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jueves, 19 de julio de 2012

CUANDO WALTER SE FUE DEL TALLER.

Todos los días, Nora se levantaba sin ganas y su único consuelo, mientras tendía su cama, era pensar que al cabo de algunas horas, se volvería a acostar.
¿Habrase visto algo más patético y aplastante para el espíritu?
Se preguntó si en el fondo, todo ese decaimiento, ese spleen, como lo llaman los ingleses, se debería a la ausencia de Walter en el taller literario.
A principios de año se supo que no se había matriculado.
Hubo un desencanto general y la melancolía cayó sobre las alumnas, como la niebla cae sobre el campo escarchado. (¡Uy! ¡Qué cursi!)
No sobre todo el curso, es verdad. Los miembros del sexo rudo que se atrevían a escribir versos y prosa poética eran escasos, pero existían. Y ellos sin duda se alegraron al ver desaparecer en el horizonte  a aquel seductor empedernido.
¡Ah! ¡Qué vacío se veía el pupitre que él acostumbraba a ocupar! ¡Qué penumbra se adueñó de ese rincón, no iluminado ya por el chisporroteo de sus ojos verdes!
Hasta la profesora, que era demasiado vieja para exteriorizar sus sentimientos sin ponerse en ridículo, juntó sus manos como en una plegaria, y suspiró bajito:
-¡Si pudiéramos hacerlo volver!
Todas comprendieron entonces que aquel trajinado corazón, candidato al infarto, había latido en secreto por él, durante todo ese tiempo.
Dos alumnas se ofrecieron para visitarlo en su departamento de soltero recalcitrante y averiguar si estaba enfermo.
Volvieron diciendo que, al parecer, estaba deprimido, porque tenía las luces bajas y se respiraba allí un aire de melancolía.
¡Eso vieron ellas, las pobres ingenuas, queriendo justificar esa ausencia que tanto les dolía!.
No pensaron que tal vez Walter tenía las luces bajas y las cortinas corridas porque preparaba un escenario romántico para recibir a alguna de sus conquistas...
Sólo Nora adivinó la realidad. No hay nada más clarividente que un corazón zarandeado por las mareas del desengaño.
Así pensó ella, con esa saludable costumbre que tenía de hacer literaturas con sus sentimientos y reírse de ellos, como si fueran ajenos.
Mientras, se corrió la voz: "El está deprimido". Y cada una tuvo la convicción de ser la indicada para sacarlo de ese estado.
¡Lástima que días después apareció fotografiado en las páginas sociales de una revista de moda! Sonreía de oreja a oreja, acompañado de una rubia genuina, que se colgaba de su brazo con ademán de posesión.
Fue Nora quién, malintencionadamente, llevó la revista al Taller. Quería que todas la vieran, porque si ella se sentía mal, quería que las otras se sintieran peor.
Pero no le sirvió de mucho consuelo, y esa tarde, cuando Betty llegó a visitarla, la encontró de lo más alicaída.
-¡Puf! ¡Otra cara triste!-se quejó-Justo ahora que tengo que ir a ver a Lucy. Me pidió llorando que pase por su casa. ¿Me acompañarías, Nora?
-¡Pero si ella y yo no nos conocemos! ¿Crees que le gustaría que una extraña se enterara de sus quebrantos emocionales?
-No te preocupes. A ella le encanta publicitarlos. Si pudiera, llamaría a los periodistas.
-¿Y qué le pasó?
-Peleó con el novio. Lo pilló con otra y hace una semana que está llorando.
Nora aceptó acompañarla. Pensó que no hay nada que ayude más a sentirse mejor que ver a otra que se siente peor.
Pasaron directo al dormitorio.
-La señora está con jaqueca, señorita Betty. Dijo que entre no más.
Nora iba a la zaga, tratando de pasar desapercibida.
En la cama había un bulto envuelto en una colcha y con la cabeza metida bajo la almohada. Hipos y sollozos brotaban de ahí, en forma intermitente.
-¡Lucy, por favor! ¿No será tiempo ya de que te olvides de ese...tipo?
-¡No me hables de ese canalla, traidor, Tenorio de pacotilla!- exclamó Lucy y tomando una fotografía enmarcada que tenía sobre el velador, la arrojó contras la pared opuesta del dormitorio.
El marco se partió y el vidrio saltó en pedazos.
Nora se agachó a recoger la fotografía y vio con estupor que se trataba de Walter.
Una cabeza iracunda emergió de debajo de la almohada y a Nora no le cupo duda de que pertenecía a la rubia de las páginas sociales.
-¡Vaya! ¡Con que esas tenemos!-pensó, como siempre tan literaria en sus reflexiones.
Se retiró sigilosamente en dirección al living, llevando en sus manos la fotografía arrugada.
¡Se sentía tan liviana, tan libre del negro pesar que la había atormentado!
Miró una vez más la fotografía de Walter. Estudió con desdén esa sonrisa llena de dientes y esos ojos verdes cargados de seducción varonil.
Luego la metió en un florero que había sobre la mesa y vio como se hundía lentamente en el agua, enredada entre los tallos de las rosas.
¡Total, ya la rubia no la necesitaba!
Y Nora tampoco.

3 comentarios:

  1. LILIAN

    RECIBE MI CORDIAL SALUDO
    Por ser el DIA DEL AMIGO POR EL MUNDO...


    PARA TI UN RECONOCIMIENTO POR COMPARTIR COMO AMIGA ESCRITORA
    POR ESTA RED DE ESCRITORES Y POETAS

    ¡¡MUCHAS FELICIDADES!!

    Y sigue escribiendo como lo haces!

    Un abrazo grande!


    (¯`v´¯)
    `•.¸.•´
    ¸.•´¸.•´¨) ¸.•*¨)
    (¸.•´ (¸.•´ .•´¸¸.•´¯`•->


    ♥Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄ƷMEULENƸ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ♥

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  2. Hay personas que tienen esa capacidad de atraer atenciones y hacerse notar socialmente. Pero ello no implica que sean dignos de admiración.
    Otros, en cambio, si faltan, no se les echa de menos.
    Tendemos a no hacer caso de estos últimos.
    Bien por Nora.
    Un abrazo.

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  3. Dice Waldemar Guzman:
    Entiendo que este es un cuento basado en un hecho real. Muy simpático sacar de hechos triviales un cuento que tiene humor y es entretenido.Gracias por considerarme aún un "Destructor de corazones".

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