Bienvenidos a Mi Blog

Les doy la bienvenida a mi blog y les solicito encarecidamente que me dejen sus comentarios a mis entradas, pues su opinión es de gran valor para mí.



lunes, 23 de abril de 2012

UN BESO DE AMOR.

Beatriz tenía diecisiete años cuando un día, tratando de aprender a coser a máquina, se pinchó el dedo con la aguja.
Fue tal el dolor y el sobresalto, que se desmayó. Pero lo extraño fue que no volvió a despertarse.
De un estado de inconsciencia pasó a un especie de coma. Los médicos no se explicaban el caso y se preguntaban qué extraña toxina pudo haber en el metal de la aguja que invadió toda la sangre de Beatriz, dejándola en ese estado.
Como los exámenes no arrojaban ningún daño neurológico, tranquilizaron a los padres, asegurándoles que pronto la niña despertaría por sí sola.
Quedó en una pieza de la Clínica, dormida profundamente. Y era tan hermosa con su pelo rubio esparcido sobre la almohada y sus largas pestañas sombreando sus mejillas, que las enfermeras empezaron a llamarla "La Bella Durmiente".
Un aguja en su brazo introducía el suero que goteaba lentamente.
Todo el personal de la Clínica estaba al tanto del extraño caso de Beatriz y no había quién no pasara a verla dormir y se abismara de su belleza.
José era un humilde joven contratado para asear los pasillos. Por supuesto, también llegó a sus oídos el rumor sobre La Bella Durmiente, y aunque nadie se lo hubiera permitido, por supuesto, quiso entrar a verla.
Un día en que lavaba las baldosas del pasillo, frente a la pieza de Beatriz, se aseguró de que nadie lo estuviera mirando y empujó la puerta suavemente.
 Su corazón apresuró sus latidos al contemplar ese rostro dormido, parecido al de un ángel.
El rosa de sus mejillas evidenciaban el correr de la sangre bajo la piel de seda y su cabello de oro semejaba un nido en el que reposara un ave venida del Paraíso. El pobre José nunca había visto una joven tan hermosa y de ahí en adelante, sólo pensó en ella.
Mientras recorría los pasillos arrastrando sus pesados baldes y escobillones, seguía contemplando en su imaginación ese rostro adorable.
Al llegar a su casa se quedaba abismado con los ojos fijos en un punto invisible. La humilde sopa se enfriaba frente a él y su madre lo miraba preocupada, creyendo que estaba enfermo. Pero la extasiada sonrisa que a veces entreabría sus labios, la hizo comprender que estaba enamorado.
Sí, José moría de amor por La Bella Durmiente.
Todas las mañanas acechaba un momento en que el pasillo estuviera vacío, para entreabrir la puerta y contemplar a su amada.
Un día pudo más su audacia y se atrevió a entrar a la pieza y pararse junto a la cama donde ella dormía. Con devoción tocó aquella mano blanca que yacía sobre la sábana.Y un hilo de oro de su cabello quedó prendido entre sus dedos.
Entonces pensó en el cuento. Recordó que sólo un beso de amor podría sacar a la princesa de su hechizo. No supo de donde obtuvo el valor necesario para inclinarse sobre el dulce rostro y depositar un beso en sus labios entreabiertos.
Una voz ronca y furiosa lo arrancó de su ensueño.
-¿Qué está haciendo? ¿Cómo se atreve? ¡Salga de aquí inmediatamente!
Un médico había entrado a la pieza y aferrándolo de un brazo lo arrastró hasta el pasillo.
Esa misma mañana lo despidieron.
Que agradeciera que no lo denunciaban. No lo hacían por él, claro, sino por el prestigio de la Clínica. El motivo oficial de su despido sería por "atrasos reiterados" Y más le valía a José corroborar esa historia...
Al día siguiente, en la tarde, pasó a verlo Manuel, su compañero de trabajo. Era el encargado de asear los baños.
-¡Ay, amigo! No sabe cuánto siento que lo hayan despedido. ¡Y justo ayer! ¡No se imagina usted lo que pasó en la tarde en la Clínica!  ¿Se acuerda de esa paciente en coma a la que le decían La Bella Durmiente?  ¡Despertó, amigo!  ¡Fue una cosa de locos! Dicen que de repente abrió los ojos y se sentó en la cama. Como no supo donde estaba se puso a llorar y a llamar a sus padres...
¡Era un espectáculo como corrían las enfermeras y los médicos!
-¿Y usted la vio?-preguntó José, temblando.
-No, amigo ¡Qué va! A mí no me iban a dejar entrar a verla...Pero, esta mañana la divisé, cuando vinieron a buscarla. Se fue caminando, del brazo de su padre. Un poco débil, todavía, claro. Pero normal, como si nada le hubiera pasado...¡Y tan linda, si usted la hubiera visto!
Esa noche José se desveló. En las sombras de su dormitorio, sonreía. Una dulce tibieza inundaba su corazón.
 ¡No importaba lo que opinaran los médicos! Ni qué rebuscadas teorías inventaran para justificar lo que había pasado.
¡Él sabía que había sido su beso de amor, sólo su beso, el que había despertado a La Bella Durmiente!

2 comentarios:

  1. Este "beso de amor" me ha gustado. El final no es el típico feliz pero tiene su encanto.
    Original tu idea de la interrupción realista tras el beso: es un ejemplo de lo que podría ocurrir si uno lleva las fantasías a la realidad, sí, por inocentes o justificadas que a uno le parezcan. Los demás no lo verán así ni entenderán ninguna razón.
    ¡Que tengas muy buen día!

    ResponderEliminar
  2. Dice Elena Quinteros: Me ha gustado mucho este cuento por la delicadeza de su tema y por la forma sutil en que está escrito.No con la forma burda que encontramos en la literatura actual.

    ResponderEliminar