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domingo, 16 de enero de 2022

LA INUNDACION.

Lucía no podía conciliar el sueño, pensando en Juan.

Lo había conocido hacía pocas semanas. El había llegado al pueblo, manejando su camión, para comprar la cosecha de manzanas.

Se quedó dos días en el hotel, frente a la plaza y aparecía muy temprano en los huertos, para controlar a los cosechadores.

Lucía lo había visto el primer día, tendido en el pasto, a la orilla del río. Mordisqueaba un tallo de alfalfa y veía pasar las nubes, con los párpados semi entornados. Ella estaba en la otra orilla, cortando flores y lo miraba con disimulo.  Veía su pelo rubio lanzar destellos por entre los tallos de hierba. El seguía tendido, pero una cierta tensión de su cuerpo indicaba que estaba conciente de su presencia.

La tarde siguiente se volvieron a encontrar y en un acuerdo silencioso, empezaron a caminar en la misma dirección, separados por la corriente. Cada tantos pasos, se miraban serios. Ningún gesto, ninguna señal pero ambos sabían que iban juntos, separados por la anchura del río.

Al llegar al puente, lo cruzaron al mismo tiempo y se juntaron en el medio.

- Me llamo Juan.

-Yo, Lucía.

Y comprendieron de pronto, en un solo estremecimiento de su piel y de su corazón, que estaba enamorados.

Pero, el que piensa que las cosas del Amor se dan fáciles, es que no ha amado todavía.

Juan le dijo que se iba al día siguiente, que su trabajo era recorrer la zona comprando la cosecha. Y que debía apurarse, porque unas nubes bajas y abultadas presagiaban una lluvia temprana.

Ella lo miró con sus ojos llenos de preguntas y aunque no formuló ninguna, él le respondió a todas que sí. Y que volvería a buscarla.

Al día siguiente, al anochecer, se descargó la lluvia y borró con su cortina densa los contornos del paisaje.

El abuelo de Lucía había viajado hacía unos días a la Capital, por negocios y ella estaba sola con su perro Capachito.   Tarde, en la noche, al ver que no amainaba el aguacero, empezó a tener miedo. 

Con la luz del día la despertó un sonido diferente.  El río se había desbordado y el agua estaba entrando a su dormitorio.

Sus zapatitos flotaban indecisos, como no sabiendo si quedarse o salir a recorrer el mundo.

Se vistió rápidamente y fue a la cocina a buscar una botella con agua y unos pedazos de pan.

Tomó en sus brazos al perrito, que gemía suavemente y a través del altillo, se deslizó hasta el tejado.  Un desierto de agua rodeaba la casa y era evidente que el río seguía subiendo. No sabía qué hora era  pero un resplandor perlescente se insinuaba detrás de los cerros.

Apretó a Capachito contra su pecho y le dijo, más que todo para reconfortarse a sí misma:

-¡ No te asustes!  ¡ Pronto amanecerá y vendrán a rescatarnos!

Vieron escombros de casas flotando en la corriente y una cerda que acababa de parir, pasó sobre una tabla, amamantando a sus crías.

Estuvieron todo el día en el tejado, esperando. Lucía le dió agua al perrito y juntos mordisquearon unos pedazos de pan. Al atardecer, se discipó el manto de nubes y aparecieron las estrellas.  Llegó la noche, serena y limpia y la luna, como una moneda de oro rodó sobre las aguas.

Lucía vio venir un gran barco blanco, lleno de gente. Traía muchas luces y música, y la gente que estaba a bordo, le hacía señas. Pero, cuando entre ellos divisó a sus padres que habían muerto hacía tiempo, comprendió que estaba soñando.

Capachito le había puesto la cabeza en el regazo y se quejaba suavemente. 

Al amanecer, se escuchó el nítido sonido de unos remos. Un bote se acercaba rápidamente y ahora sí que no era un sueño. 

Navegaba directamente hacia ella y cuando estuvo cerca, el hombre que remaba gritó su nombre:

- ¡ Lucía!

Era Juan, que venía a buscarla.





13 comentarios:

  1. Hermoso relato amiga.
    Me recordé de inundaciones que viví de niña orillas del río, anegas le dicen y en realidad eran de temer pues salía el estuario por la pampa arrasando todo...por fortuna nunca inundó la casa , pero si pasaba muy cerca.

    Una bella historia con un final feliz, claro si ella no se hubiera dado la valentía de aceptar ese amor , quizás no se hubiera salvado.

    Un abrazo grande.-

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    1. Querida Meulén, en este momento en todo el mundo vemos feroces inundaciones, por el cambio climático. Creo que el daño es irrevercible. Gracias por tus lindos comentarios que me acompañan hace ya tantos años.

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  2. Redondito. Cada vez mejor, Lillian. Te felicito.

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    1. Gracias, Carlos. Viniendo de tí, hasta me atrevo a envanecerme un poquito...

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  3. Eres un encanto y ese encanto y ese encanto lo trasmite a tus amigos

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  4. Te dejo un abrazo amiga.
    que tiempos mejores se asomen a nuestro andar.

    Abrazos.

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  5. Tu imaginación supera a todas mis fantasias

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    1. Querido Juan, nunca dejes a tu amiguita. Aprecio mucho tus comentarios.

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    2. Las creensias en seres de otro mundo ayudan a vivir a una élite

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  6. Pues este sí que lo había leído, pero veo que no lo comenté.
    Me encantó lo de caminar cada uno por una orilla del río.
    Y lo de la cerda y familia navegando me recordó el arca de noe.
    El otro dia le trasplantaron a un hombre el corazón de un cerdo.
    Juan resultó ser un hombre de palabra, por encima de las circunstancias sean lss que sean; uno vale lo que vale su palabra.
    Besosss Lillian

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    1. Gracias, Gabiliante por tu simpático comentario. Supe lo del trnasplante de corazón de cerdo. Pero me pregunto: Cuando se enamore ¿ lo hará de una mujer o una cerda? ¿ Y cuando suspire por amor dirá Ahhhh o dirá oinc oinc? Lo que es probable es que haga puras chanchadas...jaja
      ¿ Y qué dirán los animalistas? ¿ saldrán a defender los derechos del cerdo?

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  7. Nice story, you have a great imagination my dear

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  8. Querido Nassah, imagino que es un nombre de fantasía, acabo de mirar tu blog y encontré un comentario mío en " Corazón roto" del año 2020. Gracias por acordarte de mi y pasar por mi blog. ¡ No nos perdamos de vista, ahora! ¿ quieres?

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