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domingo, 20 de noviembre de 2022

EL SUEÑO DE FELIPE.

Felipe era presa de la nostalgia del pasado. Parecía como si manejara el automóvil de su vida siempre marcha atrás.  El presente le parecía una carretera llena de curvas y sin señalizaciones y el futuro, un destino incierto al que temía llegar.

 Añoraba el pasado porque lo mantenía a salvo de la incertidumbre y sus recuerdos le prestaban encanto a una existencia sin expectativas. Tal vez esa actitud timorata ante la vida, lo llevó a tener el sueño más raro que sea dable imaginar.

Una noche, apenas se durmió, se vio conduciendo su automóvil por una carretera solitaria. A lo lejos, vio una ancha puerta de hierro que le cerraba el paso.  A medida que se acercaba, leyó unas grandes letras en el dintel que anunciaban:  Entrada el Pasado.

Al detenerse frente a ella, la puerta se abrió silenciosamente. Felipe sintió una gran alegría al pensar en la maravillosa oportunidad que se le ofrecía. ¡ Volver atrás!  ¡ Revivir la infancia!  Los días de escuela, las vacaciones junto al mar en compañía de sus padres...Todo lo bueno y dulce que la vida le había arrebatado, arrojándolo a la tierra yerma de la adultez sin ilusiones.

Pero, al atravesar la puerta, se encontró en una ciudad semi derruida. Entre nubes de polvo, vio una cuadrilla de obreros ocupados en su demolición. Solo unas pocas murallas se mantenían en pie.

-¡ Por qué lo hacen?- gritó, angustiado-  ¿ Por qué demuelen el pasado que tanto añoro?

-Porque no puedes quedarte viviendo en él- le respondió un anciano que parecía el capataz- Hay que hacer polvo estas viejas paredes y sobre ellas, construir el futuro.

-¡ No, no quiero!- protestó Felipe- ¡ Odio el futuro!

Y subiendo a su automóvil, dio marcha atrás y huyó de ahí a toda velocidad.

Al borde de la carretera, vio una niñita con uniforme escolar, que le hacía señas para que la llevara.  Se peinaba con trenzas y no tendrías más que unos doce años.

-¿ Me lleva, por favor?

-Y ¿ a dónde quieres ir?

-¡ Quiero ir al futuro. ¡ Quiero crecer para que nadie me dé órdenes  ni me quite mi libertad!

-Sube, entonces- le respondió Felipe, con tristeza- No sabes lo que te pierdes al querer dejar atrás tu infancia. La vida es muy dura, ya lo verás.

Siguió manejando sin mirarla. Al cabo de un rato la oyó suspirar y notó que se había dormido. Sus trenzas se habían deshecho y con el pelo suelto se veía mayor. Lo cierto es que a medida que se alejaban del pasado, la niña había ido creciendo. De su nariz se habían borrado las pecas y Felipe observó, turbado, la delicada curva de su pecho adolescente.

Un par de kilómetros después, ya representaba dieciocho años y Felipe descuidaba el volante para mirarla. La chica despertó y se desperezó con languidez:

-¿ Falta mucho para que lleguemos?

Felipe tragó saliva y no pudo sacar la voz para contestarle. Antes de llegar a la caseta del peaje, ya se sentía locamente enamorado.

Se detuvo a pagar y a cambio de su dinero, en lugar de un recibo, le entregaron una rosa roja.

Se volvió hacia la joven para ofrecérsela, cuando unos estridentes bocinazos lo sobresaltaron. Creyó que era el automóvil que venía atrás...Pero, no era una bocina, era la alarma de su despertador.

Se quedó sentado en la cama, aturdido. Aún le parecía que sostenía en su mano la rosa roja y que ella extendía la mano para recibirla...

Pero el tiempo apremiaba y reaccionando, corrió a meterse a la ducha, confiando que el agua fría lo sacara de su embotamiento.

Al llegar a la sección del Banco en que trabajaba, vio un movimiento inusitado. Varios compañeros habían abandonado sus escritorios para saludar a alguien que llegaba. Recordó que ese día empezaba a trabajar la reemplazante de una programadora que se iba con prenatal.

El grupo se deshizo y alguien llamó a Felipe para presentársela.  Atónito se encontró frente a frente con la chica de su sueño. Ella lo miró como si ya se conocieran y sus labios se abrieron en una sonrisa cómplice.

En ese momento, el presente le pareció interesante y el futuro, prometedor. En cuanto al pasado, mentalmente decidió enterrarlo y sobre la tumba, puso la rosa roja. 




3 comentarios:

  1. Muy interesante, hay que seguir adelante , no podemos retroceder y aprender a dar lo mejor de cada uno y si es acompañado que mejor.
    Te dejo un abrazo.

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  2. tienes razón, Meulén. La nostalgia del pasado es muy engañadora. Falsea los recuerdos, embelleciéndolos, y nos quita fuerza para vivir en el presente.

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  3. Jajja. Muy bueno el final. Las flores siempre son útiles.
    Me ha parecido magnífico este cuentito. Su desarrollo, el miedo y la incertidumbre. La seguridad del pasado ( yo siempre digo a modo de broma" que los meteorologis siempre aciertan el tiempo de ayer)
    Luego la niña wue vs creciendo en el sueño. Y como enlazas con la realidad y el futuro.
    Sbrazoo, Lillian.
    Me ha gustado más este que el del premio, pero el del premio ers más para premio. Pero este es ágil e imprevisible y tiene un genial final.
    Abrazoo

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