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lunes, 25 de abril de 2011

HERMOSAS MENTIRAS.

Emily Dickinson dice en un poema que la Belleza y la Verdad son la misma cosa. Pero yo pienso que a veces la Verdad es fría y cruel y que una mentira puede ser hermosa y llevar dulzura a un corazón desolado.
Quiero contarles por qué pienso así.
Fue por los años cincuenta cuando mi hermana Lily y yo entramos a estudiar al Liceo Mixto de B. . . Llegaban muchos niños de localidades aledañas. Almorzaban en el amplio comedor del Liceo y volvían a sus casas por la tarde.
Casi en seguida me hice amigo de Mario. Su papá era dueño de la única zapatería del pueblo.
Se llamaba "La Constancia" y a ella llegaban las últimas novedades de Santiago. Le pregunté a Mario por el nombre del local y me dijo:
-Se llama así porque mi papá es su dueño a fuerza de constancia y de trabajo. Llegó muy pobre desde España, después de la guerra civil. Yo quiero ser como él y no voy a descansar hasta titularme de Ingeniero.
Mario era buenmozo y cuando me habló así, sus ojos castaños chispeaban de entusiasmo. Tenía el pelo ondulado y le caía en bucles sobre la frente y el cuello.
Lo envidiaba un poco por el éxito que tenía con las niñas. Lily me había contado que en el baño de mujeres las murallas estaban llenas de corazones con el nombre de Mario.
Ya empezado el año, llegó al curso una niña nueva. Se llamaba Gabriela y tenía un aspecto raro.  Alta y delgada, con una cara pálida de ojos melancólicos. Se veía mayor y supimos que había pasado un año entero enferma en cama sin poder asistir al colegio. Tenía quince años cuando nosotros recién habíamos cumplido los catorce.
Un tiempo después, Lily, que era una especie de "mensajera del mundo femenino", me contó que ya todas las niñas sabían que Gabriela estaba enamorada de Mario. A nadie le había dicho nada, pero se ruborizaba al verlo y muchas letras "M" decoraban los márgenes de sus cuadernos.
Se lo conté a Mario y se quedó serio.
-Ya lo sé-me dijo-Pero a mí no me gusta. La encuentro flaca y fea. Así es que no me hables más del asunto.
Me dio un poco de pena su respuesta tan dura, sobre todo porque Gabriela me era simpática. Con esa cara tan triste y ese pelo lacio y descolorido cayéndole sobre los hombros. Tenía siempre un aspecto enfermizo y parecía tan delicada que podría ser derribada por un  golpe de viento fuerte.
Ese fin de año nos despedimos de todos. Mario, Lily y yo partíamos a estudiar a Santiago.
Gabriela se acercó tímidamente. El rubor en su cara pálida eran  dos manchones rojos irregulares que no la embellecían en lo absoluto. Le entregó a Mario un libro de regalo. Creo    que era "Corazón". Adentro había un papel con su dirección en el pueblo de N. . . Y más abajo decía:¡Escríbeme!
-Estás loco-me dijo Mario-¿Para qué la voy a ilusionar escribiéndole? Sería una pérdida de tiempo y me voy a dedicar a estudiar.
¿Qué extraña idea me cruzó por la mente?
Sin que Mario lo notara, guardé  el papel con la dirección de Gabriela.
Todo el Verano le escribí. , firmando "Mario". No le hablaba de amor, no. Habría sido un engaño. Le contaba de mis vacaciones que pasé con  él en el fundo de mi abuelo. Casi no era mentir, porque hacíamos las mismas cosas.
Empezó el año escolar en el Internado. Muy exigente, pero superable. En las tardes íbamos a la biblioteca y allí  me hacía un tiempo para escribirle a Gabriela.
Mario me veía y se reía.
-¿A  qué chiquilla andas pololeando, que no me has contado?
¡Ah, si hubiera sabido que escribía en su nombre!
Llegó el Invierno. Ella me decía:
"Estoy en cama hace dos semanas. Creo que me ha vuelto la enfermedad que tuve hace años. Mi hermana me trae tus cartas del correo y son mi gran alegría.
"Ahora llueve. ¿Estarás tú también mirando la lluvia por la ventana? Quisiera creer que piensas un poquito en mí. "
En Septiembre, me llegaron devueltas dos cartas. Lily, que estaba en el secreto, me las traía cuando venía a verme al Internado.
Me preocupé y no supe qué hacer. ¿Se habría agravado la enfermedad de Gabriela?
En Diciembre recibí una carta con letra desconocida. El matasello era del pueblo de N. . . , y me extrañó mucho que viniera a mi verdadero nombre.
La abrí angustiado, presintiendo algo grave. Era de la hermana de Gabriela, para avisarme que ella había muerto.
"No sufrió casi nada -me decía- Fue languideciendo de a poco y en su rostro había una leve sonrisa, como si guardara un secreto o como si presintiera algo hermoso.
"Estuvo inconciente dos días y cuando despertó, se veía distante y desapegada. Su cara tenía una luz nueva, como si hubiera estado viajando por universos que no conocíamos. Entonces me pidió tus cartas. Las tuvo en sus manos hasta el final.
Ella siempre supo que no eras Mario. Pero tu bella mentira la hizo más feliz que si en realidad hubieras sido él. Gracias, Emilio, por lo que hiciste. "
Cuando se recibió de ingeniero, Mario se casó con mi hermana Lily.
¿Cómo no adiviné que ese había sido siempre su propósito?.
El tampoco supo nunca del episodio con Gabriela.

2 comentarios:

  1. Noto que superaste una etapa de amargura y sarcasmo y ahora hay más dulzura en lo que escribes. Me emocioné profundamente el cuento "Hermosas mentiras".También "Una carta perdida". Las tareas que hiciste para el taller te quedaron muy bién. Me refiero a "Un año sin tiempo" y "Un día para mí".Te felicito y sigue. No pierdas ese don que tienes.

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  2. Sorprendente, generoso.

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