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lunes, 4 de febrero de 2013

¡LLAMALO POR TELEFONO!

-Nora, te veo triste hace días, aunque trates de disimular. Tú, como siempre, tan contenida en tus emociones... Pero ¿no me puedes contar qué te pasa?
Eso le preguntó Betty, la tarde en que se juntaron a tomar café, a la salida del trabajo.
Nora se quedó callada un minuto, pero después le contestó en voz baja:
-Es Diego.
-¿Qué pasa con él?  ¿No andaban tan bien las relaciones de ustedes?
-Sí. Hubo un tiempo en que sentí que estábamos tan cerca uno del otro...Pero, ahora...
Nora se abstrajo en sus pensamientos y Betty la dejó tranquila.
Sorbieron despacio el café, mientras veían pasar a la gente por la vereda.
El local, al aire libre, estaba casi repleto. Bajo los amplios quitasoles verdes, la gente se reunía  a disfrutar de la primera brisa del atardecer, después de un día de tórrido verano.
Nora fue repasando en su mente las diversas etapas de su romance con Diego.
El encantamiento mutuo del primer encuentro, las frases de ternura, las mutuas confidencias, el amor apasionado...
Después llegó Marzo y él empezó a dictar varios cursos en una Universidad Vespertina.
Los fines de semana debía preparar las clases. Las escasas veces en que se veían, todo parecía igual que siempre. Pero, Nora percibía algo sutil. Una grieta, un frío, un distanciamiento. Algo que le advertía que su relación con Diego se acercaba al final.
Todo eso le contó a Betty, después de una larga pausa en que las dos permanecieron silenciosas.
-¿Y no te comunicas con él dentro de la semana?
-Sí, por Internet. Nos enviamos algunos mensajes cortos para mantenernos comunicados.
-¿Y por qué no lo llamas por teléfono?
-No sé... Temo interrumpirlo en su trabajo, llamarlo en un mal momento. En realidad tengo  miedo. Miedo, porque no sé en qué tono me va a responder.
-Y prefieres la incertidumbre...
-No sé qué quieres decir.
-Que los correos electrónicos son una manera cobarde de no afrontar las cosas. Se escribe lo que se quiere, se responde lo que acomoda. Pero ninguno de los dos sabe lo que en realidad siente el otro. Y eso es lo que tú prefieres. No saber si él está dejando de quererte. Los correos no son puertas que se abren, son murallas que separan.
-Pero, todos los usan...
-¡Claro! ¿Y por qué crees que la gente está tan sola?  Cuando le mandas a Diego uno de esos correos, lo que le estás mandando es algo frío e incoloro, como un puñado de ceniza. La ceniza en que se está convirtiendo el fuego que antes era tu amor.
Ante el silencio de Nora, Betty continuó diciendo:
-Piensa qué diferente es escuchar una voz, oír una risa a través del teléfono. Sentir como si el otro estuviera ahí mismo, milagrosamente al alcance de tus brazos.
Mirando a Nora a los ojos, la urgió:
-¡Llámalo por teléfono! Piensa en cuantas veces, andando por la calle, perdidas y desoladas, hemos marcado en el celular el número de alguien que sabemos que nos quiere y al escucharlo, nos hemos sentido salvadas, retenidas por esa voz, justo en el borde del precipicio... No lo dudes más.  ¡Llámalo por teléfono!
Cuando se despidieron, Nora no le dijo que lo haría, pero al llegar a su casa, marcó el número de Diego.
-¡Nora! ¡Qué increíble!- exclamó él- Justo en este momento estaba pensando en tí. ¡Esto es telepatía!
-¿Qué haces a esta hora?
-Estoy corrigiendo unas pruebas. Y tan abatido al constatar el poco empeño que ponen los estudiantes en entender la materia...Tanto que me desgasto preparando las clases y qué poco interés demuestran en lo que les enseño... Creo que pensé en ti como una forma de neutralizar mi amargura.
Y así, hablaron durante largo rato en las horas tranquilas de la noche.
Y Nora sintió que a través de la línea telefónica, la voz de él se desenvolvía en el silencio, como un hilo de seda cálido que iba tejiéndole un capullo a su corazón.

2 comentarios:

  1. es cierto lo que señalas
    que oir la voz de quien uno ama aunque sea un momentito es impagable
    mas si la distancia es la que arrecia ...

    saludos amiga!

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  2. Está bien el relato, aunque no soy un forofo del teléfono. Sí, puede transmitir más cercanía, de alguna manera hace al otro más real y hay personas que necesitan de ese apoyo extra.
    Sobre la relación del relato y otras reales, puede darse ese bajón amoroso por creer que el otro no está tan cerca como antes. Quizá es cuestión de no alargar demasiado en el tiempo las relaciones a distancia y concretar algo para que no fracasen. Pero chocamos con lo de siempre: uno no es libre casi nunca y depende todo de los recursos económicos que nos deje el sistema, nada generoso con la mayoría.
    De todas formas, el teléfono es más arriesgado que el correo electrónico, por cuanto es casi todo improvisación.
    Me gustó que optaras por el desenlace feliz.
    ¡Muy buena semana!

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