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lunes, 1 de abril de 2013

ENCANTO ORIENTAL.

Después de su fallida incursión en el Arte Dramático, Betty había quedado con tortícolis.
No sabía si de tensión nerviosa o simplemente de rabia, al ver todas sus ilusiones reducidas a escombros.
Se encontró en la calle con Nora y ella le reprochó:
-¿Qué te pasa, engreída, que ya no me das la cara?
-¡Cállate, pérfida! ¡Sabes muy bien que tengo el cuello torcido! Quedé mirando de lado, como los murales egipcios.
-¿Y por qué no vas a un masajista?
-¡Ay, Nora!  ¡Te diré que a mí, eso de los masajes siempre me ha parecido algo equívoco! Como cargado a lo erótico. O pecaminoso de frentón.
-¡Claro! ¡Seguro que con tu imaginación desbocada, te ves a merced de un tipo musculoso que te arrastra sin miramientos a una camilla, para hacerte toda clase de ofensas al pudor!
-¡Ay! Me dan escalofríos de solo pensarlo!...¿Tienes alguna dirección?
-Sí, pero no te hagas ilusiones. Es un masajista chino, de mucho renombre, que en una sola sesión te deja como nueva.
-¡Ah!  ¿Estira las arrugas también?
-Ya pues, Betty, no seas ambiciosa...  Anda y te acordarás de lo que te digo.
Durante unos días, Betty se mostró recalcitrante y prefirió confiar en los beneficios del guatero de semillas y del paracetamol.
Pero no logró ningún alivio y al final, el dolor la tenía tan exhausta y sin voluntad, que terminó por ir al masajista.
Una joven oriental, de bata blanca, le abrió la puerta.
La hizo pasar a un salón decorado con los típicos cuadros de bambúes y de garzas. En una esquina, palillos de incienso humeaban frente a una imagen de Buda.
Salió a su encuentro un chinito encorvado, no tanto por los años como por una vida haciendo reverencias.
Le pidió que tomara asiento y le preguntó:
-¿Qué dolol atolmenta a la honolable dama?
Notando que apenas hablaba castellano, Betty prefirió señalarle su cuello, con una mueca explícita.
-¡Ah!  ¡Segulamente es tensional !
Puso sus dedos en el cuello de Betty y presionó ligeramente.
Ella soltó un ¡Ay!
-¡Peldón! Aquí hay un nudo de nelvios. ¡Pol favol, ciele los ojos y lelájese!
Betty obedeció y sintió como unos dedos expertos masajeaban su cuello suavemente.
Distendió sus músculos y por unos segundos se quedó dormida.
Se vio caminando por la Muralla China, de la mano de un rubio musculoso, igual al masajista  que se había imaginado al principio.
Pero la sesión de relajamiento terminó y notó que el cuello le dolía igual que antes.
Disimuló valerosamente y se despidió con una reverencia.
Salió de ahí sintiéndose más liviana. Era su cartera, que ya no pesaba nada, después de haber pagado los honorarios del chino.
Con los días, el dolor se le fue pasando solo, a medida que disminuían sus tensiones.
Una tarde que Nora fue a verla, al abrirse la puerta, le llegó una vaharada de un olor tan intenso que casi la botó al suelo.
-¿Qué es ese olor, Betty?  ¿Estás incinerando un gato?
-¡Ay, Nora! ¡Qué inculta!  ¿Cómo no notas que es incienso?  No me sirvieron de mucho los masajes, pero quedé fascinada con todo lo oriental. ¡En mis vacaciones pienso ir a China!
-¡Pero, Betty!  ¿Cómo te las arreglarías allá si ni siquiera sabes hablar inglés?
-¿Y lo que aprendí en el Colegio?
-¡Pobre ingenua! ¡Seguramente te imaginas que al bajar del avión, con decir : "Open the door, give me the pencil", todos tus problemas quedarán solucionados!
-¡Malvada! ¡Tienes vocación de alfiler! ¡Siempre pinchando el globo de mis ilusiones!
La miró enojada, pero después se rió:
-¡Bueno!   ¡No discutamos y salgamos a tomar aire!  ¡Tanto olor a incienso ya me tiene mareada!

2 comentarios:

  1. Betty se enfrasca en fantasías extrañas y siempre se lleva un chasco, mientras Nora le pone los pies en el piso.
    En honor a Betty, que me parece un personaje adorable, me guararía ver un sueño suyo realizado aunque sea por pura suerte a ver que dice Nora en ese caso!

    Un saludo Lilli

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  2. Ya digo yo a veces que estas Nora y Betty acabarán teniendo un librito reuniendo todas sus peripecias jaja.
    Hacen buena pareja y sus relatos suelen estar llenos de humor.
    Acertado el apunte que hace "Casacerrada" sobre que una hace de contrapeso a la otra.
    Y sí, parece que eso de los masajes siempre despierte el instinto erótico.
    Salud y suerte.

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