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miércoles, 2 de enero de 2013

UN ENCUENTRO INESPERADO.

La tarde del treinta y uno, el edificio estaba casi desierto.
Marina bajó al jardín interior y se sentó en un banco.
Fue oscureciendo de a poco y entonces comprobó que la mayoría de los departamentos estaban vacíos.
De unos pocos brotaba música y mostraban aún las guirnaldas de luces de la pasada Navidad, parpadeando en la penumbra.
Marina pensó que las había visto brillar con mayor intensidad en los días anteriores. Ahora tenían una palidez fatigada y como decepcionada...
"Sí, ya pasó Santa Klauss y dejó muchas cosas materiales, pero se olvidó de dejar Amor. ¿Será que olvidé pedírselo en mi carta? ¿O es que las reservas de Amor ya se agotaron en el mundo?"
Eso parecían decir las luces en su cansado parpadeo. Y luego agregaban:
"¡Tenemos tantas ganas de que nos desconecten, por fin!"
Marina ya había guardado el arbolito y el adorno dorado que había tenido colgado en la puerta.
Había pasado la Navidad y verlos ahí, luchando por mantener viva la ilusión, la ponía melancólica.
¡Y ahora llegaba el Año Nuevo!
Le daba un poco de vergüenza que alguien la viera sentada en ese banco, mirando oscurecer la última noche del año.
Ella se sentía cómoda estando sola. Incluso aliviada de no tener que preocuparse de nadie más que de sí misma.
Pero, si alguien la veía, adivinaría que no tenía ningún programa para esa noche. Que nadie la había invitado a ninguna fiesta. Y la miraría con lástima.
Era vergonzoso, humillante y de pésimo gusto no tener ningún acontecimiento social anotado en la agenda...
Toda la gente trataba de ocultarlo.
Y pasada la fecha, si alguien les preguntaba, respondían con un airecito compungido:
-"Tranquilos en la casa, nada más".
Y agregaban algún comentario que disimulara su secreta sensación de fracaso.
Marina tenía los siguientes proyectos para esa noche:
Cuando se encendieran las luces del jardín, ya serían las nueve y subiría a su departamento a regar sus plantitas.
Lo haría con dedicación, porque el día había estado caluroso.
Luego se pondría a leer algún libro. Uno entretenido, no importaba que fuera malo. No estaba para cosas profundas que la hicieran pensar.
¡En realidad, lo que menos quería era pensar!
Comería en la cocina y luego encendería el televisor, buscando alguna película.
¡Lástima que casi todos los canales daban por descontado que la gente tendría algo mejor que hacer esa noche que ver televisión y programaban cosas como "Rambo" o "El regreso de los Zombies" !
En fin, ese era su programa para la noche en que se iba el año viejo.
Nada espectacular, pero a ella le gustaba.
Aunque reconocía que en el fondo de su corazón, iba creciendo un agua oscura de tristeza. Como esas vertientes que brotan en lo profundo y empiezan a subir, borboteando, hasta inundarlo todo.
Pero, no. ¿Para qué dejarse invadir por la melancolía?
Era cierto que a la Vida, hacía tiempo que se le había ocurrido la idea de pasar por su lado, ignorándola.
¿En qué momento fue que se acabaron las oportunidades y desaparecieron las ilusiones?
Aún no se encendía las luces de los faroles, pero ya estaba totalmente oscuro.
Bajo el árbol de morera, en el otro extremo del jardín, vio titilar la brasa roja de un cigarrillo.
¡Vaya! ¡Había otra persona solitaria allí!  ¿Quién sería?
Escuchó una tos varonil, que al menos le informó del sexo de su incógnito vecino.
-¡Ahí tienes! - pensó  Marina- ¡Bronquitis crónica! Sería hora de que dejaras de fumar ¿no crees?  ¿Qué tal una promesa de fin de año?
De golpe se encendieron las luces y ambos se miraron sorprendidos.
-¡Marina!  ¡Pero, tú eres Marina!  ¿Y qué haces aquí?
-Bueno, yo vivo aquí...
-¡Yo también! ¡Qué coincidencia!  Me cambié hace dos meses.
Ella guardó silencio, mirándolo incrédula. ¡Cuántos años habían pasado y cuantas veces había deseado volver a encontrarlo!
-Veo que los dos estamos solos esta noche- comentó él, con voz burlona- ¡Qué fracasos sociales estamos hechos!  ¿No crees?
Y se rió con su risa profunda, que Marina confiaba en haber olvidado...
-¡Pero, no !- exclamó ella, de pronto, espoleada por el orgullo y el recuerdo humillante de su fracasada relación- ¡Solo estoy haciendo tiempo mientras llegan a buscarme!
Miró su reloj y lanzó una exclamación de alarma.
-¡Ya son las nueve y aún no me he vestido! ¡Una vez más, "él" me llenará de reproches!
Y recogiendo su libro y sus llaves, se despidió apresuradamente.
-¡Otro día hablamos!..... ¡Y Feliz Año Nuevo!

1 comentario:

  1. Hola Lilli.
    Cada día entro menos, publico más tarde y visito menos frecuente, la vida cambia y nos tenemos adaptar.
    Pero he leído tus historias, me gusta leerte, me han gustado la rección de Mrina e Imelda, tienen su moraleja.
    Un muy feliz 2013 y un abrazo.
    Ambar.

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