Bienvenidos a Mi Blog

Les doy la bienvenida a mi blog y les solicito encarecidamente que me dejen sus comentarios a mis entradas, pues su opinión es de gran valor para mí.



martes, 29 de noviembre de 2011

UN CAFE EN EL CEMENTERIO.

(Para mi amigo Luis)

Cada vez que nos cruzábamos en la calle, ambos apurados rumbo a nuestros quehaceres, Joel exclamaba:
-¡Qué tiempo hace que no nos tomamos un café!
Y era cierto. Habíamos sido colegas de repartición en la Tesorería, durante muchos años. Pero luego tuve la oportunidad de un trabajo en una Empresa privada y no lo pensé dos veces.
No quedaba lejos de mi antiguo empleo así es que con cierta frecuencia me cruzaba con Joel  por alguna calle del centro.
-Y ¿cuando ese cafecito?-exclamaba al verme.
-Un día de éstos, Joel, nos hacemos un huequito. . . .
Pero ¡ay! eso nunca pasó y un día me enteré de que el huequito se lo habían hecho a él en el cementerio.
-Un cáncer fulminante-me informó un antiguo colega, bajando la voz como si temiera que la Muerte anduviera rondando todavía por ahí y lo fuera a mirar con ojos codiciosos.
-Pero ¿por qué no me avisaron?
-¡Fue todo tan rápido!. . . Sus hijos le ocultaron la verdad así es que no se le ocurrió despedirse de nadie. Hasta el final creyó que ese dolor en un lado de la espalda era ciática. . .
Quedé anonadado.
Volvía a verlo venir hacia mí, flaquito y esmirriado, siempre cargado con un portafolios. Caminaba encorvado, como si buscara algo. (Tal vez el aumento de sueldo que siempre le negaron. )Pero parecía presentir mi llegada, porque justo antes de cruzarnos levantaba la vista y una sonrisa afectuosa iluminaba su cara.
Ya no lo vería más.
La Muerte, de un manotazo lo había sacado de la vereda soleada para arrojarlo a la oscuridad  de una fosa.
En mi oído seguía resonando su voz con ese tono de dulce reproche al amigo ingrato que ahora sólo parecía tener tiempo para correr tras del dinero.
-¡Ay! Si tan siquiera un día hubiera dejado de lado los vaivenes de la Bolsa. Si hubiera tenido el valor heroico de desconectar el celular y apagar el computador para decirle:
-Joel ¿qué te parece si a las seis nos juntamos en el café de la esquina?
Pasé varias semanas deprimido, sopesando por primera vez la tiranía de esa  lucha por incrementar mis ingresos, que me apartaba de la calidez de los afectos.
 Averigüé la ubicación de su tumba y una tarde me dirigí al cementerio llevando un termos con café.
Me senté en la lápida y ahí mismo serví dos tazas.
-¡Aquí estoy, Joel, para que nos tomemos el cafecito que dilatamos tanto!. ¡Sírvete!
Y cogiendo el mío,  fui bebiendo lentamente mientras caía la tarde sobre los mausoleos.  Cerca de allí, la estatua de un ángel doliente parecía reprocharme lo tardío de mi gesto.
Dejé la taza de Joel servida sobre su tumba.
Cundían las sombras del atardecer y pronto cerrarían las puertas.
Apresuré el paso con el corazón acongojado pero sintiendo que en cierta forma había cumplido el compromiso con mi amigo.
Me había alejado un buen trecho, cuando,  estupefacto,  escuché su voz que me gritaba:
-¡La próxima vez, que sea descafeinado!

3 comentarios:

  1. Gracias amiga. Simpático, liviano, eso sí que plantea, el sentimiento de culpa y que se vive para trabajar en vez de "trabajar para vivir". Características del mundo actual que impiden enrutar hacia la felicidad. Luis ACV2

    ResponderEliminar
  2. Un cuento para reflexionar sobre algunos aspectos de la vida moderna y las relaciones sociales.
    No esperaba el final simpático, aunque imaginé al fallecido vaciando su vaso de café cuando su amigo lo dejó sobre la tumba jaja
    Saludos

    ResponderEliminar
  3. Este cuento tiene aspectos muy buenos. Me gustó la metáfora de "hacerse un huequito de tiempo" y el hueco en el cementerio. Sólo el final no me agradó. Creo que salió sobrando el final humorístico.

    ResponderEliminar