Bienvenidos a Mi Blog

Les doy la bienvenida a mi blog y les solicito encarecidamente que me dejen sus comentarios a mis entradas, pues su opinión es de gran valor para mí.



martes, 17 de diciembre de 2013

DIAS DE NIEVE.

Estaba amaneciendo.
El resplandor del cielo era blanco y cegador, como la nieve que caía sobre el campo.
Los árboles estaban cubiertos por un manto de hielo y el tren los iba dejando atrás, velozmente, antes de que Cecilia pudiera fijar la vista en ellos.
En el vagón semi vacío viajaban también su madre y su hermanito enfermo. La mujer, extenuada por haber pasado la noche en vela, se había quedado dormida.
De pronto, el niño tosió con violencia y su pecho pareció desgarrarse. Luego se quedó en silencio. Pero no dormía. Sus ojos estaba abiertos y  fijos. Cecilia vio como su carita quedaba inmóvil y un tinte amoratado iba reemplazando lentamente a la antigua palidez.
Una mujer alta, vestida de negro, avanzó por el pasillo, sin hacer ruido.
Se detuvo junto al niño y puso una mano blanca y huesuda, sobre su pecho. Los pequeños labios se entreabrieron y por ellos salió volando un pajarito que aleteó un momento en la penumbra del vagón. La mujer lo atrapó rápidamente y lo escondió bajo los pliegues de su manto.
La cabeza del niño se dobló como una flor tronchada y cayó sobre las rodillas de la madre que dormía.
Cecilia comprendió que esa mujer era la Muerte y que se llevaba del alma de su hermanito.
Corrió por el pasillo del vagón, tratando de detenerla.
 Ella se volvió a mirarla con un rostro impasible. Sin violencia, se soltó de las manos que se aferraban a su manto y bajó del tren en marcha. Su figura se desvaneció entre los copos de la nieve que caía sin cesar.
Cecilia vio algo botado en el piso del vagón. Era un cuaderno de tapas negras.
Al abrirlo, comprobó que estaba lleno de apretadas columnas de nombres. Los de las primeras páginas, estaban tachados y marcados con una cruz. El último, era el nombre de su hermano. Lo seguían muchos otros sin tachar aún...
 Aterrada, cerró el cuaderno y lo escondió bajo su abrigo.
La madre despertó y al mirar al niño, lanzó un grito de angustia.
Al día siguiente fueron al cementerio, llevando en los brazos el pequeño ataúd.
Cuando el sepulturero lo bajó con una cuerda hasta lo más hondo de la fosa, Cecilia arrojó también el cuaderno de la Muerte. Las paletadas de tierra lo sepultaron de inmediato.
Mientras, la Muerte se desesperaba al no poder continuar con su tarea. Hacía esfuerzos por recordar  donde había perdido su preciado cuaderno.
Notaba que su memoria le estaba fallando. Se sentía vieja y cansada. ¿Qué harían con ella cuando ya no sirviera? ¿Traerían a otra Muerte más joven y eficiente y a ella la llevarían a un asilo?
No quería presentarse frente al Ángel de los Destinos para pedirle una nueva lista. ¿Qué pretexto le daría?
Si le confesaba que había perdido ese cuaderno que era vital para ella y mortal para otros, quedaría en evidencia que había dejado de ser apta para el oficio...
De pronto, recordó los tirones que le había dado la niña a su manto, en el pasillo del vagón.
¡En ese instante se le había caído!
Pero, había sido en un tren en marcha. ¿En qué estación se habría bajado?  Ella seguramente se lo había apropiado... Pero ¿qué podía hacer para encontrarla?
Mientras la buscaba, transcurrió una semana sin que muriera nadie.
Al principio, la gente no se había dado cuenta. Pero el tercer día en que los obituarios de los periódicos aparecieron en blanco y que los fabricantes de ataúdes no recibieron ni un solo encargo, un rumor fantástico empezó a extenderse por el mundo.
"Ya nadie muere"  afirmaban los titulares de los diarios, en grandes letras.
" ¿ Murió la Muerte?"   preguntaban otros con sarcasmo.
Y la gente iba por las calles, eufórica y temeraria. Los autos pasaban con los semáforos en rojo, los transeúntes se atravesaban frente a los autobuses en marcha....Total, ya nada malo podía pasar, puesto que no existía más muerte sobre la tierra.
Sólo los gobernantes empezaron a pensar con alarma en la explosión demográfica que se avecinaba. Pero nadie los quería escuchar, en medio del júbilo irresponsable que se había apoderado de todo el mundo.
Mientras, la Muerte había encontrado por fin a la niña que se había atrevido a desafiarla.
La esperó a la salida de la escuela, sin notar siquiera que nevaba.
La nieve caía implacable sobre su desamparo y la hacía ver como una reina destronada que aún conservara una capa de armiño sobre sus hombros.
Al divisarla parada en la vereda, Cecilia tembló. Pero algo en la cara de la Muerte le hizo comprender que se sentía derrotada.
-¿Donde está mi cuaderno?- le preguntó.
-¡No te lo daré!  Tú te llevaste el alma de mi hermanito y mi madre no cesa de llorar.¡ No permitiré que hagas sufrir a otra gente!
-Pero ¿no comprendes que no es mía la culpa?  Yo sólo sigo órdenes. Es el Ángel del Destino el que confecciona la lista y él a su vez, obedece al Supremo Hacedor... ¡No puede haber Vida sin Muerte! ¿No has pensado que en poco tiempo no quedará espacio en la tierra para los que nacen?
Cecilia se quedó pensativa. Clavó sus ojos en la cara de la mujer y la vio pálida y atormentada.
-¡Es necesario que me entregues el cuaderno! -le suplicó ella- Al no cumplir con mi tarea, estoy introduciendo el caos en los asuntos de Dios. ¿Te parece poca cosa?
La niña aceptó los razonamientos de la Muerte y tomando su mano fría, la condujo hasta el cementerio.  En silencio, le señaló la tumba de su hermanito, que la nieve había cubierto con una colcha blanca.
Y así fue como la Muerte recuperó el cuaderno de tapas negras.
Como estaba atrasada en su trabajo, se apresuró a ponerse el día  y el destino de los hombres siguió cumpliéndose sin remisión.   


