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miércoles, 31 de agosto de 2011

LA FOTOGRAFIA.

Ayer conocí a alguien que me preguntó:
-¿Dónde te he visto antes?
Pensé que se trataba de la forma usual de coqueteo sin imaginación, pero no. Ya van muchas personas que me aseguran que me vieron ayer en tal parte y la semana pasada en tal otra.
Sospecho que hay alguien que anda por ahí suplantándome.
Por algunos datos que obtuve, llegué a la conclusión de que se trata de una fotografía.
Me han contado que cuando le hablaron, ella se limitó a sonreír y a decir: ¡Whisky!
¡Claro! Esa fue la palabra que el fotógrafo me aconsejó que dijera cuando me tomó la instantánea. Pero temo que con eso me estoy ganando cierta fama de beoda.
El otro día la vi por fin.
Iba cruzando la Avda Providencia, y aunque hacía frío, llevaba un vestido veraniego.  Cuando caminaba la acompañaba un ruido de mar e incluso algunas gaviotas revoloteaban sobre su cabeza.
Reconocí una fotografía que me tomaron en las vacaciones y más tarde, al revisar el álbum, descubrí un vacío en una de sus páginas.
Ese día en que la vi, quise correr para alcanzarla. Pero cambió la luz del semáforo y me encontré inmovilizada en el borde de la vereda, mientras ella me lanzaba una sonrisa burlona por encima del hombro.
La vi entrar en una librería,  pero cuando logré cruzar la calle, ya se había ido. El dependiente me informó qué libro había comprado. ¡Justo el que yo quería pero que no podía pagar!
Esa fotografía tiene más poder adquisitivo que yo, me deja mal con mis conocidos y para colmo me mira con una sonrisa desafiante, segura de su total impunidad.
¡Qué cosas pasan en estos tiempos en que la lógica parece haber sido derrotada por el absurdo!
Creía que sólo el retrato de Dorian Gray gozaba de autonomía y podía apropiarse en cierta forma de la existencia de su dueño.  Pero, al menos él asumía sus pecados  permitiéndole gozar de una ficticia inocencia. Esta fotografía, por el contrario, disfruta de privilegios que me están vedados y a juzgar por su aire de satisfacción, comete sus propios pecados sin que yo tenga participación alguna. .
Aunque sigo buscándola, no he vuelto a encontrarla. De todas formas no se me ocurre tampoco la manera de poner fin a su carrera de desenfreno.
Para colmo, las personas que me cuentan que han estado con ella parecen haber disfrutado más de de lo que nunca lo hicieron en mi compañía.
Temo que llegue a suplantarme por completo y sea yo quién termine ocupando el hueco que dejó en el álbum.

3 comentarios:

  1. Lillian: Puede haber infinitas dobles de ti. Afortunadamente, para escribir ¡Eres única e insustituíble!

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  2. Lillian, me ha gustado mucho este escrito. Es más, se me hizo corto jaja.
    Entra de lleno en el campo de la ciencia ficción o del misterio sobrenatural, algo que me encanta.
    Es una lectura que engancha. Además, vas salpicando el relato con toques de humor...
    Bueno, bueno.
    Un abrazo.

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  3. No me convence la idea de convertir a una fotografía en un personaje de la narración. O quizás me faltó imaginación.

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