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lunes, 29 de julio de 2013

LAS TRIBULACIONES DE NORA.

(Basado en un hecho real)

En varias revistas de papel couché habían aparecido entrevistas a Pablo. Y en las páginas literarias de los diarios dominicales, se veía su fotografía, acompañada de comentarios elogiosos:  "Pablo Figuretti entrega por fin su esperado libro "El suplicante". A juzgar por la opinión de varios críticos, será un nuevo éxito de librería".
Nora se alegró sinceramente y aunque ya no asistía a su taller literario, estuvo segura de que él le mandaría a su oficina un ejemplar autografiado. ¡No en vano los habían unido aquella "amistad romántica"  cuyo encanto había perdurado a través de los años!
Pero los días formaron semanas y el envío se hacía esperar.
Cada vez que Nora veía a un mensajero acercarse a su escritorio, creía que ¡por fin! recibiría el libro. Pero siempre se trataba de otra cosa sin interés.
Mientras, "El suplicante" ya aparecía en los primeros lugares de la lista de best sellers, peleando codo a codo  con las cincuenta sombras de Gray y esquivando los mordiscos de los vampiros de moda...
En el Metro, Nora veía personas leyéndolo con cara de omnubiladas, mientras alguien les metía un codo en el ojo o les abría la cartera sin que parecieran notarlo...
Pero, ella se empecinaba en no comprar el libro. Su amor propio herido podía más que su curiosidad. Además, aún era tiempo de que le llegara.... O al menos, eso pensaba para consolarse.
Le habló de su decepción a Betty.
-Por favor, esto es algo que debe quedar entre las dos. No quiero que ese petulante sepa cuanto me ha ofendido.
Por supuesto, Nora sabía que tratándose de Betty, la advertencia de guardar un secreto era como una orden de subirlo a Internet. Pronto se trasformaría en una especie de spam...Así es que lo que Nora quería, en realidad, era que Pablo se enterara de su decepción y comprendiera que esa afrenta sería imborrable.
Tal vez, aún era tiempo de que reaccionara...
Días después, Betty, algo abochornada, le confesó que se había encontrado con Pablo y  "se le había salido sin querer" lo que Nora le había dicho.   
Lo peor era que Pablo le había respondido con un airecillo suficiente:
-Pero, podría comprarlo ¿verdad?  No voy a estar mandándoselo a todos...
Demás está decir que saberse incluida en ese anónimo "todos", terminó por destrozar su ya maltrecho corazón.
Por el diario, supo que aquel Martes, a las siete de la tarde, estaría Pablo en la librería "Qué leo" firmándole la novela a sus admiradores.
Nora anduvo merodeando por los alrededores y pronto vio a una fila de gente con el libro bajo el brazo, haciendo fila frente a un escritorio.
Ahí estaba Pablo Figuretti, haciéndole honor a su apellido. Una sonrisita de fingida modestia distendía sus labios.
"Es un inmerecido honor el que me hacen con su preferencia"  parecía decir. Pero, estaba claro que pensaba: "Hacen bien en preferirme, porque soy magnífico" .
 La vanidad le hinchaba el pecho, amenazando con hacer saltar las costuras de su camisa Armani...
Por un instante, la multitud que lo rodeaba se abrió, y por el hueco divisó a Nora.
Con un gesto omnipotente de su mano, la invitó a que se acercara.
-¡Ven, Nora!  No te quedes ahí, que en seguida te firmo...
Pero ella le mostró orgullosamente sus manos vacías, y le volvió la espalda, abandonando el Local.
Esa noche, soñó que iba a la Librería "Qué Leo" y la vio insólitamente trasformada en Farmacia.
Un súbito dolor de cabeza la atacó y decidió entrar a comprar una aspirina.
El dependiente, en lugar del analgésico, le entregó el libro de Pablo.
-¡No!- gritó enojada y su mismo grito la despertó.
Se levantó a tomar un vaso de leche para relajarse y pensó que ya por esa noche, se olvidaría de su frustración.
Pero una nueva pesadilla la acechaba.
Esta vez, soñó que un enorme chorro de agua, parecido a una tromba, derrumbaba las paredes de la librería, arrastrando todo a su paso.
Los libros se iban flotando en agua turbia y se dirigían hacia el mar.
En la desembocadura del río estaba Nora en un bote, mirándolos llegar . Entre ellos, distinguió "El suplicante" .
Trató inútilmente de engancharlo con un anzuelo, pero de pronto una ola lo elevó y lo lanzó sobre la cubierta.
Ávidamente, lo tomó. Y al abrirlo, vio que sus páginas estaban en blanco.
Al despertar, lo tomó como una señal de que jamás llegaría a leer el libro.
Y eso le ayudó a mantenerse en su orgullosa decisión.

2 comentarios:

  1. Aquí llego Lilly.
    Vaya el ogullo muy mal consejero, orgullo por ambas partes solo que parece que ella sufre más que él, otra historia que sí ocurre en la vida, como muchas más, pues las historias se componen de vida, y la vida de historias, hoy ando con finales no felices, que también hay muchos en la vida.
    Un abrazo
    Ambar

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