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lunes, 4 de julio de 2011

LOS DOS JARDINES.

Había dos jardines separados por un muro. Este muro era bajo y estaba construido con veinte ladrillos. Cada uno de ellos representaba un año.
En uno de los jardines reinaba la Primavera. Su dueño era un hombre joven, quien paseaba entre arbustos de rosas fragantes y prados salpicados de margaritas. Las mariposas volaban de flor en flor y al atardecer un ruiseñor lo deleitaba con sus trinos. Un día se asomó por sobre el muro y miró al jardín vecino. Vio que en él reinaba el Otoño. Los árboles estaban casi desnudos. Una tenue neblina los envolvía y bajo uno de ellos, estaba sentada una mujer sobre una alfombra de hojas secas.
El hombre cortó una rosa y se la tendió por sobre el muro. Ella miró a su alrededor y en su jardín no vio nada con qué retribuirle. Al fin, tomó una hoja amarilla que aún temblaba en una rama y se la entregó.
Entonces se enamoraron.
En el jardín del joven, el Verano sucedió a la Primavera. Los árboles se cargaron de frutos maduros y olorosos. El cortó uno y se lo tendió a la mujer a través del muro.
En el jardín de ella, al Otoño había seguido el Invierno. Ni una hoja quedaba en los árboles desnudos. Recogió entonces un puñado de nieve y lo apretó sobre el pecho de él.
-Ahora olvídame-le dijo.
El joven sintió que el frío de la nieve llegaba hasta su corazón y asombrado se preguntó:
-¿Cómo alguna vez pude amarla?
Se  volvió de espaldas al muro y vio que a su jardín había entrado una hermosa joven con los brazos cargados de frutas y de flores. Avanzó hacia ella sonriendo.
Mientras, en el jardín vecino, la mujer rompió la capa de escarcha que cubría la fuente. Se miró en el agua y vio su pelo encanecido y los surcos que rodeaban su boca. Suspiró por su amor imposible, pero no derramó ni una lágrima, porque a su edad ya había llorado demasiado.

3 comentarios:

  1. Eres una loca maravillosa. Me emociona lo que escribes

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  2. Sigue el romanticismo, aquí no hay auto censura, aquí el amor se dirije a una persona equivocada, aquí hay declaración y no hay correspondencia. Al dar la espalda a lo inadecuado el enamorado encuentra lo adecuado a su carácter a lo que corresponde. Después de la Primavera siempre vendrá el verano, jamás el otoño ó el Invierno.

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  3. Una hermosa alegoría muy bién manejada, pero ¡¡Exijo que se le dé una oportunidad a esa mujer para acceder a la Primavera o al Verano!!

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