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jueves, 27 de febrero de 2014

UN AMOR IMPOSIBLE.

Mariela pasó mucho tiempo devorada por la nostalgia.
¡No sería tan fácil olvidar un amor como el que había vivido junto a Edmundo!
Hasta su nombre, misterioso y romántico, susurrado en el silencio de su dormitorio, a solas por las noches, parecía el eco profundo de los latidos de su corazón...
El mismo le había suplicado que lo olvidara, pero ¿cómo lograrlo?
Tenía diecisiete años y había sido su primer amor.
Al principio, todo parecía perfecto. El se mostraba apasionado y ansioso. No podía dejar pasar un día sin llamarla, ni dos sin correr a verla, como si le faltara el aire para respirar cuando no estaba a su lado.
¡Todo era tan maravilloso! A Mariela, las novelas de amor que había leído por cientos, ahora le parecían sosas comparadas con la realidad.
Pero, él empezó a cambiar.
Se veía cada vez más distante y silencioso, como si algo lo preocupara. Dejaba pasar varios días sin ir a verla y ni siquiera contestaba sus llamados.
Mariela  empezó a angustiarse.
-¿Qué te pasa?  ¿He hecho algo que te haya molestado?
-No, Mariela. No eres tú, soy yo...
-¡Entonces es que has dejado de quererme!
-No, Mariela. ¡Al contrario!  Nunca me había enamorado así....No creí que existiera una chica como tú en este mundo.
-Y entonces ¿cual es el problema?
-Que precisamente porque te quiero tanto es que tengo que apartarme de ti...
-Pero ¿qué pasa?  ¿Qué tienes?
-No me atrevo a decírtelo. ¡No me vas a creer!  Parece imposible que algo así pase en la época en que vivimos...Pero, tengo que alejarme de ti porque estoy maldito.
-¿Qué dices?- Mariela lo miró incrédula y empezó a reírse, creyendo que se trataba de una broma. Pero Edmundo la miraba con angustia.
-Sobre mi familia pesa una maldición terrible. Todos los hombres la van heredando...Y me doy cuenta de que yo también. En las noches de luna llena siento que una fuerza oscura se apodera de mí. Y lucho desesperadamente... Pero, sé que pronto será en vano...
-¿Qué quieres decir?- exclamó Mariela, aterrada.
-Que soy un hombre lobo ¿comprendes?  Y si no me aparto de ti ahora, terminaré por hacerte daño....
Se tapó la cara con las manos y se alejó de ella, casi corriendo.
 Cuando ya iba en la esquina, le gritó:
-¡No se lo digas a nadie, por favor!  Y olvídame, te lo ruego...
En ese instante, la luna apareció entre las nubes y rodó por el cielo, como una moneda de oro. ¡Perfecta en su circunferencia! Era la luna llena...
Mariela, temblando de pena y de miedo, se fue por las calles llorando, sin mirar a donde iba. A cada instante se volvía aterrada, creyendo sentir en la nuca la respiración caliente de un lobo que seguía sus pasos.
A nadie le contó su experiencia. ¡El le había rogado que no lo delatara!  
Pero, olvidarlo le parecía un esfuerzo demasiado grande para su corazón...
Pasó el tiempo y a menudo se preguntaba qué habría sido de él.  ¿Habría logrado vencer la maldición que lo acechaba?
A veces, en las noches de luna llena creía escuchar el lejano aullido de un lobo.
¡Es Edmundo!- se decía- ¡Es él, que gime de dolor porque aún me ama y no puede acercarse a mí!
Probablemente se trataba de un solitario perro que aullaba presintiendo un temblor... Pero Mariela era demasiado romántica para conformarse con una explicación tan prosaica.
Y su historia de amor imposible le parecía más hermosa y más trágica que todas las novelas que había leído hasta ese momento.
Al año siguiente llegó a su curso una niña nueva que venía de un Liceo de otra comuna.
Se llamaba Georgina y casi de inmediato se hicieron amigas.
Se llevaban muy bien, pero Mariela notaba que nunca tocaban el tema sentimental. Ella no podía ¡claro! traicionar su secreto...Pero ¿y Georgina? A veces la notaba triste, como si viniera saliendo de un desengaño amoroso, pero no le hacía confidencias.
Hasta que decidió  preguntárselo con franqueza.
 Al principio, se notaba que Georgina no quería hablar, pero su necesidad de desahogarse terminó por vencer su resistencia.
-Es un secreto que no me pertenece- empezó, titubeando- Cuando nos separamos, él me rogó que no se lo contara a nadie...
Un timbrazo de alarma resonó en la mente de Mariela y aguzó el oído.
 Georgina, sin notar su inquietud, se explayaba en su fallido romance.
-Al principio, pensé que había dejado de quererme, pero él me aseguró que no. Que estaba enamorado como nunca antes, que jamás creyó que existiera una chica como yo en este mundo...Pero teníamos que separarnos, porque su familia arrastraba una maldición que ya duraba generaciones...
Mientras la escuchaba, Mariela se iba poniendo roja, después pálida y luego roja, otra vez...En la medida que la rabia y la humillación se iban alternando en ella.
Georgina, emocionada por el recuerdo, tenía los ojos empañados de lágrimas.Tal vez por eso no advertía los cambios de color en la cara de Mariela...
-Me dijo que tenía miedo de llegar a hacerme daño. Que en las noches, una fuerza oscura se apoderaba de él y aunque luchaba contra ella, temía llegar a ...
-A convertirse en lobo ¿no es cierto?
  -¿En lobo?...¡No!...¿Y por qué se te ocurrió eso?...¡Tenía miedo de estar transformándose en un vampiro!
¡Ah! ¡Esta vez era un vampiro! pensó Mariela, sarcástica. ¡Qué innovador, el muy....cretino!  Mientras, la ira hervía en su pecho, como lava en un volcán.
-Me pidió que lo olvidara... -continuó Georgina- ¡Pero no puedo! Pienso en él todo el día y en las noches me duermo repitiendo su nombre...
-¡Edmundo!- completó Mariela, sin darse cuenta.
-¿ Cómo sabes?  ¿Acaso lo conoces?
-¡¡No!!  ¡¡Cómo se te ocurre!!...Se me vino a la mente, no más. Debe ser porque estoy leyendo "El Conde de Montecristo" y ahí el héroe se llama Edmundo....¡ Qué coincidencia!  ¿Verdad?


3 comentarios:

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  2. jajajjaja...
    palabras que reconozco!! ...eso de que no querían hacer daño..jajjaja
    ...por lo que sea ...
    esos caraduras sobran amiga...
    definitivamente el cuento y la realidad suele ser casi lo mismo...

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