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miércoles, 22 de junio de 2011

HABLAME DE LETIZIA.

-¿Que te hable de Letizia? ¿Y qué podría decirte de ella? Creo que llegué a conocerla tan poco como tú.
-¡No es posible! ¡Si fue tu esposa durante casi cuatro años!
-Sí, Humberto. Pero siempre fue un enigma para mí. Tenía una sonrisa extraña, indescifrable. Si los gatos pudieran sonreír lo harían como Letizia.
-Hablas como si no la hubieras querido.
-Te equivocas, la amé locamente. Pero mi amor pareció estrellarse siempre contra el muro que la rodeaba.
-Los tres la quisimos, Carlos, tú lo sabes. Lorenzo fue el primero que la conoció y cuando la trajo al grupo, ya estaba enamorado. Después, nosotros también caímos en su hechizo...
-Es verdad. Cuando él murió en ese absurdo accidente, ella pareció derrumbarse. ¿Te acuerdas cómo lloraba en el funeral? La sacaron casi desmayada cuando se abrazó al ataúd.
-Sí, ellos se quisieron, no cabe duda. Pero todo duró tan poco. Después del entierro, Letizia desapareció. Estuvo cerca de siete u ocho meses fuera de Santiago. Nadie sabía donde. Su familia guardó un silencio pétreo.
-Cuando volvió, estaba cambiada. Pero yo seguía amándola y nunca perdí la esperanza de conquistarla.
-Yo, en cambio, preferí alejarme. Mirarla me traía instantáneamente el recuerdo de Lorenzo. Volvía a verlo riéndose, con  su cara pecosa y su pelo rojo cayéndole sobre la frente. Ese día que la trajo al café por primera vez, y ella se colgaba de su brazo, callada, con esa sonrisa que tú sabes, llena de una especie de dulce sarcasmo, de enigmática ironía.
-Como te decía, Humberto, cuando ella volvió al cabo de casi un año, empecé a frecuentarla. Me sentía más enamorado que nunca y confiaba que hubiera olvidado o que al menos se hubiera calmado en ella el dolor por la muerte de Lorenzo. Le pedí matrimonio y al principio me dijo que no.
-¿Tú crees que lo seguía amando?
-No lo sé. Sólo insistí con paciencia, con respeto por sus sentimientos y creo que al final logré que me quisiera un poco.
-Bueno, Carlos, acuérdate que yo fui a tu matrimonio. Puedo decirte que la ví contenta, con esa forma distante que tenía. Se notaba serena,  casi feliz, y me consta que te miraba con cariño.
-Sin embargo, al verte, se notó que le recordaste a Lorenzo, porque se puso pálida y sus ojos se nublaron.
-Me di cuenta, y por eso preferí mantenerme apartado de Uds. durante los años que estuvieron juntos. Creo que fue mejor para ti.
-Sí, yo tenía ilusiones. ¡Estaba tan ciego! Me daba cuenta de que mi amor chocaba con una pared de hielo, pero creía que con el tiempo esa pared caería en pedazos, y me permitiría llegar hasta su corazón. Todas las tardes salía. Cuando yo volvía del trabajo, nunca estaba en la casa. "Salí a caminar"-decía-"A tomar aire". Y no le sacaba otra respuesta. Yo no dudaba de ella, pero su reserva, su distanciamiento me hacían daño. Para afianzar nuestro matrimonio, le pedí que tuviéramos un hijo.
-¿Y qué te contestó?
-Se puso pálida como una muerta y me dijo que no, que no quería tener hijos. En ese momento exacto empezó el derrumbe de nuestro matrimonio. Al poco tiempo nos separamos.
-¿Y has vuelto a verla?
-¡Ay, Humberto, ojalá no lo hubiera hecho! Pero alguien me contó que estaba trabajando de cajera en una fuente de soda y empecé a ir a espiarla. Cuando se acababa su turno, salía sola y tomaba siempre el mismo bus. Un día subí yo también, confundido entre la gente. Me bajé detrás de ella. Quería saber a donde iba, con quién vivía.
-¿Tenías celos?
No sé. Creo que más bien era frustración. Su misterio, su enigma no descifrado me enloquecían.
-¿Y qué descubriste?
-La seguí hasta una casa en un barrio periférico. Sacó una llave pero antes de que la alcanzara a usar, salió una mujer de delantal blanco precedida de un niño que corrió a abrazarse a su cintura. Tendría cinco años. . .
-¡Mamita, llegaste!-gritó.
Letizia  apretó contra su cuerpo esa tierna cabeza cubierta de rizos rojos y la carita pecosa se hundió entre los pliegues de su vestido.
. -¡Lorencito, mi amor! -exclamó ella y abrazados, entraron a la casa.

1 comentario:

  1. En general no me gustó. Muy desagradable el personaje. Su actitud es extraña. ¿Por qué ocultó a su hijo de un hombre que la quería tanto como era Humberto?

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