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lunes, 7 de octubre de 2013

EL HOMBRE QUE SE BURLO DE LA MUERTE.

Hacía tiempo que Joaquín no lograba escribir nada nuevo.
Su primera novela había alcanzado cierto éxito de crítica. "Es un escritor que promete", dijeron. "Si ha empezado con tanta fuerza, pronto nos entregará algo aún mejor".
Pero, nada de eso había ocurrido.
Pronto cayó en ese vacío improductivo que llaman, vulgarmente, "sequía literaria".  Decidió regarla con alcohol, pero no logró que brotara de ella ni una sola idea. Sólo delirios de una borrachera triste, que terminaba llorando sobre una página en blanco.
Una noche en que, como siempre, estaba sentado frente a su escritorio, esperando un chispazo de inspiración, vio a su lado a una mujer que lo miraba fijamente.
Tenía un rostro frío, como esculpido en hielo, pero sobre sus labios flotaba una sonrisa imperceptible.
 -¿Por dónde entraste?- le preguntó Joaquín, sorprendido.
-Por ahí- respondió ella, señalando vagamente hacia el muro.
-¡Pero ahí no hay ninguna puerta!
-Será que yo no necesito puertas para poder entrar- respondió ella, con un dejo de ironía.
Joaquín tuvo miedo y la incertidumbre dio paso en su corazón a una revelación que lo llenó de angustia.
-Eres la Muerte ¿verdad?
Ella no respondió, pero se envolvió en su manto, como dispuesta a partir y le hizo una seña para que la acompañara.
-¡No!  ¡Por favor, no! ¡Ten piedad!- exclamó Joaquín- ¡Dame tiempo para terminar mi novela! Si no logro hacerlo, será como si no hubiera existido nunca. Nadie volverá a pronunciar mi nombre...
Ella lo miró en silencio y a su pesar, se sintió conmovida.
-¿Y cuanto tiempo necesitas?
-¡Un mes! ¡Sólo un mes! ¡Tengo muchas ideas!- mintió desesperado- ¡Ya verás que tu espera no será en vano!
-Está bien. Sólo un  mes- dijo la Muerte y se desvaneció en las sombras.
Joaquín creyó que el terror y la desesperación que lo embargaban, serían un acicate. Que las ideas fluirían a torrentes en su mente afiebrada. Pero nada ocurrió.
Compró entonces varios cuadernos y los apiló sobre su escritorio. Estaba seguro de que la sola visión de aquellas páginas en blanco le serviría de estímulo.
Abrió uno de los cuadernos y tomó el lápiz, con decisión.
Pero, pasaron los días sin que lograra otra cosa que frases inconexas y sin sentido, que luego tachaba con rabia.
Al cabo de un mes, regresó La Muerte.
Esta vez, venía decidida.
-¡No, aún no!- gritó Joaquín- ¡Necesito más tiempo!
Le señaló los cuadernos que se apilaban sobre su escritorio.
-¡Mira todo lo que llevo escrito! ¡Ya me acerco al final y será una obra maestra!
-Pero, no. No puedo esperar más. Yo cumplo órdenes de alguien que está por sobre mí.
-¡Dile que viniste y no me encontraste!
La Muerte se rió, despectiva:
-¿Y crees que a Él se le puede mentir?
-Pero, soy tan joven aún- gimió él, desesperado- ¿Por qué tengo que morir sin haber cumplido mi destino?  ¡Es injusto!
-Si nadie dijo nunca que la Vida fuera justa, no sé por qué crees que la Muerte debiera serlo.
-Te lo ruego ¡Otro mes más! ¡Otro mes más y termino!
Y así, con súplicas y promesas, logró ir dilatando el momento fatal.
Una noche, agotado, se durmió sobre un cuaderno abierto.
La Muerte entró despacito y sintió curiosidad por ver lo que llevaba escrito. ¿Sería realmente una obra maestra?
Tomó uno de los cuadernos que se apilaban sobre el escritorio y atónita, vio que las páginas estaban en blanco. Tomó otro y luego otro, sin encontrar una sola línea escrita. Con creciente furor, comprendió que había sido engañada.
Joaquín continuaba durmiendo y su cabeza reposaba sobre unos párrafos a medio escribir.
La Muerte desprendió el cuaderno con suavidad, para no despertarlo.
Vio que había empezado un cuento. Su título era:
 "El hombre que se burló de la Muerte"
Furiosa, blandió su guadaña y segó su vida, de un sólo golpe.   




2 comentarios:

  1. Es que no hay que andar con bromitas con ese personaje.
    Me ha gustado, se lee muy bien.

    Saludos, manolo

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  2. Mi queridaLilly, interesantes tus historias, he repasado algunas y sigo.
    Con la muerte no se juega, cumple órdenes y no se la puede engañar, y total consiguio sufrir durante dos meses más sabiendo al final sucumbiría, sin ningún resultado.
    Un buen fin de semana y un abrazo.
    Ambar

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