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domingo, 15 de mayo de 2022

DECEPCION.

El escritor triste salió a rondar por las librerías. Quería ver su nuevo libro en los escaparates.  Mimetizarse con los clientes para estar ahí cuando alguien lo comprara... ¡ Había costado tanto que una editorial se interesara en publicarlo!  Antesalas humillantes, sonrisas desabridas, negativas diplomáticas. Hasta que al fin, una editorial primeriza, que rastreaba nuevos talentos, retuvo unas semanas su original y luego lo contactó para anunciarle que lo publicaban...

Se rio, lloró, bailó desmañadamente, chocando contra los muebles de su habitación solitaria. ¡ Por fin lo conocerían! Por fin sus cuentos que era pedazos de él, sangre de su corazón, llegarían a los otros. Esos otros que pasaban a su lado sin verlo y cuyas vidas no conocería jamás.  Esos que si él tuviera la extravagancia de saludarlos, lo mirarían extrañados. ¿ Quién será este loco patético? En mi vida lo he visto. No sé por qué me habla...

Deambuló por las librerías durante una semana. Sin que los dependientes  lo advirtieran, reacomodaba su libro en el mesón, para que se destacara por encima de los otros...

Una mañana, entró una joven a un local y salió con el libro en sus manos. ¡ Por fin alguien lo había comprado!

Quiso seguirla, saber su nombre, pedirle su número de teléfono para llamarla después y preguntarle sus impresiones. Pero, la joven se asustó al notar que la seguía. Miró a ese hombre flaco de cara triste, que esbozó un gesto como si quisiera hablarle. Asustada, se refugió en una tienda, hasta que el presunto acosador se hubo marchado.

Y así pasaron las semanas y el desaliento se fue apoderando de su espíritu. Tuvo la tonta idea de mencionarle su libro al dependiente, diciendo que se lo habían recomendado. Habló en voz alta para que los clientes lo oyeran : " Es un escritor nuevo que va a dar que hablar". El vendedor sonrió con desgano y le hizo la boleta.

Se encontró comprando su propio libro, en un gesto absurdo que le mostraba más claramente su fracaso.

Esa tarde volvió a su habitación con el convencimiento de que no valía la pena seguir viviendo. Vació en su mano un frasco de somníferos y se tendió en su cama.  ¡ Qué dulce resultaba entregarse a la Nada, dejarse ir!  No seguir luchando inútilmente por llegar a esas personas que nunca lo conocerían, que nunca sabrían lo que él había querido decirles...

Poco a poco lo fue envolviendo una especie de niebla que desdibujaba los objetos. Pensamientos inconexos cruzaban por su mente, trabajosamente, como abriéndose paso entre algodones grises.

De pronto, creyó escuchar que se abría la puerta de su pieza. Una muchedumbre fue entrando en un lento desfile. Cada uno traía en sus manos el libro. La muchacha a quién había visto comprarlo esa mañana, lo apretaba contra su pecho y sonreía. Todos los miraban y decían:

- ¡Me gustó mucho!  ¡ Me reconocí en el protagonista!  ¡ No sabe cuanto lo aprecié!

Quiso levantarse para darles las gracias. ¡ Decirles que ya estaba escribiendo otro, que pronto lo publicarían !  

Pero, el cuerpo no le obedeció. Su corazón dio un gran salto, como si quisiera escapar de su pecho y dejó de latir. Una sonrisa quedó fija en sus labios.

Al día siguiente, alguien comentó en la morgue:

-¡ Es el muerto más feliz que nos ha llegado en años!   




3 comentarios:

  1. Moraleja: "si eres escritor abandona urgentemente el vicio. Apuntate a "escritores anonimos"". Jaja
    La has pillado con los escritores ,eh?
    Se puede caer mas bajo para darse autobombo que este escritor, pero es dificil.
    Yo pensé que los que entraban en su cuarto , ya eran los del velatorio
    Besosss lillyan

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  2. Lo mejor siempre es intentar que tu próximo poema, microrrelato, cuento, novela o ensayo sea superior... De esa aspiración no conviene pasar.

    Me encantó, Lillian. Abrazo hasta allá.

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    1. Gracias, Carlos. Tú, como siempre, tan alentador y generoso.

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