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domingo, 23 de agosto de 2020

UN CUENTO DE HADAS.

Beatriz tenía dieciocho años cuando un día, tratando de aprender a coser a máquina, se pinchó un dedo con la aguja.Fue tal el dolor, que se desmayó. Pero, lo raro fue que no volvió a despertarse.Los médicos no se explicaban el caso. Pensaban que una toxina desconocida, presente en el metal de la aguja, se había introducido en la sangre de Beatriz.Pero los exámenes no arrojaron nada y al fin, sin saber qué hacer, tranquilizaron a los padres diciéndole que la joven despertaría sola y que era cosa de esperar.Quedó en una pieza de la clínica, dormida profundamente.  Y se veía tan linda con el pelo esparcido sobre la almohada y sus largas pestañas sombreando sus mejillas, que las enfermeras empezaron a llamarla " La bella durmiente".Pronto, todo el personal de la Clínica estuvo al tanto del extraño caso de Beatriz y no había quién no se asomara a su pieza para verla.Jaime era el encargado de asear los pasillos y a él nadie se habría molestado en contarle nada, pero igual se enteró.  Un día que pasaba un trapero frente a la pieza de la joven, se atrevió a empujar la puerta, silenciosamente.Su corazón se alborotó al contemplarla y pensó que nunca había visto a una mujer tan linda. De ahí en adelante, solo pensaba en ella.Al llegar a su casa, se quedaba abismado con los ojos fijos en un punto cualquiera y la sopa se le enfriaba sin que atinara a tomársela. Su mamá pensó al principio que estaba enfermo, pero luego, al ver la sonrisa que vagaba por sus labios, se convenció de que estaba enamorado.Era cierto. Jaime suspiraba de amor por " La bella durmiente" y todas las mañanas acechaba un momento en que el pasillo estuviera vacío, para entreabrir la puerta y mirarla de lejos.Un día pudo más su atrevimiento y se atrevió a entrar y pararse junto a su cama. Suavemente, le tocó una mano con la punta de sus dedos. Entonces se acordó del cuento. Allí se decía que solo un beso de amor podría despertar a la princesa. No supo de donde sacó el valor para inclinarse y poner sus labios sobre los de ella. Un grito lo sacó de su ensueño.-¿ Qué está haciendo aquí? ¿ Cómo se arteve? Una enfermera había entrado y cogiéndolo de un abrazo lo arrastró hasta el pasillo.Esa misma mañana lo despidieron.Le dijeron que saliera de allí de inmediato y que agradeciera que no lo denunciaban y  lo culpaban de acoso y quizás  de qué más.Al día siguiente en la tarde, se paró frente a la Clínica y esperó que saliera Manuel, su compañero de trabajo. Al verlo, éste exclamó:-¡ Ay, compadre!  ¡ Qué lata que lo hayan despedido y justo ayer!   No sabe lo que pasó...¿ Se acuerda de esa paciente a la que le decían  La bella durmiente?  ¡ Despertó, mi amigo!  dicen que de repente abrió los ojos y se sentó en la cama.  ¡Hubieras visto como corrían los medios y las enfermeras!-¿ Y tú la viste?-preguntó Jaime, con un hilo de voz.-Ayer no, pues compadre, pero hoy día sí. La divisé en la mañana, cuando vinieron los padres a buscarla. Caminaba despacio, como si estuviera débil... Pero en todo se veía normal. ¡ Y tan bonita! ¡ Qué pena que tú no la hayas conocido!Esa noche, Jaime se desveló. En la penumbra de su dormitorio, sonreía. Y una tremenda certeza se instalaba en su corazón.¡ No importaba lo que opinaran los médicos  ni qué rebuscadas teorías inventaran para explicar lo que había pasado...   ¡ El estaba seguro de que había sido su beso el que había despertado a La bella durmiente!

3 comentarios:

  1. Me encanta cómo desarrollas tus historias, Lillian...

    Abrazo.

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  2. Tu te merece que tus relatos se publiquen

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  3. Todos puedes ser posible en el sustento de un amor profundo
    y que a veces logra sus milagros
    ojala los buenos amores despertaran los corazones realmente enfermos...y otros hasta casi muertos.

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