Bienvenidos a Mi Blog

Les doy la bienvenida a mi blog y les solicito encarecidamente que me dejen sus comentarios a mis entradas, pues su opinión es de gran valor para mí.



domingo, 2 de febrero de 2014

NOCHE DE LLUVIA.

-¿Qué pasa?- preguntó Marcos.
-¿Qué podría pasar?- respondió Ana, con amargura- Pasa que alguien te vio con ella... Y ahora entiendo tu frialdad de estas últimas semanas. ¡Ojalá hubieras sido más sincero!
Marcos estaba sentado en el sillón, con un vaso en la mano.
Acababan de cenar en silencio. Ana lo había mirado varias veces, furtivamente y luego bajado la vista sobre su plato, que apenas había tocado. Mientras, Marcos pensaba en Susana. Sabía que ella lo estaba esperando y no se le ocurría ningún pretexto para salir de la casa.
Ana empezó a recoger los platos y él se sirvió un wisky. En ese momento, ella se paró frente a él y lo increpó duramente.
-¡Está bien!- dijo Marcos- ¡Estoy cansado de decir mentiras!
-¿La quieres al menos?
-No lo sé, no estoy seguro.
Ella siguió recogiendo los platos y los llevó a la cocina. Marcos escuchó el ruido del agua y el entrechocar de los cubiertos, mientras ella los lavaba.
-¡Qué raro que se ponga a hacer esto, justamente ahora!-pensó. Pero escuchó sus sollozos apagados y comprendió que se había ido a la cocina para ocultarle su llanto o para mantenerse ocupada con algo que la distrajera de su angustia.
Miró su reloj.  Eran las 21 y 15.  ¡Susana estaría inquieta! ¡ Pensaría que él se había arrepentido de dejarlo todo para correr a su lado!
Se levantó del sillón y se puso rápidamente el abrigo.
En la cocina, el grifo continuaba abierto y no supo si Ana lo había escuchado salir.
No hacía frío. El cielo tenía un color rojizo que amenazaba lluvia.
De pronto, el fogonazo de un relámpago y el lejano retumbar de un trueno lo sobresaltaron. Empezó a llover casi de inmediato.
Marcos corrió a detener a un taxi que pasaba.
No pensaba en nada de lo que dejaba atrás. Sol quería llegar luego a los brazos de Susana.
Desde el pasillo, escuchó ruido de música y de carcajadas. Tocó el timbre, desconcertado y fue ella misma la que acudió a abrirle, con un vaso en la mano.
-¡Marcos!  ¡Llegaste!- exclamó eufórica y se colgó de su cuello, riendo.
A sus espaldas, había varias parejas bailando y Susana seguía el ritmo con sus caderas, sin dejar de abrazarlo.
EL notó que había bebido.
-¿Qué es esto, Susana?  Creí que me esperabas....
-¡Claro que sí!  Pero estos son mis amigos. ¡Espero que no te moleste que nos divirtamos un rato!
Bailando, lo arrastró hacia el centro de la sala, pero él retrocedió disgustado.
Otro hombre se acercó entonces a enlazarla por la cintura y ella se rió y se puso a bailar, apegada a su cuerpo.
Marcos la miraba desde un rincón, sintiendo que lo invadía una amarga decepción. Le parecía encontrarse frente a una desconocida.
La música estridente le crispaba los nervios.
Susana seguía bailando y cada cierto tiempo le hacía una seña con la mano y le sonreía, como tratando de apaciguarlo.
Nadie pareció notarlo cuando se dirigió a la puerta.
Descolgó del perchero su abrigo mojado y salió sin despedirse.
Sólo quería un poco de silencio y de paz... ¡Regresar al lado de Ana y pedirle perdón, si es que aún era tiempo!
Llovía a cántaros y los faldones del abrigo empapado se le enredaba en las piernas, mientras corría a buscar un taxi.
Ya en el departamento, se sentó en el sillón respirando agitadamente. Miró la hora. ¡No era posible!  Todavía eran las 21,l5. Sólo unos cuantos segundos habían transcurrido desde que había mirado el reloj  la primera vez.
En la cocina, Ana continuaba lavando los platos y la mano de Marcos aún sostenía el vaso de wisky a medio vaciar.
¿Todo había sido una alucinación?  ¿Nunca había salido de la casa, entonces?
Sabía que no lo había soñado. Que había estado bien despierto todo el tiempo...Ese tiempo que parecía haberse dilatado para, en cosa de segundos, mostrarle un adelanto de lo que podría ser su vida junto a Susana....
¡Sin embargo, ¡le había parecido tan real!
Se paró y se dirigió a la cocina.
Ana estaba inclinada sobre el lavaplatos, con las manos metidas en el agua jabonosa. Hondos sollozos sacudían sus hombros. El la rodeó con sus brazos y le acarició el pelo.
-¡Ana, mi amor!  No llores...  ¡Todo ha sido un error de mi parte!  ¡Perdóname, por favor!
Ella se volvió hacia él y se apretó contra su pecho.
Por sobre su cabeza, Marcos vio en el perchero de la entrada, su abrigo empapado goteando sobre el parqué.


2 comentarios:

  1. Ops!
    no se si me quedaría con un sujeto así...
    ... pero es la vida y bueno ...muchas veces ocurren estas cosas...

    te dejo un abrazo!

    ResponderEliminar
  2. ¡Hola Lillian!
    Hoy nos pones un cuento con final "feliz" pero forzoso. Marcos se queda con Ana pero simplemente porque la otra parecía una fresca de cuidado. Vuelve con Ana pero más por el chasco que por convencimiento. Eso en la vida real es penoso.
    En cuanto a la magia del reloj y poder ver sucesos futuros, estaría bueno eso para desenmascarar a muchos/as.
    ¡Buen comienzo de febrero!

    ResponderEliminar