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martes, 29 de enero de 2013

SUEÑOS REALIZADOS.

Me habían hablado sobre una "Tienda de sueños", en una callecita de un barrio periférico.
Pero lo tomé como lo que tenía que ser: como una broma o una superchería para hacer caer a algún ingenuo.
Porque, aunque ustedes no lo crean, todavía los hay en este mundo cínico, que hace ya tanto tiempo que perdió la inocencia.
Pero, una tarde ociosa, navegando por Internet, caí en un sitio que despertó mi curiosidad. La dirección era " www sueños realizados. cl"
Por supuesto, imaginé una propaganda turística o un juego de azar, algo ilegal, que prometería hacer ganar dinero a todos, sin excepción.
Entré al sitio y vi que los detalles que daban eran muy pocos. Solo la ubicación de una oficina en un edificio céntrico,con el agregado de una única frase: Satisfacción garantizada.
Por supuesto, quedé intrigado y decidí ir.
Me abrió la puerta una mujer muy hermosa, de mediana edad, que luego se apresuró a situarse detrás de su escritorio.
-¡Perdone! -se disculpó con tono contrariado- En estos momentos estoy sin secretaria.
Vi que tenía ante ella un fajo de papeles, que evidentemente había estado revisando. Parecían curriculums de postulantes a algún cargo.
-¿Trajo el suyo?- me preguntó, algo impaciente.
-¿Qué tenía que traer? No entiendo...
-¡Su sueño, por supuesto! ¿No viene acaso para que le realicemos un sueño?
-La verdad, no pensé... No sabía de qué se trataba y vine por curiosidad.
-¡Mal hecho, pues! No debió dudar de lo que le ofrecíamos en la Red. "Sueños realizados". Y debió venir preparado, trayendo el suyo.
-En realidad, no tengo ninguno- respondí con tristeza, porque sentía que hacía tiempo que me había convertido en un escéptico, carente de ilusiones.
-Quizás sea mejor- murmuró la señora, en forma enigmática-Pero, ya que está aquí ¿no le interesaría el puesto de secretario? Mire, tengo todo este fajo de peticiones que ordenar.
-Bueno, si usted me explica...
Contenta de haber solucionado su problema, me acercó una silla y me explicó el negocio.
Aunque, en realidad, de negocio parecía no tener nada, porque allí la palabra dinero no se mencionaba.
-¿Y cómo financian ustedes, entonces, la realización de estos sueños?
-¡Ah! Es que tenemos una gran auspiciadora. La más poderosa del mundo.
Sin explicar su misteriosa afirmación, continuó diciendo:
 -Además, aveces podemos combinar sueños y así abaratamos los costos. Por ejemplo, vea, aquí hay uno que sueña con ser capitán de un barco y acá, otro, cuya mayor ambición es hacer un viaje por mar hacia tierras lejanas. Fundimos los dos sueños en uno ¿comprende? y estos dos se van juntos a realizar su ilusión.
Me entregó el legajo de papeles y me pidió que los clasificara, buscando algunas conexiones.
Me llamó la atención que la mayoría de los sueños fueran tan materialistas.
La mayoría eran sobre dinero o poder.
Grandes fortunas, viajes de placer, influencias...No faltaba el que soñaba con ser rey. Otro, más ambicioso, quería ser emperador del mundo.
Había algunos que pedían noches eróticas con hermosas mujeres.
Pero, en general, eran cosas materiales o goces efímeros.
El corazón parecía hallarse en subasta y el alma, haberse convertido en un artículo de lujo.
Todas las peticiones traían algunos datos personales, como edad, dirección, número de teléfono... Y lo más importante, una fotografía tamaño carnet.
De más está decir que los sueños allí expuestos, se correspondían fielmente con las caras astutas y sensuales de quienes postulaban a concretarlos.
Pero, había una excepción.
Cuando ya terminaba de revisar el fajo de peticiones, me encontré con una carita pálida y seria, llena de candor.
La dueña, después de entregar sus datos personales, (Ernestina, diecisiete años) , confesaba el máximo sueño de su vida:
"Encontrar el Amor"
Leer ésto me conmovió.
Sentí un ¡crac! dentro del pecho. Era mi coraza de cinismo que acababa de resquebrajarse.
Un aire fresco y puro, como venido desde colinas  distantes, entró a bocanadas en mi corazón.
Ernestina, dulce y linda Ernestina...
