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domingo, 22 de octubre de 2017

AVISPAS ASESINAS.

Todos en el pueblo se rieron de Aldo, cuando lo vieron cortejando a Brenda.
La diferencia de edades era notoria y él lo sabía. Pero era su última oportunidad para volver a sentirse vivo y no pensaba desaprovecharla.
La primera vez que la vio en el restaurante en que ella trabajaba de mesera, creyó que algo se estaba quemando . Pero era su pelo rojo que parecía arder bajo una cofia blanca.
Ella salió de la cocina, equilibrando dos bandejas y caminó ondulante por entre las mesas.
Luego se acercó a Aldo , sosteniendo un lápiz y un block.
-¿ Qué le sirvo?- preguntó coqueta.
- ¿Y qué pasó con la otra chica?- preguntó él, para disimular la turbación.
-¡ Está con licencia!  Tendrá que conformarse conmigo, no más- y soltó una risita irónica.
Estaba bien consciente de que ese " conformarse con ella" era como darle a elegir entre un petardo mojado y un festival pirotécnico....
Aldo llevaba cinco años viudo y acostumbraba sentirse viejo y melancólico. Pero, ese día, cuando vio esa mata de cabello en llamas, dudó si llamar a los bomberos o enamorarse como un tonto.
Eligió lo segundo y se convirtió en el chiste del pueblo...
Cuando le propuso matrimonio, ella aceptó sin vacilar como si lo tuviera decidido mucho antes de que a él se le ocurriera pedírselo.
Pasó el tiempo y Brenda seguía siendo joven y linda, mientras Aldo decaía.  Se atormentaba pensando en que ya no tenía energías para cumplirle como marido. ¿ Qué pensaría ella de esa especie de viejo amigo que yacía a su lado en la cama y que nunca iba más allá del beso de buenas noches?
Pero Brenda lo seguía tratando con el mismo cariño de siempre  y entonces Aldo se consolaba pensando que gracias a él ya no tenía que trabajar de mesera. Seguramente ella apreciaba su buena suerte...
En esos días llegó al pueblo una plaga de avispas. Eran las llamadas " chaqueta amarilla" pero la gente les decía "avispas asesinas", porque atacaban con ferocidad a las abejas, al ganado y a todo el  que se les pusiera por delante.
Llegó un funcionario del Servicio Agrícola y Ganadero y les distribuyó un poderoso veneno para controlar la plaga. Había que ponerlo en los nidos de los insectos, a ras de tierra o en los troncos de los árboles.
Les advirtió que lo manipularan con cuidado, porque era muy tóxico y paralizaba el sistema nervioso.
Después de unas semanas, las avispas habían casi desaparecido y Brenda, que había sido la encargada de  administrar las dosis de veneno en el huerto, estaba orgullosa del éxito obtenido.
Una mañana, Aldo escuchó su risa en el portón de entrada. Una voz de hombre joven le respondía y ella parecía gozar con sus bromas. Sintió un escalofrío. Era la misma actitud  insinuante de cuando trabajaba de mesera en el restaurante.
Al rato entró, con un manojo de sobres en las manos.
-Jubiló el cartero- dijo con indiferencia- Ahora mandaron a uno joven. ¡ Es de esperar que las cartas lleguen más rápido!
A la semana siguiente volvió a escucharla conversar en la reja.
-¡ Cuidado! ¡ No se propase!  - decía riendo, con un tono que parecía más bien alentarlo en sus avances- Mire que mi marido es muy celoso.
-¿ Su marido?   ¡ No me asuste, que tirito de miedo!- se burló él.
Aldo salió al jardín, dispuesto a terminar con la escena. El cartero lo saludó con una sonrisa amable, pero le brillaban los ojos de malicia.
Brenda entró a la cocina. Parecía molesta con la interrupción y al pasar, tiró las cartas sobre la mesa, con desprecio.
Sin embargo, la actitud de Aldo pareció advertirle que estaba pisando terreno peligroso, porque no volvió a salir a la reja a recibir la correspondencia.
Una tarde, al entrar a la cocina, lo sorprendió un exquisito olor a carne asada.
-¿ Viene alguien a cenar?- preguntó, extrañado.
- No, tontito. ¿No ves que vamos a celebrar nuestro aniversario?
Aldo la miró indeciso. No sabía a qué fecha se refería ella, pero se calló para no mostrarse desmemoriado. ¡ Otro síntoma de vejez que lo humillaba!
Cenaron con apetito y luego ella sacó de la nevera una torta de chocolate.
Le sirvió a él un generoso pedazo.
-¿Y tú, no comes?
-¡ No podría probar otro bocado!- rió ella- pero, voy a disfrutar viéndote comer a tí. La preparé especialmente para darte en el gusto...
Mientras Aldo comía, ella lo observaba con una extraña atención.
-¿ Está sabrosa?- le preguntaba.
Luego se puso a lavar la vajilla, mientras él la miraba agradecido. Sentía que era feliz, que ella, después de todo lo quería y que las cosas iban a marchar bien, de ahí en adelante...
De pronto, notó que la silueta de Branda perdía nitidez, como si la potencia de la luz eléctrica hubiera disminuido. Al  mismo tiempo, un raro entumecimiento empezó a subirle por las piernas.
Quiso levantarse de la silla, pero un relámpago le cruzó frente a los ojos. Cayó de rodillas en las baldosas, mientras su cuerpo se paralizaba rápidamente.
-¿ Te sientes mal, mi vida?- le preguntó ella, sin moverse a ayudarlo. Apoyada en el borde del lavaplatos, lo observaba con curiosidad.

Los ojos de Aldo se cubrieron con un velo oscuro. Lo último que vio fue el paquete de veneno para las avispas, casi vacío, sobre el aparador.


4 comentarios:

  1. Cual viuda negra...

    me horror ...y seguro que no le sale por nada
    después de todo como estaba solo , nadie dirá o buscara respuesta por ese hombre...

    Pases una buena semana estimada.

    Besos.

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  2. En esta historia te has superado,tus imaginaciones vuelan más alta que mis fantasias

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  3. Buenos días, reina. Ya te he leído gratamente, te dejo un beso enorme y me voy volando... Cuidate

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  4. Un abrazo estimada
    muchas gracias por tus palabras bellas y muy grandiosas en mi blog
    se que entiendes el dolor y la risa
    ya conoces mucho de mi alma.

    Besos.

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