El recuerdo me parece que es como un hilo gris que tejo y destejo sin descanso, al igual que Penélope.
Solo que yo no espero el regreso de nadie.
Los Ulises de estos tiempos, siempre se van para no volver.
Y el barco de aquel que era mío, hace ya tiempo que se perdió en la línea del horizonte.
Seguro que se olvidó de amarrarse al mástil y se lanzó al mar, hechizado por el canto de alguna sirena.
Quizás las olas piadosas me lo devuelvan, medio muerto, a la playa. Y así pueda hacerle respiración boca a boca, para revivirlo...
¡De solo imaginarlo, tiemblo!
Volver a tocar sus labios...¡Pero, no!
Me estoy entregando a fantasías que ponen mi corazón a latir enloquecido.
A esa maravillosa demencia prefiero oponer la cordura de la resignación.
Y seguir tejiendo y destejiendo este chal gris de los recuerdos, con el que al menos puedo protegerme del frío de la soledad.
Muy razonable, práctica, dolorosa, triste y muy difícil de llevar a cabo, en ese mar creo que todos navegamos una vez u otra en esta vida.
ResponderEliminarAdelante, hay que seguir, sin desmayo.
Un abrazo.
Ambar