Todas las mañanas, al llegar, abría el archivador y sacaba la hoja donde estaba pegada su fotografía.
Y, por supuesto, la dueña se dio cuenta.
Se inclinó por sobre mi hombro  y me dijo:
-¡Veo que te interesa mucho esa chica!  ¡Cuidado!  No olvides que estás aquí como secretario y no para intervenir en la realización de los sueños de la gente.
-¿Y por qué no podría? Por el momento nadie ha presentado una petición compatible....
Me miró un rato en silencio y los razgos de su cara se endurecieron.
-Veo que llegó el momento de explicarte como funciona ésto. Para que lo sepas, nuestra única auspiciadora es La Muerte. Ella paga nuestros sueldos y nos brinda los medios para realizar los sueños de las personas. Pero, el costo que pagan es muy alto. Será el último sueño que realicen, porque después de lograrlo, morirán.
-¿Y qué gana La Muerte con ésto?
-Bueno, ella tiene sus cuotas que cumplir ¿no crees? Y ahora, con la cantidad de años que vive la gente, aveces le cuesta llenar los cupos que le asignan. Por otra parte, a ella le gustan los que mueren prematuramente. Con ellos, su tarea se vuelve más emocionante... Y como son los jóvenes los que más sueñan, con nuestra colaboración, ella  hace aquí una buena cosecha... Además, no se puede negar que un muerto joven es muy hermoso. Y más, si lleva pintada en la cara la satisfacción de haber cumplido un sueño. ¿No te parece?
Me imaginé a la dulce Ernestina, yerta dentro de un ataúd, y me estremecí de espanto.
La mujer se quedó callada y vi esbozarse en sus labios una sonrisa maligna.
¡No cabía duda de que su trabajo le reportaba una íntima satisfacción!
No le respondí ni tampoco evidencié estar impresionado.
Seguí con mi trabajo y aparté ostensiblemente a un lado la petición de Ernestina, como si ya no me interesara.
Pero, esa tarde, al cerrar, me las arreglé para sacarla del archivador y metérmela en un bolsillo.
Salí sin despedirme y con el propósito de no volver más.
Afortunadamente, tenía el número telefónico de Ernestina.
La llamé y le dije que la Empresa "Sueños Realizados" me encargaba avisarle que se había dado curso a su petición. Que esa misma tarde, a las seis, alguien que deseaba conquistar su corazón, la esperaría en el café de la esquina de su casa.
Que la Empresa daba con eso por concluido su trabajo y que lo demás dependía de ella.
Compré un ramo de rosas y la esperé con el corazón alborotado.
Llegó en punto a la hora.
Su carita resplandecía de tal modo, que las rosas que le llevaba soltaron algunos pétalos, pálidas de humillación.
Pero, ella las apretó contra su pecho y me preguntó:
-¿Eres tú a quién enviaron?
Asentí en silencio, con la dulce incertidumbre del amor aleteando en mi pecho.
Ella me miró un instante, como evaluándome y luego, clavando sus ojos en los míos, dijo:
-¡Sí!
Y eso fue suficiente para los dos.

3 comentarios:

  1. Hola Lilian
    un cuento algo intrigante para mi...
    mas si esta metida la echona jejejej
    ...sin dudas morir por amar me parece contradictorio cuando realmente eso debería siempre darnos la vida...

    saludos cordiales!

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  2. Lo que pasa es que se murieron en el instante que ella dijo que ¡si!, ya encontró el amor...sería como un hechizo... lo que me pegó un poco la muerte como auspiciadora.

    Saludos Llilian!

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  3. Responde a casacerrada.
    No, Ernestina no muere.
    No te olvides de que, el protagonista, enamorado de ella al ver su foto, roba su solicitud y se retira de la Empresa, espantado al saber que es La Muerte la financista...
    El llama a Ernestina a nombre de "Sueños Realizados", pero solo es para no despertar su desconfianza. Porque ella, al no tener presentado ahí su petitorio, es libre ya de amar sin tener que pagar con su vida.Nunca habría escrito algo tan cruel. Recuerda que todas las otras solicitudes era materialistas. Solo la de ella era cumplir un sueño de amor. Por lo mismo, era la que menos merecía morir.

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