Bienvenidos a Mi Blog

Les doy la bienvenida a mi blog y les solicito encarecidamente que me dejen sus comentarios a mis entradas, pues su opinión es de gran valor para mí.



martes, 12 de febrero de 2013

SOLO LOS CUENTOS TERMINAN BIEN.

Maggie leyó un cuento en el que había una chica que, en sueños, le escribía una carta a un hombre al que había amado mucho. Sólo que ella ignoraba que era sonámbula. Que la carta la había escrito dormida, y dormida aún se había vestido para ir a dejarla al buzón.
A Maggie le gustó el cuento, porque terminaba bien. Eso le dio la idea de escribirle a Francisco.
¡Hacía meses que no la llamaba!
Había terminado por convencerse de que no había nada entre ellos. Que solo eran dos desconocidos que se reunían de vez en cuando, para compartir su soledad.
Lo  había visto por última vez la noche de Año Nuevo, en una fiesta que dieron unos amigos.
Al sonar las doce, él la besó y sus labios permanecieron un instante sobre los suyos, prolongando la caricia.
Luego, otras personas lo apartaron de ella para abrazarlo y desearle un feliz viaje.
Se iba por todo el mes de Enero, a hacer un curso en una Universidad Norteamericana.
A principios de Febrero, supo que había vuelto y esperó inútilmente que la llamara.
Ese beso que para ella había sido tan trascendente ¿para él fue tan solo un gesto casual?
Entonces leyó el cuento de la chica sonámbula y se decidió a escribirle.
Pensó que una carta manuscrita, enviada por correo sería algo romántico que conmovería su corazón.
Le puso que lo añoraba. Que de todas las personas del mundo, él era el único que le hacía falta para vivir.
Pero Francisco no acusó recibo de la carta.
Pensó que el correo se habría atrasado, pero, después de que pasaron diez días, ya no fue posible inventar más disculpas.
Se sintió triste y humillada. ¿Cómo pudo pensar que la realidad podía parecerse a un cuento?
Llegó del Día de San Valentín y Maggie aún esperaba su llamado.
Lo esperó con  ansias todo el día, mientras a su alrededor, sus compañeras festejaban y lanzaban exclamaciones, cada vez que se abría la puerta del ascensor y aparecía un mensajero con otro ramo de flores.
Al caer la tarde, salió caminando despacio, sin ganas de llegar a su casa. No quería que al verle la cara, su mamá adivinara su desengaño.
Al pasar por frente a un café adonde él la había invitado algunas veces, sintió el impulso de entrar y se sentó en una mesa apartada.
De pronto, tuvo un sobresalto.
En otro rincón, estaba sentado Francisco. A su lado, un ramo de rosas anaranjadas, parecía arder suavemente en la penumbra.
Lo vio consultar varias veces su reloj, mirando con ansiedad hacia la puerta.
Cuando ella entró, unos momentos antes, tenía que haberla visto. Pero, era evidente que no la había reconocido siquiera. Sus ojos solo podían ver a aquella a quién estaba esperando.
Maggie lo estuvo observando durante largo rato.
Vio como su mirada iba perdiendo vivacidad y su cara adquiría una expresión de enojo y pesadumbre.
Había pasado ya casi una hora, cuando Maggie se levantó de su silla y se paró frente a él.
-¿Te dejaron plantado?- le preguntó a media voz, con dulzura.
El la miró contrariado, sin reconocerla, pero luego sonrió y haciendo un gesto entre triste e irónico, le respondió:
-¡Parece que sí!
Maggie se armó de valor y , poniendo su mano sobre el respaldo de la silla vacía, alcanzó a decirle:
-¿Puedo acompañarte?
Pero vio que, de pronto, la cara de él se iluminaba en el momento en que la puerta del local se abría.
Por ella entró corriendo una chica pelirroja, que al verlo, sonrió con aire culpable y se dirigió rápidamente a su mesa.
Maggie retrocedió a tiempo y notó con alivio que la pelirroja ni siquiera la había visto.
En cuanto a Francisco, no tenía ojos más que para ella, y de Maggie se había desentendido hacía rato.
Humillada, tomó su cartera y salió del café.
Al enfrentar la noche, sin querer miró el cielo. Le pareció que estaba más cargado de estrellas que nunca, como si quisiera abastecer con su luz a todos los enamorados del mundo.
-¡Qué despilfarro!-pensó Maggie, con amargura- ¿Por qué no las apagan mejor?

3 comentarios:

  1. Este cuento está muy bien, pese a lo amargo de la historia. Real como la vida misma. Sin esos finales felices made in Hollywood.
    La soledad hace que uno intente cualquier cosa, más allá de lo que sería prudente.
    Al menos, la chica del dibujo parece contenta. Algo es algo...

    ResponderEliminar
  2. Dice Waldemar Guzman:
    De repente entro a tu blog. Eres muy prolífica y te felicito por eso. Realmente, tus últimos cuentos tienen finales tristes.¿Será que la autora está siendo invadida por la tristeza?
    De todas formas, como dijo alguien, no hay que olvidar que la Tristeza es políticamente sospechosa.



    (ja ja)

    ResponderEliminar
  3. Dice Maria Elena:
    Querida Lillian, me encantó tu cue3nto y también el dibujo. Fíjate que se me aguaron los ojos cuando al final ella mira el cielo y lo ve "más cargados de estrellas que nunca, como si quisiera abastecer con su luz a todos los enamorados del mundo"

    ResponderEliminar