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lunes, 11 de febrero de 2013

TRISTEZAS DE SAN VALENTIN.

Dicen que donde hubo fuego, quedan cenizas. Es posible, sí, pero ¡qué frías son, qué carentes de color y consistencia! Un soplo de viento las esparce y después de eso, ni las cenizas del Amor quedan ya...
Así pensaba Julia, mientras viajaba a su oficina, colgada de una barra del Metro.
La apretujaban, la pisoteaban, pero ella ni siquiera lo notaba, tan profunda era la introspección que ocupaba su mente.
Una y otra vez, veía frente a ella la cara de Mauricio. Sus ojos oscuros, que sin ser grandes ni hermosos, la subyugaban. Sus labios finos, siempre curvados en una leve sonrisa irónica, como si se estuviera riendo de algún secreto chiste interior.
Hacía once meses que se habían separado. Once meses, catorce días y dieciocho horas, se dijo con amargura, mirando de soslayo la esfera de su reloj.
Siempre esperó que él volviera. Consumió tardes enteras de su vida, fumando al lado del teléfono. Y las esperanzas se le fueron, como el humo del cigarrillo, flotando hasta desaparecer.
Ahora que se acercaba el Día de San Valentín, le dolía más la herida.
El año anterior, para esa fecha, aún estaban juntos.
El recuerdo le escocía como una quemadura, porque había sido precisamente entonces, cuando descubrió su infidelidad.
Fue de la forma más casual, como si el destino se hubiera divertido en prepararle una trampa.
Hacía días que estaba intranquila, porque se acercaba el Día de los Enamorados, y él parecía no recordarlo.
 No le dijo nada, pero vigilaba sus actitudes con inquietud.
Hasta que una mañana, en que se ausentó de su oficina para  hacer un trámite, lo vio saliendo de una joyería.
Su corazón se agitó de emoción y de alegría. ¿Cómo pudo pensar que él lo había olvidado?
Esa tarde, cuando llegó cansado y tiró su chaqueta sobre un sillón, para ir a ducharse, ella, sin ninguna vergüenza, registró sus bolsillos.
Tocó  la forma cuadrada de un cofrecito de joyería. ¡Casi gritó de alborozo!  Pero, se contuvo a tiempo. Y sin darse cuenta, se puso a cantar, mientras preparaba la cena en la cocina.
El día indicado, Mauricio le telefoneó para avisarle que llegaría un poco tarde y  que lo esperara lista para salir a comer.
Distraída, lo vio sacar de un cajón un paquete semejante a un libro, pero no le puso atención.
Al final de la comida, él le alargó el paquete sonriendo:
-A una romántica incurable como tú  ¿qué otra cosa regalarle sino esto?
Era un hermoso librito empastado en cuero rojo, con poemas escogidos de Keats.
Ella disimuló su tremendo desengaño. Sintió que se le ponían tensos los músculos de la cara, pero logró sonreír. Y siguió sonriendo por el resto de la velada.
Pocos días después, él se fue.
Y ahora llegaba un nuevo día de San Valentín, para recordarle cada detalle de su dolorosa humillación.
El catorce de Febrero trascurrió para ella como un día cualquiera.
A través del vidrio de su oficina vio entrar algunos mensajeros con ramos de flores y escuchó las risas y las exclamaciones de las secretarias.
Pero, ella siguió trabajando, con los ojos clavados en la pantalla del computador.
Al anochecer, a solas en su departamento, sintió deseos de salir.
Se puso el vestido rojo, el mismo que Mauricio siempre decía que le quedaba tan bien.
Casi sin darse cuenta, sus pasos la llevaron al local donde siempre se juntaba con él a tomar el aperitivo.
Iba a entrar, cuando al fondo de la sala, vio un hombre solo, inclinado sobre su copa.
Era él.
¿Tan poco había durado su pasión, que estaba solo otra vez, en el Día de los Enamorados?
Pensó que si había elegido ese lugar, era porque se acordaba de ella. No de la otra, por quién tan despiadadamente la había abandonado.
Por un instante, pensó en entrar, en caminar hasta su mesa...
Pero retrocedió y cerró la puerta, silenciosamente.
Dicen que donde hubo fuego, siempre quedan cenizas. Pero ¡qué frías son! ¡Qué inconsistentes!  Y no brota de ellas ni una chispa....

1 comentario:

  1. Bueno
    un día especial sin dudas
    aunque uno que esta enamorada quisiera que todos esos días fueran especiales no?
    las fechas me atolondran
    además porque uno no sabe si la otra parte esta muy al pendiente de eso...

    sin dudas para quienes sufren el amor
    ese día es mas notorio su soledad del otro...

    saludos!

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