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lunes, 7 de octubre de 2013

NOCHE DE SABADO.

"La Vida es una enfermedad de transmisión sexual, que no tiene tratamiento y de la cual se muere todo el mundo".
Así pensaba Lucas, tendido en su cama, mientras contaba las manchas de humedad que había en el cielo raso.
Estaba tan deprimido, que respiraba por pura mala costumbre.
Sentía que había tocado fondo, pero que seguía cavando. ¿Hasta qué profundidad iba a llegar?
"Si uno cavara un agujero en la tierra-pensaba- tan hondo que la atravesara, llegaría a Japón, que es las antípodas, si no me equivoco.  Pero, si el agujero que cavara atravesara la Vida, llegaría a la Muerte, que es sus antípodas también, no cabe duda... Pensar que hay otros que se mueren por vivir y en cambio yo, me muero de ganas de morirme, y sigo aquí, amarrado a este mundo hostil, en el que no encuentro cabida."
Sus divagaciones fueron interrumpidas por el sonido del timbre de la puerta. De mala gana, se levantó a abrir.
Eran las veinte horas, ya  pasadas y el departamento estaba casi oscuro. Encendió la luz y en el umbral vio a Mario.
-Viejo, vengo a buscarte! ¡Descubrí un pub nuevo, a donde van una mujeres preciosas!
-¡No me hables de mujeres!  ¡No quiero saber nada con ellas!
-¡Cómo!...Por las dudas, te advierto que no eres mi tipo.
-¡Cállate, idiota! -se rió Lucas- Lo que pasa es que estoy desanimado...
-Mira, aunque lo niegues, sé que estás así desde que rompiste con Antonia.
-¡Es que yo no sabía que el amor eterno podía durar cuatro semanas!
-Pero, no te eches a morir...¿Por qué no te echas a vivir, mejor?  La única forma de olvidarla es que conozcas a otra.
¿Por qué le habré hecho caso?- se lamentaba Lucas, un rato después, golpeándose la frente con un puño.
Lo primero que vio, al entrar al pub, fue a Antonia, sentada en una mesa con dos amigas.
-¡Viejo, qué mala suerte!- exclamó Mario, pesaroso- Si quieres, nos vamos.
-¡Por ningún motivo! No voy a salir corriendo sólo porque ella está aquí.
Se acodaron en la barra, donde un par de chicas acogedoras les hicieron un hueco a su lado.
Lucas se aseguró de darle la espalda a la mesa de Antonia, con la esperanza de que no lo hubiera visto.
Pero, pronto empezó a escuchar su voz, cada vez más alta, diciendo tonterías y su risa, que se iba volviendo más estridente por minutos.
Entonces entendió que lo estaba mirando y que todo ese despliegue de alegría febril era un mensaje para él, que decía:
-¡Mira qué bien lo estoy pasando sin ti!
Esto lo hizo pensar que aún tenía esperanzas con ella. No se molestaría en hacer todo ese teatro si realmente Lucas le importara un bledo.
Recordó su rompimiento, matizado por mutuas recriminaciones a todas luces injustas y le pareció absurdo haber terminado en esa forma un amor que los había hecho felices a ambos.
¿Y si fuera hasta su mesa y le pidiera que hablemos?-se preguntó esperanzado.
 Hacía un rato que había dejado de escuchar su risa y pensó que estaría más calmada.
Se volvió a mirarla y vio que ya no estaba. Las dos amigas permanecían allí, con cara de sueño pero decididas a exprimir la noche hasta sacarle la última gota de jugo.
¿En qué momento Antonia se había ido?
Se quedó un rato más, frente a su vaso vacío, mientras Mario coqueteaba con una morena, sin hacerle ni caso.
Luego, se despidió y salió sin rumbo preconcebido. Vagó por las calles, masticando su frustración y al final, resolvió volver a su departamento.
Al salir del ascensor, vio a Antonia sentada en el umbral de su puerta.
No se movió y Lucas comprendió que se había quedado dormida esperándolo, mientras él deambulaba como idiota, sin saber dónde ir a buscarla.
Se arrodilló a su lado y apartó un mechón de pelo rubio que le tapaba la cara. Vio que había estado llorando y que la máscara de pestañas le había dejado unos pegotes negros al  chorrear por sus mejillas.
Conmovido, la llamó despacito:
-¡Antonia!
Ella abrió sus grandes ojos color miel y le sonrió, adormilada.
Entonces Lucas pensó:
¡No cabe duda de que la Vida es maravillosa!


1 comentario:

  1. En este relato, como al principio se habla de la vida, la muerte y los misterios de ambos, pensé que pondrías un final relacionado con la ciencia ficción. Aunque bueno, bastante tiene de ficción que una pareja que ha roto vuelva a recomponerse, porque ya es harto difícil...
    ¡Cuánta razón en eso de que los amores eternos que se prometen caducan en menos que canta un gallo...!
    Me gustó que el protagonista fuera a olvidar a su ex probando suerte en un local y topara con ella. Ya es mala suerte.
    Aunque en tu cuento la exageración de Antonia acaba siendo un acercamiento, en la vida real me temo que eso sería simplemente un acto de coraje o de rabia vengativa. Aunque los hombres suelen ser bastante tontos y lo interpretan al revés.
    También me parece interesante la imagen de ella dormida esperando, algo muy de película pero que en la vida real tampoco pasa.
    Y no deja de ser gracioso que uno vea la vida maravillosa o no dependiendo de si nos hace caso alguien. Así somos.
    Saludos.

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