta cautela.
En el umbral había un joven, que se notaba bastante nervioso.
-¿Está Marcela?- preguntó con ansiedad.
-No, aquí no vive nadie con ese nombre. Perdona, pero no la conozco...
-¡No le creo!  Sé que ella está aquí. ¡Necesito verla!
Me dio rabia que dudara de mi palabra y quise cerrarle la puerta en la cara.
Pero, él interpuso su mano en el marco.
-¡Por favor, se lo ruego!  ¡Dígame al menos donde puedo encontrarla!
Era tan evidente su angustia que comprendí que era sincero y lo dejé pasar.
Le mostré todo el departamento, harto chico, por lo demás, para que se convenciera de que no le mentía.
-Se nota que vivo solo ¿no crees?
-Perdone. Ella me dio esta dirección. No hay duda de que se rió de mí...
Se fue totalmente abatido y sentí compasión al verlo alejarse por el pasillo.
Un pobre tipo enamorado como tonto y una chica que miente para escapar de él.
Eso fue lo último que pensé antes de quedarme dormido. Por supuesto que al otro día ya no me acordaba del asunto.
Pero, esa noche apareció Marcela.
Al volver del trabajo, otra vez tarde y cansado, me la encontré sentada en los escalones frente a mi puerta.
Cuando se presentó, le dije con ironía:
-Perdona que no me alegre de conocerte, pero por tu culpa pasé un mal rato anoche.
Bajó la cabeza y suspiró:
-Sí, sé que Antonio anduvo por aquí buscándome...
- ¿Podrías explicarme por qué le diste mi dirección?
-Perdone, dije lo primero que se me ocurrió. Ni siquiera sabía si existía este departamento.
-¿Y  por qué le mentiste, si puede saberse?
Rompió a llorar y varias puertas se abrieron en el pasillo.
Preferí hacerla pasar antes de que me acusaran de estar maltratando a una mujer.
Adentro se calmó y me dijo:
-Antonio me busca, pero no debe encontrarme.
-¿Y por qué mejor no le dices de frente que no lo quieres?
-¡Pero si yo lo quiero!  ¡Lo quiero más que a mi vida!  Pero, lo conocí demasiado tarde...
-¿Me podrías explicar por qué dices eso?
-Porque tengo otro compromiso. Hace dos años que vivo con Francisco. Estamos haciendo planes para casarnos. ¿Cómo lo voy a dejar ahora?
-Escucha, Marcela- le dije con impaciencia- Con tus mentiras me involucraste en esta historia y ahora vas a tener que aceptar mi concejo.
-Habla con tu novio y dile la verdad. Lo harás sufrir una sola vez. Pero si te casas con él, por lealtad o por cobardía, serán tres las personas que sufrirán:  Francisco, tú y  por supuesto, Antonio.
- Basar tu vida futura en una mentira, sería como edificar una casa con cimientos de arena. ¿Cuánto crees que tardaría en derrumbarse?
Asintió en silencio y se paró para irse.
Aún lloraba, pero se notaba más serena. Y estuve seguro de que iba a tomar una buena decisión.
Con alivio, cerré la puerta y me dispuse a calentar un poco de leche para asegurarme el sueño.
Esta vez me prometí a mí mismo que si sonaba el timbre, por ningún motivo abriría la puerta.  Aunque me aseguraran que quién llamaba era el mismo Amor, o la Felicidad...O cualquier tontería de esas.

1 comentario:

  1. ¡Hola! Este cuento es algo raro. Por el final diríase que el mensaje es que lo del amor es una tontería pero en cambio el narrador da un acertado consejo a la confundida chica, presa entre su compromiso y la nueva pasión despertada. Aunque por otra parte, la gente gusta de complicarse la vida porque teniendo ya pareja, ¿para qué dejarse tentar?
    Al final, siempre queda alguien sufriendo por amor. ¿Mejor no abrir la puerta?

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