4 comentarios:

  1. Vaya con el cuadernito de marras.
    Me hubiese gustado curiosear en sus páginas.

    Buen Relato

    Saludos y Muchas Felicidades en estas Fiestas.

    manolo

    ResponderEliminar
  2. Hola Lilly.
    Muy interesante este relato para meditar en la vida, y una gran verdad, solo el creador de todo lo que es y existe, tiene el poder sobre lo que ha creado.
    Siento que esto ya se ha quedado crónico, otra vez no se ha actualizado, hasta el día 31 no volveré a visitar, pero de ninguno de vosotros me olvido, me doy una vuelta por todos los que me es posible, pero si alguno me queda, sepáis que a todos os llevo en el corazón, no solo en estas fechas, sino todos los días del año.
    FELIZ NAVIDAD.
    Un abrazo
    Ambar

    ResponderEliminar
  3. Estimada
    Decir que desde los tiempos incontados , el cosmo nació en una explosión de amor
    expandiéndose y haciéndose materia infinita
    y desde siglos fuimos traídos nosotros , pedazos de esa creación
    reunidos en amor para darnos la vida
    y aún seguimos vibrando en ese cariño y esa música y seguimos siendo
    y después de cada día al atardecer se reencuentra en nuestro corazón
    la chispa de esa estrella
    que se quedó por siempre en alegría y esperanza...

    ¡¡FELIZ NAVIDAD!!

    que sea la vida que nos reuna aún por este camino de decir
    y hacer
    muchas gracias por lo compartido siempre
    te dejo un grandioso abrazo!!

    ResponderEliminar