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lunes, 3 de junio de 2013

UN RECUERDO.

Nelly vio una película japonesa en la cual las personas, al morir, podían escoger un recuerdo. El más preciado de sus vidas, para llevarlo con ellos en el último viaje.
A Nelly le encantó la película y de inmediato eligió el recuerdo que ella quería conservar para siempre.
Se veía a sí misma, de diez años, a la orilla del mar, jugando con sus hermanas.
Más lejos, sentados en la arena, bajo un quitasol, estaban sus padres.
Su mamá tenía un libro sobre el regazo, pero a menudo apartaba los ojos de su lectura, para asegurarse de que ellas estaban ahí.
Si alguna de las niñas la miraba, ella levantaba la mano en un gesto de saludo.
Nelly dejaba de jugar muy seguido, para poder mirarla. Y al verla junto a su padre, ambos tan serenos y contentos, se sentía segura de que todo marchaba bien.
¡Era tan bueno estar ahí, bajo los rayos del sol que arrancaban destellos de oro a las olas!
Sus hermanas y ella estaba construyendo un castillo de arena, compartiendo los baldes y las palitas, sin que nada turbara la armonía de ese momento.
¡Ese era sin duda el recuerdo que querría llevarse, cuando muriera!
Sin embargo, esa noche, antes de dormirse la asaltó un temor inesperado.
¿Y si el recuerdo  estuviera deformado por el tiempo?   ¿Y si no era tan hermoso como ella imaginaba?  
Sabía que la memoria embellece las cosas, que incluso fabrica recuerdos amables que ayuden a enfrentar la vida.
Al rememorar ese día en la playa, su infancia le parecía tan feliz.   ¡Tan armoniosa y protegida!
Pero, si había sido así  ¿por qué llevaba en el alma esa tristeza permanente?  ¿Por qué se había sentido siempre tan insegura y vulnerable?
Cerró los ojos y creyó soñar. Pero seguía escuchando el sordo rumor, como de marea, que le llegaba desde la calle.
Sin embargo, pronto ese rumor se transformó en el chocar de las olas contra las rocas. Y se vio de nuevo en la playa, junto a sus dos hermanas.
Estaban haciendo un castillo de arena y parecía que el agua llegaría de un momento a otro a desmoronarlo.
Nelly alzó la vista y a lo lejos, vio a sus padres sentados bajo el quitasol.
Pero, esta vez su mamá no levantó la mano para saludarla.
Inquieta, abandonó el juego y corrió hacia ellos.
Ninguno de los dos la miraba.
Estaban discutiendo y su mamá apretaba un puño contra su boca, para ahogar los sollozos.
-¡Cállate!- le gritaba él- ¡Me tienes aburrido de tus quejas!
-¡Ah! Si al menos me dijeras la verdad...¡Pero sé que siempre me has mentido!
-¡Tú y tus celos absurdos! ¡Estoy cansado de tener al lado a una mujer histérica!  Si no fuera por las niñas, hace tiempo que me habría ido...
-¡Sí! Te habrías ido con ella ¿verdad?  ¿Por qué no lo reconoces, al menos?
-¡Está bien!  ¡Lo reconozco!  Estoy enamorado de ella y lo único que quisiera es estar a su lado. ¿Era eso lo que querías oír?
La madre dio un grito y se tapó la cara con las manos.
Nelly se quedó ahí, paralizada de horror, sintiendo que su mundo se caía en pedazos.
Huyó corriendo, antes de que ellos notaran que los había oído.
Quiso contarle a sus hermanas, buscar en ellas consuelo para el dolor que la torturaba.
Pero, al llegar al lugar en que jugaban, las vio alejarse  acompañadas de otras niñas que veraneaban en el Hotel.
-¡Yo también voy!- gritó Nelly, llorando.
-¡No!  ¡Tú no!  ¡Eres muy chica y lo único que haces es molestar!
Y se alejaron riendo, del brazo de sus nuevas amigas.
Nelly se quedó sola al borde del agua, sin saber qué hacer ni a dónde  ir, mientras una ola entraba al castillo y silenciosamente, lo desmoronaba a sus pies.
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Abrió los ojos, desolada, y comprendió que la realidad había sido esa.  No la consoladora fantasía que su memoria había fabricado.
Rebuscó largo rato en su pasado, pero fue inútil. No encontró ningún recuerdo hermoso que valiera la pena conservar.
 

3 comentarios:

  1. Un Relato duro y enternecedor. Muy Bien escrito, te adentras leyendo y es como tomaras parte de el.

    En esa edad en la que los Padres son dioses, tiene que ser horroroso, el oír una discusión de ese calibre entre ellos.

    Saludos, manolo

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  2. Que lata
    una verdad tan vieja como esos viejos dolores
    que se repiten dia a dia sin consideración
    sin la prudencia necesaria
    peores momentos tienen algunos de los niños que soportan en estos tiempos
    estas situaciones familiares
    y a veces con terribles consecuencias

    una trsite realidad...

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  3. Hermosa y realista a la vez que triste, sin encontrar un solo recuerdo harmonioso que guardar en el alma, la verdad que no hay muchos en la vida, procuraré encontrar alguno, y no soltarlo jamás.
    Un abrazo.
    Ambar.

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