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lunes, 23 de abril de 2012

LA REALIDAD DE UN CUENTO.

Eran pasadas las doce de la noche y la ciudad iba quedando paulatinamente silenciosa.
Yo me adormecía frente al computador, sin que ninguna idea me viniera a la mente.
Quería escribir una historia siguiendo con el propósito que había adoptado últimamente de transformar a mi antojo los cuentos infantiles.
Creo que me quedé dormido un instante, porque al abrir los ojos vi sentada frente a mí a una joven de extraordinaria belleza. Me miraba con severidad e impaciencias y creo que la fuerza de su mirada fue la que me hizo despertar.
-¡Oh, perdone! No la escuché entrar.
-No es raro-me respondió con reproche-¡Si estaba dormido! Casi mete la nariz en su taza de café...
-¿Y por donde entró usted?-le pregunté admirado.
-Por esa puerta-dijo, señalando una pared en la que sólo se veían colgados un par de acuarelas y mi diploma de periodista.
No quise contradecirla, porque todo en ella me inducía a creer que se trataba de un ser fantástico, alguien venido del mundo de los sueños. De mi sueño, tal vez.
-¿Y cuál es su nombre, señorita?
-Princesa, si no le molesta. Soy Blanca Nieves. ¡Podría haberlo adivinado!
Sí, en realidad, podría...Su rostro era blanco como un copo de nieve o como el pétalo de una magnolia. Su cabello negro como el ébano y sus labios tan rojos como la gota de sangre que derramó su madre al pincharse el dedo mientras cosía. (Por lo menos, así dice el cuento. ¡Me imagino que se acuerdan!)
-Perdone, Blanca Nieves. ¿A qué debo el honor de su visita?
-Estoy molesta con usted y he venido a manifestárselo. Cenicienta, Caperucita y Rapuncel han tenido la oportunidad de aparecer en algún cuento suyo. Pero de mí parece que se ha olvidado. Y no creo ser merecedora de ese olvido.
Se irguió en la silla como para hacer resaltar aún más el esplendor de su belleza. Pero no era necesario. En la penumbra de mi escritorio, su rostro resplandecía como un lirio blanco o como una estrella adormecida sobre la nieve.
-¡Ay! No ha sido olvido, se lo juro, hermosa niña. Me he visto en dificultades para hilvanar una historia en la cual aparezcan siete enanos. Usted ve que en éstos tiempos modernos es difícil inventar un argumento donde incluir personajes como esos.
-¡Bah! ¡Qué tontería! Si esos enanos no existieron jamás. Mi historia es harto diferente de la que se han empeñado en contar durante más de cien años. Ya es tiempo de enmendarle la plana a esos fabulistas mentirosos.
-Pero ¡cómo! ¿Entonces qué pasó realmente entre usted y su madrastra?
-Pués, nada que una joven avispada como yo no pudiera solucionar. Es cierto que ella me tenía mucha envidia, sobre todo por culpa de ese espejo insidioso que se decía amigo suyo pero que se empecinaba en advertirle que la más hermosa era yo. Sin contar con que estaba de por medio el asunto del príncipe, que ella codiciaba, más no fuera que por ser novio mío.
-Pero, ¿ordenó llevarla al bosque para que la mataran?
 -No, no se habría atrevido a tanto. ¿Cómo le habría explicado mi desaparición a mis súbditos, que de verdad me amaban? Nadie me llevó a ningún bosque. Lo que ella planeó fue hacerme desaparecer en forma más sutil...
-¿Intentó envenenarla con una manzana?
-En realidad no fue una sino varias. Envenenó por lo menos media docena, para que no hubiera posibilidad de que su intento fracasara.
-¿Y qué pasó?
-Bueno, yo las cambié por otras y las envenenadas las escondí en la despensa. Luego me arrojé a mi cama fingiendo un terrible malestar. Ella acechaba con ansias el desarrollo de mi  enfermedad y yo, para darle en el gusto, me quejaba a gritos. Pero, al cabo de una semana me levanté y mi madrastra pensó que el veneno había fallado y que era preciso redoblar la dosis.
-Pero no le di tiempo a realizar su propósito-continuó muy ufana-Con las manzanas envenenadas que había escondido preparé un kuchen exquisito y se lo hice servir con una doncella de confianza. Como era golosa, se lo devoró íntegro, tal vez pensando endulzar con él la amargura de su fracaso. Fue lo último que hizo...Mandé romper su espejo en mil pedazos y esparcirlos sobre su tumba. Luego, suprimidos todos los obstáculos, me casé con el príncipe. Como ve, soy una chica de armas tomar y no la pobrecita víctima de su madrastra como se han empecinado en hacerme aparecer en el cuento.
Terminó de hablar y me hizo prometerle que escribiría su verdadera historia.
Pero, la verdad es que no estoy muy seguro de querer hacerlo.
¡Es mucho más lindo el cuento de los enanitos y del pedazo de manzana envenenada atascado en la garganta de Blanca Nieves! ¡Con razón los hermanos Grimm cambiaron las cosas..!  ¿Acaso no es obligación de los poetas y los narradores tratar de embellecer la realidad?
Por otra parte, ni siquiera estoy seguro de haber recibido su visita. Bien pudo ser un sueño, porque no la vi llegar ni tampoco irse...
Sólo sé que desperté en la madrugada, con la cabeza apoyada sobre el escritorio y una taza de café frío olvidada junto al computador.

2 comentarios:

  1. Felicitaciones por cambiar las historias aburridas por algo mas detestivesco mas intrigante. Amiga eres de una imaginación exquisita.Me gustan los cuentos maldadoso que te sacan de la rutina dulsona que la gente trata de imaginarse. ACV2

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  2. Es muy singular la visión del cuento de Blanca Nieves. Conserva sólo algunos elementos, los más susceptibles de llevar a la modernidad y transforma el sufrido personaje en una joven de armas tomar, muy dueña de su destino, como es la mujer actual.

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